
José María Cunill Postius. Foto: Wikipedia, archivo familia Cunill Rodríguez.
El carlista que volvió de la muerte: José María Cunill y el 19 de julio de 1936 en Barcelona
Fusilado el día siguiente, milagrosamente no murió. Se escapó a Navarra y allí fue uno de los organizadores del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat
Barcelona, madrugada del 19 de julio de 1936, domingo. Mientras la ciudad dormía un sueño inquieto, entre rumores de cuarteles agitados y grupos armados en las calles, un hombre de porte recto, boina roja y mirada firme daba la orden: «¡Ahora!».
A su alrededor, un grupo de 200 jóvenes tradicionalistas asintió en silencio. Eran requetés catalanes. El hombre, José María Cunill Postius, jefe del Requeté en Cataluña, los guiaba hacia el cuartel de San Andrés, al norte de la ciudad.
Sabían que tenían pocas probabilidades. Sabían que no serían muchos. Pero creían en algo más fuerte que los números: Dios, Patria y Rey.
Un carlista en la ciudad roja
Cunill había nacido en Berga (diócesis de Solsona), en 1896, en una familia profundamente católica: uno de sus tíos fue un destacado misionero claretiano.
Se trasladó a Tarrasa donde echó raíces, militó en la Comunión Tradicionalista, fue miembro de la Adoración Nocturna, y montó un negocio agrícola.
Formado en el carlismo desde joven, remodeló el Requeté y fue designado jefe regional del Requeté catalán por el delegado nacional de esta milicia, José Luis Zamanillo.
Durante los años de la Segunda República, se dedicó a fortalecer las filas carlistas, organizando Aplechs que encubrían el adiestramiento militar del Requeté.
Cuando tuvo noticia de los preparativos del alzamiento militar, Cunill movilizó discretamente a sus hombres durante los días previos al 18 de julio. Al llegar el momento, logró reunir cerca de 200 requetés en distintos puntos del área metropolitana. El objetivo era claro: apoyar el levantamiento militar en Barcelona, una ciudad dominada por fuerzas republicanas, anarquistas y comunistas. Una misión suicida.
Sublevación anarquista en el Cuartel de San Andrés, Barcelona, julio de 1936. |
Camino al cuartel
La madrugada del domingo 19 de julio, Cunill y sus requetés se dirigieron al cuartel de San Andrés, al norte de la ciudad. Pensaban encontrar allí respaldo y armas, y sumarse al levantamiento. Pero el jefe del cuartel era republicano y les despidió con malos modos. Los requetés no fueron recibidos ni armados. En cambio, las milicias anarquistas de la CNT-FAI sí que fueron armadas por el mismo gobierno de Lluís Companys.
El levantamiento militar en Barcelona, a diferencia de otras capitales, se deshacía a plena luz del día.
La trampa
Cunill y sus hombres intentaron reagruparse. Algunos se dispersaron. Otros fueron capturados. Él y su ayudante, José María Rosell Calbó, fueron detenidos el 20 de julio. La suerte de los vencidos en esa Barcelona era conocida: ni juicio, ni prisión. Fueron llevados al cementerio de Montcada —en las afueras de la ciudad— y fusilados sumariamente.
Pero Cunill no murió. Milagrosamente, logró sobrevivir al pelotón de fusilamiento. Se arrojó al suelo en el momento del fusilamiento, sin recibir ningún balazo, y fingió su muerte. El oficial que mandaba el pelotón le dio el tiro de gracia, pero solo le hirió ligeramente el cuello. Llegada la noche, volvió en sí. Pudo entrar en una casa, donde le curaron las heridas, y huyó a Navarra.
El requeté renace
Lejos de abandonar la lucha, Cunill retomó su puesto con renovado fervor. Se reincorporó a la dirección nacional del Requeté y fue uno de los organizadores del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, la unidad compuesta principalmente por requetés catalanes exiliados. Bajo su impulso, centenares de tradicionalistas que habían huido de la represión republicana se alistaron para combatir en el frente.
El Tercio de Montserrat se convertiría en una de las unidades más emblemáticas del carlismo catalán durante la Guerra Civil, combatiendo en los frentes de Aragón y del Ebro. Cunill, el hombre que había salido vivo del paredón, fue su principal alma organizadora.
Silencio y sombra
Se opuso al Decreto de Unificación entre el tradicionalismo y Falange, del 20 de abril de 1937.
Durante el franquismo, participó en actividades carlistas clandestinas y colaboró con Sivatte, Luis Ortiz, y otros en un intento de reorganizar el Requeté contra las autoridades franquistas.
Pese a su vida heroica, José María Cunill Postius ha quedado casi en el olvido.
Tal vez porque la Cataluña carlista fue siempre una anomalía incómoda para todos.
Pero aquel 19 de julio, mientras la mayoría de la ciudad se sumía en el caos, él caminó hacia el cuartel sin saber si volvería. Y volvió, pero de la muerte.
No todos los héroes hacen ruido. Algunos simplemente se levantan después de haber caído, como Cunill cuando se levantó milagrosamente el día que fue fusilado.
Josep de Losports, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau.
Alzamiento militar de julio de 1936 en Barcelona. Detención. 19-20 de julio de 1936. Autoría: Josep Maria Sagarra i Plana. Arxiu Nacional de Catalunya. |
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada
Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.