dimecres, 9 de juliol del 2025

De Babilonia a Roma (II): La Babilonia post moderna y la Nueva Era

«María Magdalena», mosaico, Iglesia del Salvador, San Petersburgo, Rusia, s. XIX.


 

De Babilonia a Roma (II): La Babilonia post moderna y la Nueva Era


Cuando he vuelto a casa, a la Iglesia Católica, la he encontrado llena de okupas



En el clímax de mi delirio espiritual nuevaerístico, quería mimetizarme con María Magdalena, ser Ella, faro de mis anhelos más profundos (aunque desordenados). Un día, si Dios quiere, querido lector, te lo contaré. Sí, sin falta te debo explicar la devastación que el Enemigo ha hecho y hace en la mujer, mezclando una indigesta pócima: un poco de espiritualidad, feminidad y sexualidad, un veneno muy sofisticado que tiene intoxicadas no pocas mujeres. Es letal, sin que ellas sean conscientes, tampoco yo lo sabía. Pero eso ya vendrá, tengo tantas cosas que contar que las vomitaría de golpe. Pero debo templar mis ánimos y ser paciente, poco a poco.

Lo que importa aquí, es que ciertamente Dios atendió mis plegarias mal hechas, arrogantes, absurdas y de lo malo hizo lo bueno. Escuchó el grito sordo del fondo de mi alma y no la verborrea que mi mente impresionable e intoxicada por todo tipo de sincretismo ridículo elaboraba.  Y como a María Magdalena, la de verdad y no la de mis fantasías, me sacó no siete, sino múltiples y variados demonios a cuál más malvado y cínico, disfrazados todos ellos de benditos ángeles de luz. Dios siempre escucha nuestras oraciones, las que pronunciamos con nuestros labios y las que silenciosamente gritan desde los pliegues de nuestra alma, esas precisamente son las que Dios escucha y con su infinita misericordia y amor atiende. Qué propósito tienen estas palabras desordenadas que estás leyendo, te preguntarás. ¿Quién soy yo, una perfecta y anónima desconocida para contarte algo relevante? Me llamo Eulàlia, y como la Magdalena, fui salvada por Jesús mismo, soy la hija pródiga, la moneda perdida y encontrada, la oveja extraviada a hombros de Jesús. Sí, soy ésa a la que Dios salvó cuando ni siquiera sabía que necesitaba ser salvada, tan entretenida como estaba en salvarme a mí misma de las formas más delirantes e irracionales. Y ridículas, todo sea dicho de paso.

Quiero contar mi historia, por eso he decidido enfrentare al miedo del folio en blanco, quiero que quede escrito, para que no se olvide. Mi periplo y deambulación por territorios inhóspitos, no son tan relevantes, sino sus peligros. Quiero recordar siempre de dónde vengo y qué ha hecho Dios conmigo. Quiero señalarte los atajos, desvíos, encrucijadas que me llevaron lejos, muy lejos de Casa. Como aviso a navegantes. A lo mejor, ya estás en tu camino de santidad, pero puede que tengas un amigo, sobrina, vecina que un día te dicen entusiasmados: «He comenzado con el yoga…meditación….mindfullnes…» (los puntos se prolongan al infinito, desgraciadamente). Pues si un día ocurre eso, aquí estoy yo, con autoridad suficiente para gritar, «¡Ojo!»

Si no eres amigo de spoilers, me sabe mal, porque ya te he hecho uno, he empezado la historia por el final feliz, aunque… no del todo. Ya te contaré, pero no ahora. ¿Cuál es el final feliz? Jesús me salvó. ¿Cuál es el matiz agridulce? Cuando he vuelto a casa, la Iglesia Católica, la he encontrado llena de okupas.

Paso a paso, ¿cómo concentrar toda una vida en cuatro torpes letras juntadas de forma muy poco académica?

En la primera frase que abre este humilde escrito, aparece una palabra bien rara, nueva erístico. ¿Qué es eso? Viene de Nueva Era, que de nueva no tiene nada, es tan antigua, vieja como el fruto que Eva vio colgado de ese árbol, el prohibido, al cual no debía ni tan siquiera acercarse. Eso que pretende ser nuevo es tan viejo como el diablo mismo y bajo la apariencia de bondad, asoma la patita el viejo Lucifer, Satanás, Enemigo, Acusador, Y cuando se disipa el aroma a incienso de la India o Palo Santo de Ecuador, apesta a azufre. Bajo la suculenta apariencia del fruto prohibido, al morderlo, te lo tragas todo, la mentira, la maldad, la ignorancia y sobretodo, la soberbia. Pues de ahí vengo, del error y el horror, no me he dejado nada, lo he probado todo, y gracias a Dios, como quien es consumidor de un bufet libre, tal como cogía, desechaba. En esta telaraña me enredé, y en mi defensa diré, que todo fue por una razón: buscar a Dios y pensar que a Él se llegaba a través de infinitos e indiferentes caminos. ¿Espera, te suena? No hace tanto, nuestro Papa sacando pecho, en un alarde de infinita misericordia, tolerancia, amor del bueno, ¿o buenísimo?, lo afirmó. Ése pues es el aspecto agridulce de mi retorno, comprobar el estado paupérrimo en el que se encuentra la casa a la que he vuelto. No y mil veces no, a Dios no se llega por cualquier camino, quizá todos los caminos nos lleven a Roma, pero no a Dios. Lo sé, lo he sufrido, padecido, llorado como para que ahora me diga, ni que sea el mismísimo Papa que cundo Jesús bajó a por mí y me dijo «Yo soy el camino, la Verdad y la Vida» fue una alucinación, como también lo es el evangelio de San Juan. En fin… no sigo de momento, porque me enciendo y entristezco a partes iguales.

Voy a hacer pequeñas entregas, en realidad va a ser como un exorcismo, pero no quiero aburrirte, quiero informarte, enseñarte cosas que a lo mejor no sabes sobre el mal y el error, sobre la pretendida inocencia de ciertas propuestas que de buenas solo tienen la apariencia. De momento, ya sabes por dónde van a ir los tiros en estas palabras mal escritas y doy gracias infinitas a Dios, que no me abandonó en ningún momento, incluso cuando parecía que yo sí lo hacía. Gracias a mi deambular, he aprendido ciertas estrategias de Satanás, porque sí, hay que llamar a las cosas por su nombre. El diablo, el demonio, el enemigo, el mentiroso y asesino. Cuantas almas se salvarían si usáramos el lenguaje como toca y no con tanto eufemismo. Pero aquí paro, por un rato, para volver y seguir contando mi historia, tu historia que puede ayudar a otros a evitar lo que yo viví.

Eulàlia Casas, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés

dilluns, 7 de juliol del 2025

La regió tradicional i el nacionalisme (i II): Una lliçó del mestre Francesc Canals Vidal

La Cataluña tradicional contrapuesta al moderno nacionalismo liberal.

 

La regió tradicional i el nacionalisme (i II): Una lliçó del mestre Francesc Canals Vidal


El veritable afecte per la pàtria neix, tal com diu el mestre Torras i Bages, consagrat per la religió —aquella mateixa Santa Fe que els nacionalistes amaguen sinó destrueixen— en el país nadiu.



En l’anterior article vàrem esbossar la definició de nació en termes de doctrina tradicional i tractàrem de descriure l’essència de la pàtria catalana. L’objectiu d’aquestes notes a continuació és confrontar aquesta primera exposició amb l’estrafeta doctrina nacionalista, sigui en la seva forma desintegradora o en la seva contraposada forma unitària.

La doctrina nacionalista —propagada ja sibil·linament per la primitiva empresa catalanista— és filla de l’abominable doctrina liberal; d’aquí que actualment s’hagi confós, en l’ideari de tants partits secessionistes, l’anomenada aspiració nacional amb el projecte revolucionari, i aquests no volen saber-ne res de l’una sense l’altre. Ensems que el liberalisme proclama l’absoluta sobirania de l’individu, excusat de la seva naturalesa i fins de la seva pròpia consciència, omnipotent per a la lliure determinació i la plena satisfacció de la seva voluntat; així mateix, el nacionalisme estableix que les nacions poden autodeterminar-se mal que sigui a costa de la perversió de l’esperit nacional.

Aquesta operació perversa i absurda de descompartimentar el ser de l’essència, de pretendre preservar i potenciar el ser tot reformant l’esperit essencial del subjecte —que ens pot, i ens ha de semblar, ja a priori absurda, encara més en el context de la reivindicació nacional— fou exposada, desvergonyidament, per un dels pares del nacionalisme català, Enric Prat de la Riba, en la seva obra La Nacionalitat Catalana:

«Una Catalunya lliure podria ser uniformista, centralitzadora, democràtica, absolutista, catòlica, lliurepensadora, unitària, federal, individualista, estatista, autonomista, imperialista, sense deixar de ser catalana. Són problemes interiors que es resolen en la consciència i en la voluntat del poble (Prat de la Riba, 2007a).»


«El nacionalismo —afegeix Canals—, como filosofía política y como corriente cultural, no sólo no se originó del modo de ser tradicional de Cataluña, sino que, según afirmó Rovira i Virgili con acierto, supone la penetración en Cataluña [...] de los ideales de la Revolución francesa injertados por el vehículo ambiental de la cultura romántica (Canals Vidal, 2018).»


La nació, el poble, el país, reiterem, són termes estrictament socials que fan referència —el naixement— al nostre origen, a la comunitat que ens ha engendrat. El terme pàtria —la terra dels pares— fa referència al patrimoni de què som fills, la terra amb tot allò que s’hi mou. El patriotisme és la virtut d’afecció filial, la pietat que hem de sentir pel nostre origen. Com l’amor a la família no es pot separar de l’amor de Déu, ni aquests poden entrar en contradicció puix els engendra un mateix principi, la nació no es pot escindir de la tradició, perquè aquesta constitueix la seva sang; és l’estreta i imprescindible relació entre el cos i el seu flux vital.

Trobem, en l’esmentada obra de Prat de la Riba, una definició de nació que ens resulta prou agradable per la seva semblança:

«La societat que dóna als homes tots aquests elements de cultura, que els lliga i forma de tots una unitat superior, un ésser col·lectiu informat per un mateix esperit, aquesta societat natural és la NACIONALITAT (Prat de la Riba, 2007b).»

La definició de nació podria ser en bona part compartida amb l’exposada pels primers catalanistes —i també podria ser sostinguda la seva reivindicació confront la concepció uniforme i monolítica de l’Estat que promou el centralisme— mes la discrepància és clara en desplegar la definició: els nacionalistes menyspreen l’esperit nacional i el prostitueixen; s’entretenen a exalçar —com si fossin arqueòlegs en el jaciment d’una civilització morta— allò que cadascú imagina com el pal de paller de la nacionalitat. I, arborant el principi de nacionalitats, és a dir, de l’autodeterminació, parlen de l’existència d’una voluntat col·lectiva que s’interroga sobre la seva naturalesa i pot modular i deformar el seu ésser segons els dictats de la seva voluntat sobirana. Per a ells, no som fills de la pàtria sinó llurs autors.

«Sent la nacionalitat una unitat de cultura, una ànima col·lectiva, amb un sentir, un pensar, i un voler propis, cada nacionalitat ha de tenir la facultat d’acomodar la seva conducta col·lectiva, això és, la seva política, al seu sentiment de les coses, al seu seny, al seu franc voler. Cada nacionalitat ha de tenir el seu Estat (Prat de la Riba, 2007c).»


La perspectiva de Canals, en termes tradicionals, és de rebuig total al principi de les nacionalitats; no accepta el concepte romàntic de la nació que necessita un Estat per a la seva existència ni tampoc admet el principi rígid de l’unitarisme. El tradicionalisme rebutja aquest argument fonamental per a les unificacions nacionals de l’Itàlia i l’Alemanya, concebuts en bona part, per a la desintegració revolucionària dels regnes i imperis de la Cristiandat.

L’Estat modern, usurpador de la comunitat política constituïda per a la consecució del bé comú, no és indispensable per a la pàtria. La concepció moderna de l’Estat, principi d’existència, absolut i ple sobirà de la societat humana, fa semblar que sí; però tantíssims exemples històrics ens ho poden discutir: la monarquia hispànica i el seu vast imperi, la corona britànica i les seves diverses nacions, els Estats Units d’una única nació americana, les nacions nòmades, sense terra pròpia.

L’Espanya —unitat de pobles diversos amb una tradició i finalitats comunes— és un organisme regional. La unitat exigeix i pressuposa la diversitat; les nacions espanyoles, amb llurs idees i sentiments, caràcter i costums, institucions i lleis, són totes agermanades per una mateixa causa final, que és el fonament d’una acció, d’una política comuna, d’una gesta que ens reclama. Però aquesta acció, que emana de diverses fonts, no pot ometre ni descuidar la seva constitució regional —l’essència de cada poble—, puix és l’origen mateix de la força i de la seva robusta vitalitat.
 

En cloure aquesta petita exposició, voldríem recordar que ningú no pot sentir veritable afecció pels conceptes artificials d’una Espanya nacional ni tampoc d’un Estat català —com ho demostra l’escassa productivitat i la magritud dels grupuscles nacionalistes, ja desproveïts del joc d’il·lusions amb què havien inflamat les masses—. El veritable afecte per la pàtria neix, tal com diu el mestre Torras i Bages, consagrat per la religió —aquella mateixa Santa Fe que els nacionalistes amaguen sinó destrueixen— en el país nadiu:

«La parròquia en què fou batejat, el cementiri en què reposen els ossos de sos pares, la veu amiga de la primera campana que oí en la vida, la creu que fita l'entrada del terme, els honrats costums de tendra pietat, les pures afeccions de família, en una paraula, un món espiritual (Torras i Bages, 1985)».


Dr. Pere Pau, Círcol Tradicionalista de Barcelona Ramon Parés y Vilasau



BIBLIOGRAFIA:

Canals Vidal, Francesc. (2018). Escritos políticos (II) - Obras Completas Francisco Canals Vidal. Editorial Balmes; Primera edició, Vol. 12, p.388.

Prat de la Riba, E. (2007a). La Nacionalitat Catalana. Escola d’Administració Pública de Catalunya; Edició facsímil, p. 44.

Íbid., p. 69.

Íbid., p. 101.

Torras i Bages, J. (1985). L’Església i el regionalisme i altres textos (1887-1899). Edicions de la magrana/Diputació de Barcelona; Primera edició, p. 54.





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La región tradicional y el nacionalismo (y II): Una lección del maestro Francisco Canals Vidal



El verdadero afecto por la patria nace, tal como enseña el maestro Torras y Bages, consagrado por la religión —aquella misma Santa Fe que los nacionalistas no sólo esconden sino que destruyen— en el país nativo.



En el anterior artículo esbozamos la definición de nación en términos de doctrina tradicional y tratamos de describir la esencia de la patria catalana. El objetivo de estas notas a continuación es confrontar esta primera exposición con la remedada doctrina nacionalista, sea en su forma desintegradora o en su contrapuesta forma unitaria.

La doctrina nacionalista —propagada ya sibilinamente por el primitivo catalanismo— es hija de la abominable doctrina liberal; eso explica que actualmente se haya confundido, en el ideario de tantos partidos secesionistas, la llamada aspiración nacional con el proyecto revolucionario, y estos no quieren saber nada de la primera sin el segundo. Al mismo tiempo, el liberalismo proclama la absoluta soberanía del individuo, excusado de su naturaleza y hasta de su propia conciencia, omnipotente para la libre determinación y la plena satisfacción de su voluntad; asimismo, el nacionalismo establece que las naciones pueden autodeterminarse aunque sea a expensas de la perversión del espíritu nacional.

Esta operación perversa y absurda de dividir el ser de la esencia, de pretender preservar y potenciar el ser reformando el espíritu esencial del sujeto —que nos puede, y nos tiene que parecer, ya a priori absurda, todavía más en el contexto de la reivindicación nacional— fue expuesta, desvergonzadamente, por uno de los padres del nacionalismo catalán, Enric Prat de la Riba, en su obra La Nacionalitat Catalana:

«Una Cataluña libre podría ser uniformizadora, centralizadora, democrática, absolutista, católica, librepensadora, unitaria, federal, individualista, estatista, autonomista, imperialista, sin dejar de ser catalana. Son problemas interiores que se resuelven en la conciencia y en la voluntad del pueblo (Prat de la Riba, 2007.ª).»

 

«El nacionalismo —añade Canals—, como filosofía política y como corriente cultural, no sólo no se originó del modo de ser tradicional de Cataluña, sino que, según afirmó Rovira i Virgili con acierto, supone la penetración en Cataluña [...] de los ideales de la Revolución francesa injertados por el vehículo ambiental de la cultura romántica (Canals Vidal, 2018).»


La nación, el pueblo, el país, reiteramos, son termas estrictamente sociales que hacen referencia —el nacimiento— a nuestro origen, en la comunidad que nos ha engendrado. El término patria —la tierra de los padres— hace referencia al patrimonio del que somos hijos, la tierra con todo aquello que se mueve. El patriotismo es la virtud de afección filial, la piedad que hemos que sentir por nuestro origen. Como el amor a la familia no se puede separar del amor de Dios, ni estos pueden entrar en contradicción pues los engendra un mismo principio, la nación no se puede escindir de la tradición, porque ésta constituye su sangre; es la estrecha e imprescindible relación entre el cuerpo y su flujo vital.

Encontramos, en la mencionada obra de Prat de la Riba, una definición de nación que nos resulta suficiente agradable por su parecido:

«La sociedad que da a los hombres todos estos elementos de cultura, que los liga y forma de todos una unidad superior, un ser colectivo informado por un mismo espíritu, esta sociedad natural es la NACIONALIDAD (Prat de la Riba, 2007b).»

La definición de nación podría ser en buena parte compartida con la expuesta por los primeros catalanistas —y también podría ser sostenida su reivindicación frente a la concepción uniforme y monolítica del Estado que promueve el centralismo— mas la discrepancia es clara al desplegar la definición: los nacionalistas desprecian el espíritu nacional y lo prostituyen; se entretienen en exaltar —como si fueran arqueólogos en el yacimiento de una civilización muerta— aquello que cada cual imagina como la piedra angular de la nacionalidad. Y, enarbolando el principio de nacionalidades, es decir, de la autodeterminación, hablan de la existencia de una voluntad colectiva que se interroga sobre su naturaleza y puede modular y deformar su ser según los dictados de su voluntad soberana. Para ellos, no somos hijos de la patria sino sus autores.

«Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, una alma colectiva, con un sentir, un pensar, y un querer propios, cada nacionalidad ha que tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, esto es, su política, a su sentimiento de las cosas, a su cordura, a su franco querer. Cada nacionalidad tiene que tener su Estado (Prat de la Riba, 2007c).»

La perspectiva de Canals, en términos tradicionales, es de rechazo total al principio de las nacionalidades; no acepta el concepto romántico de la nación que necesita un Estado para su existencia ni tampoco admite el principio rígido del unitarismo. El tradicionalismo rechaza este argumento fundamental para las unificaciones nacionales de la Italia y la Alemania, concebidos en buena parte para la desintegración revolucionaria de la Cristiandad.

El Estado moderno, usurpador de la comunidad política constituida para la consecución del bien común, no es indispensable para la patria. La concepción moderna del Estado, principio de existencia, absoluto y pleno soberano de la sociedad humana, podría parecer que sí; pero tantísimos ejemplos históricos nos lo pueden discutir: la monarquía hispánica y su vasto imperio, la corona británica y sus diversas naciones, los Estados Unidos de una única nación americana, las naciones nómadas sin tierra propia.

España —unidad de pueblos diversos con una tradición y finalidades comunes— es un organismo regional. La unidad exige y presupone la diversidad; los pueblos españoles, con sus ideas y sentimientos, carácter y costumbres, instituciones y leyes, son todos hermanados por una misma causa final, que es el cimiento de una acción, de una política común, de una gesta que nos reclama. Pero esta acción, que emana de varias fuentes, no puede omitir ni descuidar su constitución regional —la esencia de cada pueblo—, pues es el origen mismo de la fuerza y de su robusta vitalidad.

Al cerrar esta pequeña exposición, querríamos recordar que nadie puede sentir verdadera afección por los conceptos artificiales de una España nacional ni tampoco de un Estado catalán —como lo demuestra la escasa productividad y la poca entidad de los grupúsculos nacionalistas, desproveídos del juego de ilusiones con que habían inflamado a las masas—. El verdadero afecto por la patria nace, tal como enseña el maestro Torras y Bages, consagrado por la religión —aquella misma Santa Fe que los nacionalistas no sólo esconden sino que destruyen— en el país nativo:

«La parroquia en que fue bautizado, el cementerio donde reposan los huesos de sus padres, la voz amiga de la primera campana que escuchó en la vida, la cruz que señala la entrada del municipio, las honradas costumbres de tierna piedad, las puras afecciones de familia, en una palabra, un mundo espiritual (Torras y Bages, 1985)».

Dr. Pere Pau, Círcol Tradicionalista de Barcelona Ramon Parés y Vilasau



BIBLIOGRAFIA:

Canals Vidal, Francesc. (2018). Escritos políticos (II) - Obras Completas Francisco Canals Vidal. Editorial Balmes; Primera edició, Vol. 12, p.388.

Prat de la Riba, E. (2007a). La Nacionalitat Catalana. Escola d’Administració Pública de Catalunya; Edició facsímil, p. 44.

Íbid., p. 69.

Íbid., p. 101.

Torras i Bages, J. (1985). L’Església i el regionalisme i altres textos (1887-1899). Edicions de la magrana/Diputació de Barcelona; Primera edició, p. 54.

diumenge, 6 de juliol del 2025

Cataluña resiste y canta: por aclamación popular y contra las órdenes del Ayuntamiento, «El meu avi» se canta en Palafrugell

Por aclamación popular, y gracias al empeño del nieto del compositor, el «El meu avi» se canta contraviniendo la prohibición de la organización de la Cantada.

 

Cataluña resiste y canta: por aclamación popular y contra las órdenes del Ayuntamiento, «El meu avi» se canta en Palafrugell



Derrota de la dictadura woke y de su política de cancelación



Tal como anunciaba Agencia FARO esta semana, el Ayuntamiento socialista de Palafrugell había prohibido, por primera vez en medio siglo, el canto de la habanera «El Meu Avi» en la Cantada de Habaneras de Palafrugell de este año 2025.

Las acusaciones (no probadas) contra su autor eran la excusa perfecta para prohibir una canción que, ni por su autor ni por su temática, caben en la pequeña ideología moderna.

Pero esa emblemática habanera es más que una canción: es como un himno oficioso de Cataluña y de la catalanidad.

El pasado sábado 5 de julio, durante la Cantada de Habaneras anual, la presentadora de TV3 anunció el programa oficial: la Cantada se cerraría con otras tres habaneras, según el programa oficial, y tal como vemos en este video.

Pero Cataluña resiste. Y la aclamación popular y el empeño del nieto del compositor, fiel a su sangre carlista, lograron lo contrario.

Disfruten de esta victoria popular y derrota de la dictadura woke:

https://youtu.be/Vlx7cTorCfQ

Cataluña resistió y cantó.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau





 



dimecres, 2 de juliol del 2025

Prohiben el canto de la tradicional habanera «El meu avi» en Palafrugell, por primera vez en casi medio siglo


Cantada de habaneras en la playa de Calella de Palafrugell.

 

Prohiben el canto de la tradicional habanera «El meu avi» en Palafrugell, por primera vez en casi medio siglo


Los progres-nacionalistas censuran al abuelo que fue a Cuba, en 1898, a bordo de «El Catalán», el mejor barco de guerra de la flota de ultramar de la Armada Española, y que murió por culpa de los norteamericanos.



Gerona (Agencia FARO).— Cataluña está que trina (pero en tono menor) tras la inesperada decisión del comité desorganizador de la Cantada de Habaneras de Palafrugell de retirar del repertorio de este 2025 la emblemática canción «El Meu Avui», una habanera que ha sido trending topic durante las 48 ediciones anuales del Festival, cantada con más emoción que sentido del ritmo.

La emotiva canción homenajea a unos marineros catalanes de Calella de Palafrugell (Ampurdán, diócesis de Gerona) que se alistaron a la Armada para defender, en 1898, la Cuba española contra el Imperialismo yanqui.

Más que una canción, es un himno oficioso de Cataluña y la catalanidad.

La canción fue compuesta en 1968 por José Luis Ortega Monasterio, nacido en Santoña (entonces Castilla La Vieja, hoy «Cantabria»), en 1918, e hijo de militares. Al quedar huérfano de padre y madre, fue a vivir a Palol d’Onyar (cerca de Gerona). Desde niño, en la escuela, ya componía canciones, como Estrellita marinera; además, cantaba en el coro de la Catedral de Gerona.

Desde entonces, entró en contacto con la lengua y la cultura catalanas, que siempre defendió.

De familia carlista, al producirse el Alzamiento de 1936 huyó a Francia, volvió a España a través de Hendaya, y se alistó en el Ejército Nacional durante toda la Cruzada. A su término, fue nombrado oficial de complemento y compaginó su carrera militar con la musical en lengua catalana.

Así, al mismo tiempo que estaba destinado en el Cuerpo de Regulares del Ejército en el Norte de África, fundó el grupo de habaneras Los Gringos (1942). En los años 50, ascendió a Capitán y fue destinado a Jaca y luego a Puigcerdà, como Jefe de Fronteras, mientras continuaba componiendo canciones en catalán. En los 60, como Comandante de Infantería en Menorca, compuso canciones para el grupo Los Parranderos y colaboró en el Festival de Canción Menorquina de Alaior.

En 1964, trasladado al cuartel de Palamós, fue uno de los primeros organizadores de la Cantada de Habaneras de Calella de Palafrugell (fundada en 1967), el mismo Festival que ahora censura sus canciones.

En los años 70, se opuso al régimen franquista y participó en la fundación de la Unión Militar Democrática. Por ese motivo, fue expulsado del ejército, pero su honor y rango de Coronel le fueron restituidos en 1984. Sin embargo, Ortega no volvió al Ejército, sino que se centró en su carrera musical: había fundado el grupo de habaneras Cavall Bernat en 1975 y se dedicaba plenamente a la música, cantando y componiendo.

 

Cantada de habaneras en la playa de Calella de Palafrugell.

Ni la vida del autor (un militar español que compone canciones emblemáticas en  lengua catalana, que luchó con Franco durante el Alzamiento y que luego se opuso a su Régimen) ni la emblemática canción (un homenaje a soldados catalanes enrolados en la Armada española para luchar contra Estados Unidos) encajan en el discurso woke, progresista y nacionalista, que aspira a reducir y encasillar la compleja realidad en las falacias de su ideología.

Así, en 2024, la televisión pública catalana, TV3%, emitió el documental «Murs de Silenci» en el que acusaba a Ortega Monasterio de proxenetismo en los años 90. Sus herederos interpusieron una demanda contra la televisión pública, procedimiento que se encuentra pendiente de resolución. Reclaman el restablecimiento del honor de Ortega Monasterio, la retirada del documental, la emisión de una rectificación, así como una indemnización de un millón de euros que la familia destinará al fomento de la cultura y la canción catalanas, especialmente de las habaneras.

Las acusaciones (aún por demostrar en sede judicial) de ese documental televisivo han servido de excusa a los socialistas de Palafrugell para censurar la habanera emblemática y, hoy, políticamente incorrecta. Aunque el pago de prostitutas y cocaína con dinero público, por parte de sus compañeros del PSOE, poco les importa.

Como respuesta a la prohibición y censura de estos hipócritas, nosotros vamos a cantar El meu avi, con un ron cremat y al pie del cañón:

https://youtu.be/g1_FXLhZLf0?si=FO5RUwL9ejLb5dhY

Cataluña resiste. Y canta.

Agencia FARO
/ Lo Mestre Titas / Circulo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés

 

Cantada de habaneras en la playa de Calella de Palafrugell.

 

divendres, 27 de juny del 2025

Patriótica defensa de la lengua catalana publicada en 1932 en el diario madrileño EL SIGLO FUTURO

Portada del diario madrileño EL SIGLO FUTURO del 22 de junio de 1932, y en primera plana el artículo «La lengua catalana», escrito por el carlista ilerdense Luis Ortiz y Estrada.


 

Patriótica defensa de la lengua catalana publicada en 1932 en el diario madrileño EL SIGLO FUTURO


Por el tradicionalista Luis Ortiz y Estrada (Lérida, 1889 - Barcelona, 1975), ingeniero, escritor y periodista


 

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En las efemérides carlistas del 22 de junio, Agencia FARO nos informa de que, en 1932, el diario madrileño «EL SIGLO FUTURO publica en primera plana una patriótica defensa de la lengua catalana». Por su interés y actualidad, reproducimos dicho artículo a continuación, escrito por del ilerdense Luis Ortiz y Estrada.

 

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«LA LENGUA CATALANA»
En el diario EL SIGLO FUTURO, Madrid, 22 de junio de 1932
Por Luis Ortiz y Estrada

No nos cansamos de repetir que somos contrarios al Estatuto catalán, que es nuestro deseo el que no se apruebe, por las razones expuestas multitud de veces y porque, ni aun por el camino indirecto del Estatuto, queremos dar nuestra sanción a una Constitución atea y persecutoria de nuestras creencias religiosas.

Pero a cuenta de oposición al Estatuto se han dicho y se dicen muchas cosas que no pueden merecer nuestra aprobación y no queremos que se pueda creer que con ellas nos solidarizamos.

Estos días se ha hablado y se habla de la lengua catalana y cómo debe usarse en Cataluña. EL SIGLO FUTURO ha hablado de esta cuestión. Posiblemente volverá a hablar de ella, pero, entretanto, tenemos un singular placer en reproducir fragmentos de trabajos de dos grandes autoridades, de cuyo españolismo no hay quien pueda dudar. Éste es nuestro homenaje a la lengua catalana en los presentes momentos.

Deja lo que sigue Menéndez y Pelayo en un trabajo titulado Raimundo Sabunde, español:

«¿Ignora el respetable clérigo (se refiere al abate Reulet) que los barceloneses, lo mismo ahora que en el siglo XV, no tienen por lengua materna el castellano, sino el catalán, es decir una lengua de oc, hermana del provenzal, hermana de la lengua de Tolosa, donde se escribió el Libro de las Criaturas, en un latín bastante malo, que abunda en catalanismos por ser catalán el autor y en provenzalismos, porque había residido mucho tiempo en Tolosa, y en repeticiones y desaliños y redundancias como todos los libros de profesores no literatos y más en el siglo XV?

»Déjese, pues, el abate Reulet de traer a cuento la lengua española, frase mal sonante y rara vez oída de nuestros clásicos, que se preciaron siempre de escribir en castellano. Tan española es la lengua catalana, como la castellana o portuguesa».


En la Introducción al programa, que el mismo autor escribió en sus oposiciones a la cátedra de Historia crítica de la Literatura española, del doctorado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central, decía:



«En primer lugar, y concretándonos a nuestro estudio, ¿existe, por ventura, una lengua española? ¿Es castizo ni propio ni adecuado este nombre? ¿Le usaron alguna vez nuestros clásicos? Antes del siglo XVIII, y en cuanto a mis lecturas alcanza, sólo recuerdo haberle visto en autores extranjeros. Prescindamos del nombre, y vamos a la cosa:


»¿Qué lengua es ésa? La castellana. ¿Y por qué? Porque desde el siglo XVI viene siendo la lengua literaria por excelencia, la más cultivada y enriquecida, y en tiempos más recientes ha podido considerarse como lengua oficial de la Península Ibérica, excepción hecha del reino de Portugal, cuya historia literaria consideran algunos tan distinta y apartada de la nuestra como la alemana o la inglesa, sin reparar que apenas puede darse un paso en la literatura castellana sin tropezar con huellas portuguesas.


»Si sólo desde el siglo XVI data este predominio del habla de la España Central, ¿qué hemos de hacer con la literatura de la Edad Media? ¿La estudiaremos sólo en uno de los pueblos peninsulares? ¿Y por qué en Castilla y no en Cataluña o en Portugal? ¿Qué fuero o privilegio especial teníamos nosotros sobre los demás españoles? ¡Y qué vacíos y contradicciones resultarían de ese estudio! Alfonso X, pertenecería a nuestra historia como legislador, como didáctico, como historiador, pero no como poeta, porque las Cántigas están escritas en gallego.

»Españoles fueron en la Edad Media los tres romances peninsulares: todos recorrieron un ciclo literario completo, conservando unidad de espíritu y parentesco de formas, en medio de las variedades locales. Eran tres dialectos hijos de la misma madre, hablados por gentes de la misma raza y empeñadas en la misma empresa. Las tres literaturas reflejaban las mismas ideas e iguales sentimientos y recíprocamente se imitaban y traducían.»



Y muy oportunamente cita las siguientes palabras de Almeida-Garret, poeta portugués por excelencia:

«Ni una sola vez se hallará en nuestros escritores la palabra español designando exclusivamente al habitante de la Península, no portugués. Mientras Castilla estuvo separada de Aragón, y ya mucho después de unida a León, nosotros y las demás naciones de España, aragoneses, castellanos y portugueses y todos, éramos, por extraños y propios, comúnmente llamados “españoles”, así como aún hoy llamamos alemán indistintamente al prusiano, sajón, hannoveriano, austríaco: así como el napolitano, el milanés, el veneciano y el piamontés reciben indistintamente el nombre de italiano.

»La pérdida de nuestra independencia política después de la batalla de Alcazarquivir dio el título de reyes de las Españas a los de Castilla y Aragón; título que conservaron aun después de la gloriosa restauración de 1640. Pero españoles somos, de españoles nos debemos preciar: Castellanos, nunca.»


Y el portugués que esto dice es uno de los mayores enemigos de la unidad política peninsular.

¿Y qué dice Mella, el orador que con tanta elocuencia cantó el españolismo? Pues dice lo siguiente:

«Así se forman las regiones que llegan a tener una personalidad jurídica, que posee franquicias para regir su vida interior, y que tiene también la expresión unas veces de su lenguaje, casi siempre de su derecho, y una fisonomía particular y privativa e instituciones peculiares que le son tan propias como su lengua (Rumores), sí, lengua, sí ¿qué duda cabe?

»Parecerá una cosa inaudita, será asunto de befa para las generaciones venideras que en el Parlamento haya podido discutirse alguna vez si el Estado tiene derecho a intervenir para cercenar la lengua de un pueblo. ¿Es que la lengua no es un importantísimo hecho social? ¿Es que la lengua ha brotado de una fórmula a priori lanzada por un legislador?

»Los orígenes de la lengua son misteriosos; su fuente se pierde en la obscuridad, como antes se creían perdidas las fuentes del Nilo. Las gramáticas aparecen siempre después de la formación de la lengua y los filólogos después de las gramáticas: la lengua obedece a leyes misteriosas cuando tiene su gestación en las entrañas de un pueblo; y este hecho, a donde el poder no alcanza, ¿va a estar sujeto al capricho de los legisladores, al capricho del Estado?

»¡Ah!, señores, eso equivaldría a que un día el Estado decretara que los ciudadanos tienen obligación de ser rubios o morenos. Por más que, dadas los tiempos que corren, no me extrañaría que se llegase a tanto, porque la química ha penetrado en el secreto de los tocadores. Y es cosa fácil el ver que una morena por la tarde, aparezca rubia por la mañana (Risas); de modo que no haría gran milagro el Estado con mandarnos por ese aspecto.

»Pero no me extrañaría, repito, que, si siguiesen los legisladores en ese afán de intervenir en todos los actos de la vida íntima de un pueblo, llegase un momento en que un ministro, queriendo dejar atrás a los demás en la tiranía recreativa de un cesarismo menudo, llegase a ordenar que se suprimiesen los ojos azules por demasiado ideales, los negros por demasiado incendiarios, y se obligase a todas las españolas a que llevasen los ojos trigueños (Risas).»



Medítense estos pasajes de dos españoles de cuerpo entero a quienes podrá discutirse en cualquier aspecto que no sea el amor acendrado a España y al idioma castellano.

España es realmente una unidad histórica y social que en ciertas épocas históricas no ha tenido unidad política (la actual es una, recuérdense Portugal y Gibraltar), pero no es una unidad lingüística. De este hecho hay que partir, considérese ventaja o inconveniente, que no es el momento ahora de dilucidarlo, y como la lengua materna de los catalanes es el catalán (lo dice Menéndez y Pelayo, y los hechos lo proclaman con elocuencia indestructible), piénsese que los catalanes a nuestra lengua materna la tenemos el mismo cariño que a la suya los castellanos.

Así como no se quiere a la madre por su elevada posición social, por su riqueza, por su hermosura, por sus virtudes, sino porque es la madre que nos dio el ser, los catalanes queremos también a nuestro idioma, porque ha sido nuestra madre espiritual, pues por su mediación, hemos recibido las primeras nociones, los primeros juicios. Que el castellano tiene mayor radio de acción, es más rico, más elocuente, más armonioso; podrá ser, no nos importa, como para querer a nuestra madre, no nos importa que las haya más ricas, más hermosas, de más virtudes, pero que no son la nuestra.

Y no se olvide tampoco que el catalán es español, tan español como el castellano, y que cuanto se hace para enriquecer, para limpiar, fijar y dar esplendor al catalán, en honra y gloria de España se hace.

Recuérdese, además, la frase de Almeida-Garret antes citada: Pero españoles somos, de españoles nos debemos preciar; y se verá que en el respeto al uso de los idiomas peninsulares en su propia esfera de acción, que es el de su pleno uso en la vida privada y pública, donde quiera que su hablar sea un hecho social, es posible encontrar las primeras bases de una federación con Portugal, condición indispensable para que España alcance el esplendor a que tiene derecho con ventajas para todos.

Luis ORTIZ Y ESTRADA


Republicado por el Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés

 

 

Luis Ortiz y Estrada (Lérida 1889 - Barcelona 1975), periodista e ingeniero carlista.

 

dijous, 26 de juny del 2025

De lo somi que tingué lo Cronista Don Berenat des Clot Dalamert en què uns fabulosos membres d’una Règia Acadèmia Literària de les Tradicions e Franqueses de Mallorques feren Santa Expedició a la Ciutat Comtal


 

De lo somi que tingué lo Cronista Don Berenat des Clot Dalamert en què uns fabulosos membres d’una Règia Acadèmia Literària de les Tradicions e Franqueses de Mallorques feren Santa Expedició a la Ciutat Comtal


 

Onírica cosa és, e certa!, que lo dia del Corpus de MMXXV, eren reunits a lo Monestir de Sant Bartomeu, a dalt d’un turó de la vila d’Inca, de l’illa de Mallorques, tots los membres de la comunitat de la Règia Acadèmia Literària de les Tradicions e Franqueses de Mallorques. Aquells homens oïren Missa e reberen lo Cos de Jesucrist ab devoció. També és ben oníricament cert que en aquell bell jorn ja s’hauien resolt a enviar una expedició de los seus mellors numeraris a retrobar les terres de los seus avantpassats e germans catalans, puix, nós (que vol dir jo) hauiem llegit un antic document del virtuós prohom Elías de Tejada, al cel sia, on aquest, savi com qui més, nos hauia confirmat l’estreta familiaritat entre los habitants del principat e los mallorquins, la qual hauria set amagada o embrutida e sotmesa a la discòrdia pels discursos de lliberals e moderns, cosa que hauien aconseguit ab la infiltració d’una vil doctrina, dita lo nacionalisme. E que aquesta idealògia no és per res patriotisme, per més que, per malesa e astúcia de son creadors, ho sembli. I és que en paraules de don Francesc Canals, al cel sia, lo nacionalisme és no més que un narcisisme malaltís, i fa fixar tot l’esforç de qui el pateix en una part concreta i no essencial de la pàtria pretesament defensada; e qui lo segueix perd lo seny e a l’encop que mou conflicte ab qui no ho ha de fer, evita posar-se a l’enfront de qui realment ha de combatre. E per tot açò que diem, los hòmens allà reunits pregaren a Nossa Senyora i al Sant del ganivet per tal que els assistíssen en l’empresa que l’esquadra hauria d’escometre, per així restablir vincles ab los bons hòmens del Principat que amaven a Verdaguer o Torras i Bages (al cel sien) e que abraçaven lo patriotisme autèntic; e, a la fi, unir esforços ab la resta de regnes de les grans corones catòliques.

E açò només comença, perquè no diríeu mai a qui volien unir-se aqueixos mallorquins. Puix inicialment no hi semblava haver a la Ciutat Comtal negú a qui fer-ho, sinó una tal dona Colau, o un don Illa o un qual sen Rufià –que lo nom, aquest últim, no sé si es perquè és un bandarra o perquè li ve de llinatge–, e resulta que tots aqueixos, o no sabien res del que hauien de saber, o bé es feien lo foll o, lo més possible, eren malvats.

No, no, però enc que semblés que no hi hauia negú, sí que hi era!... Doncs feia uns mesos que uns mallorquins hauien topat, en un passeig per la ciutat de València, a dos membres de lo Círcol Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau de Barcelona —e també altres del Círculo Antonio Ruiz de Galarreta, aquest últim del cap i casal del Regne de València, e de qui ja ens n’ocuparem—. Abdós mostraren  un nivell e unes accions d’apostolat a les seves terres que feren gran enveja a los mallorquins, perquè d'enveja n’haurien feta, e de precís, al més ple d’encert e d’enginy. E, doncs, com ja sabem succintament d'on prové lo nostre projecte elucubrat, continuem lo relat de lo somieig, què hauria esset real si ho haguera estat.

E  partiren set jorns passats lo dit (quan deim «lo dit» volem dir lo jorn a que ens hem referit al principi, lo Corpus, e no lo dit de la mà, ni de lo peu…). E hauien sortit de bon matí des de lo port de la Ciutat de Mallorques, òbviament, e navegat durant hores, menuts e segons a bord d’una vella barcassa que hauien llogat los diligents membres de la Règia Acadèmia  Literària de les Tradicions e Franqueses de Mallorques. E hauia estat que una gran tempesta los feu passar un viatge ben mogut, e lo timoner s’acubà a causa del mareig que duia a sobre, e hagueren de fer la seua feina altres mossos qui no en sabien. Però la providència dirigí la nau, ab gran encert, cap a l’egrègia ciutat de Barcelona.

E la comitiva, formada per los membres de la Règia Acadèmia ja dita –no tornaré a repetir aquest vers tan llong–, hauia desembarcat a lo port qual feren soldats, nobles e lo Rey en Jaume, al cel sia!,  l'any 1229, quan retornaren l’illa de Mallorques a Nossa Mare de Déu e a les quatre barres de lo comte Guifré lo Pelós, que també al cel sia.

E lo primer que feren les bones ànimes de lo Círcol en veure a los mallorquins és organitzar una meravellosa trobada ab aquelles gents, e ab gran joia es mostrarem ben satisfets d’encontrar los hòmens de Mallorques ab qui poder compartir lluita e donar-se un cop de ma, d’ull, d’orella, d’enteniment e de voluntat; e satisfer les necessitats d’aquella seua terra, pàtria e religió comunes que tant els han de menester.

E a l’endemà del desembarc, a l’hora del migdia, l’expedició de mallorquins fou rebuda ab honors a un bell casal de lo Círcol e organitzaren una reproducció d’aplech preliminar a les Corts de la gran Corona d’Aragó, puix los mallorquins e catalans hi assistien plegats, e per ço, tots junts, intercanviaren impressions respecte les empreses conjuntes que podien efectuar i la forma com procedir.

E resolgueren en aquelles juntes una gran entesa respecte la necessitat d’unir esforços en pro del Bé comú, e de la recuperació del primat de la Veritat i la Bellesa, los quals hauien brillat durant segles a les seues pàtries e regions. Principis que ja foren determinats en los bells mots que dirigí lo nostre Rey en Jaume a Alfons X de Castella e de Lleó e que es troben a lo seu famós e formós Llibre dels Fets:
 

«La primera cosa per Déu, la segona per salvar Espanya, la terça que Nós e Vós haiam tan bon preu e tan gran nom que per Nós e per Vós es salvada Espanya».

E per ço entengueren que caldria unir-se també ab la resta de regnes, regions, comtats e virreinats de totes les Espanyes, d'una banda de la mar e de l'altra, cosa que juraren solemnement perseguir.

E aprés d'això, em caigué un gibrell d'aigua fresca a la faç, puix la meua senyora estava cansada de cridar-me perquè m’aixequés de lo jaç, ja que se m’aferraven los llençols e havia d’arreglar lo burro per a anar a Ciutat a veure lo senyor veguer.

E aquí s'acabà lo meu somni, que fou humit només al seu final, per no voler atendre les meves obligacions. E que sapigueu que cada vegada que em vaig a colgar lo llit està més flonjo per la meua afició de roncar sense mesura.

E qüesta és la narració, imaginada de nit, de los fets que haurien ocorregut aquests últims jorns de lo mes juny de l'any en curs si hagués set real allò que és a la meua memorança o fantasia. Que Déu faça que sia premonitori d’un encontre real e no d’un maleït refredat causat per, sempre seguit, jaure ab lo llit banyat.

E com ja s’ha dit, que tot lo escrit és cosa inventada, es signa lo present document a dia XIX de lo mes de juny de l’any del Senyor MMXXV, a l’ombra d’una bella savina, a la fresca de l'embat, a prop de la Creu del Desembarc de Santa Ponsa, a l’illa de Mallorques.

Que Viva Crist Rey!

Don Berenat des Clot Dalamert, Prohom i cronista de la imaginària Règia Acadèmia Literària de les Tradicions e Franqueses de Mallorques.



 

P.S.: Nota informativa publicada a LA ESPERANZA:

https://periodicolaesperanza.com/archivos/29180

dimecres, 25 de juny del 2025

De Babilonia a Roma (I): Mi peregrinaje de la New Age al catolicismo


Tissot: «La huida de los prisoneros», c. 1896-1902, gouache sobre tabla, 22,7 x 29,7 cm, Jewish Museum (New York, NY)

 

De Babilonia a Roma (I): Mi peregrinaje de la New Age al catolicismo



No ha sido fácil el retorno a Roma, sino complicado, agridulce y doloroso. Dulce, sentirse en el hogar de nuevo. Agrio, porque me lo encontré como los hebreos encontraron Jerusalén a la vuelta del exilio: sin murallas, sin casas, ni calles; y lo que es peor, sin Templo. Pero Dios, seguía presente y el Espíritu planeaba sobre las ruinas para crear y recrear todo de nuevo.



Inauguro con éste, una serie de escritos que relatan mi conversión, por si no te había quedado claro, querido lector, del título que reza arriba. ¿Por qué he escogido este título? Confieso que me ha costado mucho encontrar un título con el que me sienta cómoda y que de una forma breve evoque una imagen clara de lo que van a significar estos escritos y de la que implica un proceso de conversión. En otras palabras, y siendo fiel al título, lo que pretenden los escritos que componen la serie que te acabo de anunciar, es relatar el camino de retorno a casa, al hogar. La vuelta del exilio.

Cuando uno lee el Antiguo Testamento, puede que se queda fascinado con la historia del Éxodo, la forma milagrosa de cómo Dios partió las aguas, para liberar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Claro, ¿quién no querría liberarse de las cadenas que lo oprimen? Cierto es que los hebreos clamaban con sus llantos a Dios y Él atiende sus súplicas y los libera. La esclavitud es realmente incómoda, dura, terrible. Visiblemente lacerante, uno puede ver las heridas, la carne viva, las cicatrices y la humillación. Y el lector, atrapado en el épico relato de la liberación de los esclavos, quizá olvida el retorno de los israelitas de Babilonia. A mí, las comprensiones me vienen de repente, como un rayo, un fulgor que irrumpe  entre dos oscuridades: ¡Zas! Ese haz de luz me da una nueva comprensión de algo que llevo tiempo mascando: a veces es un hilo del cual debo tirar para llegar más lejos y sobre todo más hondo, otras aparecen sin más y me enfoca una realidad que ni tan siquiera antes hubiera considerado. Con Babilonia me pasó todo un poco, y sigo tirando el hilo, y la luz a veces es nítida, otras oscilante, otras desaparece y vuelve aparecer, titilando o a lo bestia. ¿Qué pasa con Babilonia? Te debes estar preguntando. Un día me vino la imagen de los hebreos volviendo del exilio babilónico y tomé conciencia de que seguramente no todos volvieron. «¿Para qué? Con lo cómoda que se ha vuelto la vida aquí, en este suntuoso exilio, sus dioses, rituales, tampoco están tan mal, son poco exigentes, en comparación con nuestro Dios. Además, ya formamos parte de este lugar. Las punzadas de nostalgia cada vez duelen menos…. Aquí nos quedamos». Nunca se me hubiera pasado por la cabeza, que más de uno y de dos se quedarían allí, y poco a poco, Jerusalén iba desapareciendo de sus retinas y corazones. «¿Para qué marchar? ¿Cómo debes estar la ciudad Santa? ¿Qué habrá sido del Templo?» Nunca había pensado que irse de Babilonia no estaba en el plan de todos, a pesar de los cánticos, lágrimas derramadas, añoranza…. En cambio, yo, a pesar de la comodidad y exotismo de los dioses de oro chapado de mi Babilonia, yo, abandoné. Pero no lo hice sola, no tengo ningún mérito. ¿Qué es Babilonia? Para mí ha sido este espacio de tiempo, ¡quince años! Demasiados, en los que deambulé por el laberinto de la Nueva Era hasta que me marché. Una telaraña en la que quedé atrapada, y si no hubiera sido por lo que te comentaré, me hubiera devorado. De esto van a ir los siguientes capítulos, no sé cuántos van a ser, si te soy sincera. De Babilonia a Roma. La frase es corta, el trayecto muy largo y empezó en el mismo momento en que mis pies entraban en este lugar magnético, que atrapa con sus luces, colores, melodías y, sobre todo, admiración de los que por allí andan, deambulando, perdidos, sin saberlo. Como yo. ¿Roma? La Iglesia Católica, era fácil de adivinar. Pero no ha sido fácil el retorno, sino complicado, agridulce y doloroso. Dulce sentirse en el hogar de nuevo, agrio, porque me lo encontré como los hebreos encontraron Jerusalén a la vuelta del exilio, sin murallas, sin casas, ni calles y lo que es peor, sin Templo. Pero Dios, seguía presente y el Espíritu planeaba sobre las ruinas para crear y recrear todo de nuevo.

Esta heterodoxa introducción es suficiente para trazar el mapa de mi vuelta del exilio, mi retorno al hogar. Aguarda un poco. Necesito mi ritmo para acordarme de todo, no quiero dejarme nada, aunque duela. A pesar de la vergüenza, o la rabia, quiero contarte esta historia para que sirva de señal en el camino. ¡Stop! No pasar.

En estos tiempos de postmodernidad, y de postverdad, camino al posthumanismo, (soy consciente de que he escrito demasiado artículo, pero es en la visión de un futuro siempre mejor que el enemigo nos ataca), decía que en este mundo futurible, progresista, no está de moda la palabra Stop. Un mundo entretenido en crear puentes de diálogo, diversidad, globalización, tolerancia, en definitiva, pérdida del ser profundo, para diluirse en la masa informe, quizá es hora de derribar puentes y construir muros de contención. Como en tiempos de Esdras y Nehemías, lavantar de nuevo la muralla, alrededor de la Ciudad Santa y su Templo.

Eulàlia Casas, Círcol Tradicionalista de Barcelona Ramon Parés y Vilasau