dimecres, 9 de setembre del 2020

A PROPÓSITO DE FEDERICO MISTRAL


Hemos creído justo y conveniente realizar desde este modesto cuaderno de bitácora un pequeño homenaje a aquel gran hombre que fue Federico (Frederic) Mistral, el insigne vate provenzal, restaurador de la noble lengua de oc y de lo más granado de la antigua poesía trovadoresca.

Nació nuestro poeta el 8 de septiembre de 1830 en el pueblo de Malhana (Maillane, en lengua francesa), sito entre Aviñón y Marsella, y murió el 25 de marzo de 1914, fue honrado con el Premio Nobel de Literatura en 1904, como reconocimiento de la obra de su vida. Desde su más tierna infancia se nutrió de la lengua provenzal, que a la sazón todavía se hablaba extensamente en el sur de Francia. Aprendió el francés en la escuela; terminado el bachillerato, estudió derecho en Aix en Provenza, para después regresar a su tierra natal.

Durante sus estudios no solo no descuidó el cultivo de su lengua materna, sino que vio en ella un remedio contra la creciente impiedad y decadencia de la cultura y literatura moderna, en particular la francesa, corrompida sobremanera por el liberalismo: en efecto, se trataba de combatir los efectos nefastos de la inmoralidad revolucionaria con la savia nueva de las letras provenzales renacidas y purificadas de cuanto malo pudiera haber en la poesía de la época de los trovadores.

Fundó en 1854 en compañía de otros seis poetas provenzales el Felibrige (lo Felibritge), asociación literaria para la restauración de la lengua de oc, cuyos miembros se apellidaban los felibres, quienes aunando al ingenio y numen poético un amor infatigable por Dios y la Patria, llevaron la musical lengua de oc a las más altas cimas de la poesía épica y lírica, muestra de que solo los eternos principios de la religión verdadera, fecundando cuanto muerto parece, son capaces de producir grandes obras de las cenizas de lo que parecía destinado al polvo del olvido.

Bien pronto se establecieron lazos de hermandad entre los felibres y el renacimiento de la literatura catalana del s. XIX (que también empezó por restablecer los géneros literarios trovadorescos), muchos de cuyos promotores estaban animados del mismo espíritu que Mistral (como el sacerdote D. Jacinto Verdaguer), a la vez que otros así en los felibres como en los literatos catalanes, y de manera singularmente grave, acabaron degradándose en el nacionalismo liberal, urdido por la Masonería. El fundador de los felibres, empero, siempre rechazó la desviación revolucionaria, recordando que el mejor modo de amar a Francia, la verdadera, la hija de los Capetos y madre de San Luis, era precisamente dar lustre a las tradiciones de los pueblos de la Provenza, aunados por voluntad de la Providencia bajo el cetro de la monarquía francesa.

Fruto de dicha hermandad, histórica por lo demás entre el Principado de Cataluña y las tierras provenzales, es el prólogo que Mistral escribió en su lengua a La Atlántida de Verdaguer, la gran epopeya que narra el nacimiento de España, como destinada por la Providencia a la conquista y evangelización de América.

Muestra del tradicionalismo de Mistral la constituye el testimonio de varios de quienes lo conocieron o han estudiado a fondo su obra. El propio Maurras llegó a escribir: «Mientras que él [Mistral] confiaba sus justas quejas, objeciones y escrúpulos a sus amigos catalanes, se sentía llevado, por la mente y por el corazón al otro extremo de la política española, al lado de los carlistas que, autonomistas, descentralizadores y federalistas como los catalanes, querían y exigían, por encima de la silueta del rey-reinante, el rey-gobernante, el rey neto, y, como ellos añadían, un César con fueros

También decía de él Alfonso Daudet, citado por Jean Ousset en un memorable artículo, intitulado Patria Nación Estado, publicado en Verbo tiempo atrás:

«Mientras Mistral me decía sus versos en esta bella lengua, latina en más de sus tres cuartas partes, que antaño hablaron las reinas y hoy sólo comprenden nuestros pastores, yo admiraba interiormente a este hombre, y al pensar en el estado de ruina en que encontró a su lengua materna y lo que él ha hecho de ella, me figuraba a uno de esos viejos palacios de los príncipes de Baux, como los vemos en los Alpilles: sin techos, sin balaustradas en las escalinatas, sin cristales en las ventanas...» El patrimonio está puesto en pública subasta, dispersado, despreciado. Los herederos lo pisotean sin apreciarlo, prestos a abandonarlo. Pero he aquí que un buen día uno de sus hijos se enamora profundamente de estas grandes cosas y se indigna al verlas profanadas. «Rápidamente expulsa al ganado del patio principal...»

¡Cuán espléndido ejemplo para los tiempos actuales! A la Revolución no basta combatirla sólo oponiéndole de palabra la verdad, y ello en tanto en cuanto no canse ni fatigue; es preciso luchar enfrentando las verdaderas artes, la verdadera poesía y la verdadera música contra las artes, letras y música emponzoñada del liberalismo, para lo cual, tarea ardua y difícil, hay que llegar a amar las tradiciones patrias como cosa propia, precisamente por ser de la propia patria (como muy bien explicara Rafael Gambra en El silencio de Dios), trabajar para embellecerlas, por manera que la lucha por la Causa de Dios lo sea de manera patente la del Bien, la Verdad, y la Belleza.

No nos resistimos a terminar este modesto homenaje a Mistral, hecho por unos catalanes, pues, como ya dijera Francisco Elías de Tejada es Cataluña la heredera espiritual de la Provenza, hispana en su origen, sin citar un curioso pasaje del poema Nerto, novela en verso compuesta por Mistral en la que se describe la lucha entre los esfuerzos por la santidad y la virtud de una joven noble de la Provenza, en tiempos del papado de Aviñón, contra las distintas asechanzas del diablo (o Maestro Mosca, como lo llama Mistral); novela breve, llena de excelentes imágenes y mejores versos. El pasaje en cuestión, perteneciente al prólogo, lo creemos sumamente adecuado para los tiempos que corren, en los que con el espantajo de un virus y el culto materialista a la salud, la Masonería, y sus amos, están forzando al mundo a entrar aún más si cabe en su Nuevo Orden Mundial, justo castigo, permitido por la Providencia, por el abandono de la Verdad. ¿Por ventura no escribió ya Mistral en su tiempo que llegaría el día en que veríamos a la humanidad futura dominando a su gusto al mundo natural, mientras que Dios se retiraba paso a paso ante el hombre soberano?

 

Crèire, coundus à la victori.                Creer conduce a la victoria.
Douta, vaqui l’endourmitòri    
            Dudar, ahí está la adormidera,
E la pouisoun dins lou barriéu    
         el veneno esta en el barril,
E la lachusclo dins lou riéu.    
             el verbasco en el río.
Un cop que l’aigo es enchusclado,    
    Cuando el agua esta envarbascada,
Lou pèis se pren à garbelado,    
           el pez se coge a cestas,
E, quand lou pople a perdu fe,    
          cuando el pueblo ha perdido la fe,
L'infèr abrivo si boufet.    
                    el infierno aviva sus llamas.             

M'anas crida, d'eici lou vese,                Vais a gritarme, lo veo desde aquí,
Que de la sciènci lou lavese                   que
el barreño de la ciencia
A bugada tout lou curun                      
ha limpiado toda la escoria
E tout lou lais dóu vièi ferun.                
y el fango del salvaje de antaño.
Me dirés pièi que la lumièro,                
Me diréis después que la luz,
De si clapas, de si ramiero                   
de sus pedregales, de sus ramajes
A descasa li Matagot...                        
ha expulsado los duendes...
Eh! pàuri nèsci! mai Gringot,              
¡Ay! ¡Pobres necios! ¡Pero el Maligno
Au ped de l’Aubre de la Sciènci,          
al pie del Árbol de la Ciencia,
Nous esperavo emé paciènci                 
nos esperaba con paciencia
Despièi Adam! Pensas-ié bèn:              
desde Adán! Pensadlo bien:
Es lou cabiscòu di sabènt.                    
es el cabecilla de los sabios.

Basto, d'espeirega la draio                      En suma, despedregar el camino
Ounte, doulènt, l’ome varaio,                
  donde, doliente, el hombre vacila,
De plus manja lou pan tant brun            
no comer el pan tan negro
E de sourti dóu mascarun,                     
y salir de la negrura del carbón,
Dóu pequinage e dóu mau-viéure,          
de la miseria y del mal vivir,
Açò, segur, es un deliéure.                     
esto, a buen seguro, es una liberación.
Mai es pas tout: coume disié                  
Pero no lo es todo: como decía
Un sage rèi moun davancié,                   
un sabio rey mi antecesor,
Tant que veirai la creaturo,                    
mientras que haya criatura,
Pèr uno lèi de sa naturo,                        
por una ley de su naturaleza,
Naisse, trachi, pièi toumba flour,           
nacer, crecer, después caer la flor,
E pièi mouri dins la malour,                  
después morir en el dolor,
Iéu vers plus auto deliéuranço                
yo, a redención más alta
Enaurarai moun esperanço,                    
elevaré mi esperanza,
Car d'eiçavau la verita                            
pues aquí abajo, la verdad
Es que tout n'es que vanita.                   
es que no hay mas que vanidad.