
Cinco magrebíes apalizan a un turista para robarle el reloj, en la Rambla del Raval de Barcelona, en 2020.
L’Hospitalet y Barcelona claman contra la inseguridad y la delincuencia
La solución está en un cambio radical, en una restauración completa de los principios que antaño nos hicieron grandes
Barcelona (Agencia FARO).– Desde esta Cataluña tan gravemente herida por el nacionalismo y por la disolución social, llega un clamor que es síntoma de la agonía de un pueblo que ya no aguanta más. Las virtuosas y laboriosas gentes de L’Hospitalet de Llobregat y de seis barrios de la Ciudad Condal, hastiadas de la creciente inseguridad, de la impunidad del maleante y de la complicidad de un poder municipal vendido a nefastas ideologías disolventes, se manifestarán otra vez el próximo domingo 9 de noviembre, a las doce del mediodía, en la Plaza de Sant Jaume. El lema de la manifestación es claro y directo: «Unidos por la dignidad y la seguridad».
No es una manifestación política al uso, promovida por los partidos del régimen liberal. Es el grito visceral del comerciante que ve cómo su negocio es saqueado; de la madre de familia que teme por la honra y la seguridad de sus hijos en calles convertidas en muladares; del ciudadano de orden que, abandonado por las autoridades, se siente desamparado en su propia tierra. Es, en definitiva, la consecuencia lógica de haber sustituido los sagrados principios de la Moral Pública, la Patria y el Orden, por la tiranía ideológica de lo «políticamente correcto» y el culto a un falso progreso que no es sino regreso a la barbarie.
Estas poblaciones, antaño plenas de vida comunal y sano orgullo patrio, son hoy pasto de la delincuencia, el trapicheo y la más baja escoria, ante la mirada indiferente –cuando no cómplice– de una partitocracia más preocupada en izar banderas ideológicas y en financiar espectáculos indecentes que en garantizar la seguridad de las personas y de los bienes.
Este justificado enojo popular pone de manifiesto la gran verdad que los Tradicionalistas venimos pregonando desde hace dos siglos: el sistema liberal, en todas sus facetas –ya sea la «monarquía» parlamentaria en Madrid o la república secesionista en Barcelona–, es intrínsecamente incapaz de gobernar. Ha quebrado la autoridad legítima, que no nace de las urnas corrompidas por la demagogia, sino de Dios y de los fueros tradicionales de los pueblos, para entregar las calles al desorden y a la peor morralla.
Mientras el Jefe del Estado con corona de juguete esquía en Baqueira y los políticos de turno se enfrascan en estériles debates (como el cambio de horario en invierno, etc.), el español de a pie, el que suda la gota gorda para llevar el pan a su casa, clama por un principio de autoridad que restaure el orden. Clama, sin saberlo, por lo que siempre representó la Bandera de la Tradición: de Cristo Rey, de la justicia social, del municipio regido por sus buenos usos y costumbres, y donde el malhechor sabe que encontrará un castigo ejemplar, no una palmada en la espalda.
Desde esta humilde tribuna, hacemos un llamamiento a esos hombres y mujeres de bien que se manifestarán el próximo domingo: no os conforméis con pedir migajas a los mismos que os han traído esta ruina. La solución no está en que este o aquel partido del Sistema prometa más policías. La solución está en un cambio radical, en una restauración completa de los principios que antaño nos hicieron grandes.
Es hora de reclamar una autoridad que no tenga miedo a llamar al bien, bien, y al mal, mal. Es hora de exigir una Justicia veloz y severa. Es hora de recuperar nuestras calles, nuestras plazas y nuestras costumbres para la Civilización Cristiana. Sólo bajo el amparo de la Cruz y la espada de la Tradición, nuestros barrios dejarán de gemir por el yugo de la inseguridad y el desgobierno.
Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau
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