Hablemos en serio de inmigración e Iglesia postconciliar
La defección de la Iglesia postconciliar, en aras del falso ecumenismo, ha renunciado a misionar en tierras paganas africanas para fundamentar una buena moral, lo cual ha perjudicado el desarrollo económico en los países emigrantes
El pasado 19 de julio, Juan Manuel de Prada publicó en el diario ABC su excelente artículo Hablemos en serio de inmigración, que puede consultarse en este enlace.
En él, el autor da en la diana cuando constata que tanto la izquierda como la derecha fingen antagonismo pero en realidad sirven al mismo amo, el cual fomenta un orden económico ávido de mano de obra barata, para lo cual promueve la política de fronteras abiertas.
Desearíamos añadir al excelente artículo de De Prada una cuestión aparte, aunque relacionada: la defección de la Iglesia postconciliar que, en aras del falso ecumenismo, ha renunciado a misionar en tierras paganas africanas para fundamentar una buena moral, al tiempo que podría allí promover el desarrollo económico. Esto evitaría o minimizaría desastres de crueldad moral y pobreza física como la que sucede en tantos países de África. Y minimizaría, por tanto, la necesidad de emigración de sus habitantes.
En efecto, después del desastre del Concilio Vaticano II, obra de unos ideólogos, que nunca fueron misioneros y a veces ni párrocos, la Iglesia en África está sumergida por las sectas y el Islam.
En 1987, Monseñor Lefebvre, que fue misionero en África durante 30 años (desde 1932 hasta 1962), dijo: «Si las naciones occidentales que tenían el cargo de levantar esas poblaciones africanas no hubieran traicionado su misión y si la misma Iglesia no se hubiera negado a sí misma, en lugar de ver la inquietante progresión del islamismo, la mayor parte de África sería hoy católica» (Biografía, por Tissier de Mallerais, p. 257).
Monseñor Lefebvre fue testigo de cómo la evangelización de la Iglesia en África (antes del Concilio Vaticano II) transformaba no sólo a las almas sino también a las sociedades.
Así, Lefebvre vio personalmente que «donde llegaba la misión, las chozas se ordenaban alrededor de la iglesia, el trabajo adquiría dignidad, y las tribus abandonaban prácticas bárbaras. La Cruz hacía florecer la civilización» (Conferencia en Écône, 1976).
Esto era así porque «la fe católica no es sólo una religión individual; construye reinos, inspira leyes, santifica las costumbres y eleva la familia y la sociedad» (Le destronaron, 1988).
La clave, para Monseñor Lefebvre, era que «el misionero no viene a imponer una cultura extranjera, sino a purificar lo que está oscurecido por el pecado y elevar lo noble con la gracia de Cristo» (Conferencia en Dakar, 1948). Así, no sólo se bautizaban almas, sino que se «bautizaban culturas» —sin destruir lo bueno en ellas— para construir un orden social cristiano.
Monseñor destacaba de su labor misionera preconciliar en África, entre otras cosas:
— La significación del trabajo y la familia: Introducción del matrimonio indisoluble, defensa de la propiedad tradicional (comunal, gremial e individual), y la promoción de oficios artesanales.
— El abandono de prácticas contrarias a la ley natural: Como la poligamia, los sacrificios humanos o el infanticidio.
— El ordenamiento comunitario de las aldeas: Éstas se reorganizaban en torno a la iglesia, la escuela y el dispensario médico, creando así un núcleo de caridad y autoridad legítima.
Todo esto se perdió tras el Concilio, en aras del ecumenismo y del indiferentismo religioso promovido por la propia jerarquía postconciliar —ahora dicen que «todas las religiones llevan a Dios» (sic) o que «no existe un Dios católico» (sic)—, y de una labor meramente material y asistencial ajena al mandato evangélico de «id y predicad».
Por tanto, podríamos considerar que la actual inmigración africana en Europa responde, entre otras causas, a la de la defección de la Iglesia postconciliar en África: «Sin la Cruz, las clínicas y escuelas son sólo parches temporales. La verdadera caridad exige darles a los pueblos la luz de la fe». (Carta a los Bienhechores, n° 29, 1985).
A pesar de esta defección, algunos mantienen aún las misiones y la Tradición, transmitiendo lo que recibieron:
https://youtu.be/e783ljJ49Lo?si=noJuH3ixB_zTTcwJ
Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau
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