dimecres, 24 de setembre del 2025

250 aniversario de la Consagración de la Basílica de la Merced y de la Proclamación canónica de la Virgen como patrona de Barcelona


 

250 aniversario de la Consagración de la Basílica de la Merced y de la Proclamación canónica de la Virgen como patrona de Barcelona


La Virgen de la Merced, baluarte de la Fe en una Barcelona asediada


Barcelona (Agencia FARO).— El 24 de septiembre se celebra la festividad de la Virgen de la Merced, copatrona y Princesa de Barcelona. El presente 2025 trae dos efemérides añadidas: el 250 aniversario de la consagración de la actual Basílica, de transición del barroco al neoclasicismo; y también el 250 aniversario de la Proclamación canónica solemne de la Virgen de la Merced como copatrona de Barcelona.

En efecto, el 10 de junio de 1775 está registrado en las «Actas Capitulares de la Orden de la Merced en Barcelona» (volumen III, folio 112) conservadas en el Archivo Histórico de la Basílica de la Merced, el siguiente texto original en latín: «Anno Domini MDCCLXXV, die decima mensis Iunii, hoc templum ad honorem Dei et Sanctissimae Virginis de Mercede, solemniter consecratum est...» («En el año del Señor 1775, el día 10 del mes de junio, este templo fue solemnemente consagrado al honor de Dios y de la Santísima Virgen de la Merced...»). Este nuevo templo, diseñado por el arquitecto Josep Mas i Dordal, discípulo de Ventura Rodríguez, se ubica sobre el antiguo templo de estilo gótico consagrado en 1267.

Y, por otro lado, tres meses después, el 24 de septiembre de 1775, tuvo lugar, en la entonces recién reconstruida Basílica, la lectura y proclamación solemne del Breve Apostólico del Papa Pío VI, emitido el 2 de febrero de 1775, que confirmaba canónicamente el patronazgo principal de la Virgen de la Merced sobre Barcelona. Este patronazgo ya había sido proclamado civilmente por el Consell de Cent (las autoridades municipales barcelonesas) el siglo anterior, el 25 de septiembre de 1687, tras una gran peste que desapareció milagrosamente cuando las autoridades civiles invocaron la protección de la Virgen. [Archivo Secreto Vaticano (Sección Epistolae ad Principes), con referencia ASV, Sec. Brev. 1775, fol. 112v-113r. Una copia autenticada existe en el Archivo Diocesano de Barcelona (Legajo Patronazgos, signatura ADB-P-1775-1)].



No es casualidad que ambos actos tuvieran lugar en 1775, en pleno despotismo ilustrado de Carlos III y en tiempo de ebullición de los ideales revolucionarios liberales, cuyo veneno se derramaría pocas décadas después y cuyos efectos sufrimos en la actualidad.

Pero la Princesa de Barcelona ya guiaba la fe de los barceloneses desde el siglo XIII.

En efecto, la noche del 1 al 2 de agosto de 1218, en plena Reconquista contra los sarracenos y cuando la frontera de la Cristiandad en el este peninsular se encontraba en el río Ebro, la Virgen descendió del Cielo y se presentó simultáneamente ante tres ilustres personajes: el Rey Jaime I, su confesor y consejero San Raimundo de Peñafort, y el caballero San Pedro Nolasco. En aquel descendimiento, la Virgen les manifestó que sería del agrado suyo y de su Unigénito Hijo que en su honor se instituyera una Orden de Religiosos que se dedicasen a librar a los cautivos del poder de los mahometanos.

Desde entonces, la Virgen de la Merced ha protegido a los barceloneses de infortunios materiales y espirituales. En un tiempo de confusión y desarraigo como el actual, en el que las esencias que forjaron la Hispanidad son atacadas con saña por el progresismo globalista y por alguna reacción equivocada contra él, la conmemoración de estas efemérides se alza como un acto de resistencia y afirmación.

Este aniversario debe ser para los barceloneses que nos reconocemos en los principios de la Tradición, la Monarquía Social y Representativa, y el Fuero, una afirmación de la Fe como cimiento de la vida pública.

Esta Basílica, testigo mudo de dos siglos y medio de historia, ha visto pasar revoluciones y persecuciones sangrientas, como la invasión napoleónica y la Cruzada de 1936, en las que la Fe fue perseguida con odio. Sus muros no son sólo piedra; son la memoria de una ciudad que supo resistir, que se encomendó a su Patrona en tiempos de pestes y tribulaciones, y que siempre encontró en Ella el consuelo y la fortaleza.

Frente a la corrupción revolucionaria actual, los carlistas catalanes reivindicamos la Barcelona que siempre se arrodilló ante su Patrona. Cataluña, como este templo, se mantiene en pie sobre los cimientos de su Tradición católica.

Que bajo la cúpula de la Basílica de la Mercè y bajo su maternal patronazgo, Barcelona encuentre el camino de vuelta a sus raíces y a su misión histórica: ser faro de Cristiandad en el Mediterráneo.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau.

 


 

 


 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada

Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.