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Antonio Tort Reixach (en el centro) y su familia
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El carlista catalán Antonio Tort, joyero y padre de trece hijos, será beatificado el próximo 23 de noviembre
Ocultó en su casa al Obispo de Barcelona, Dr. Manuel Irurita, durante la Revolución de 1936 y ambos fueron martirizados juntos, por odio a la Fe. Antonio tenía entonces 41 años de edad.
El carlista catalán Antonio Tort Reixach (1895-1936), joyero de profesión, padre de 13 hijos, y afiliado a la Comunión Tradicionalista, será beatificado el próximo sábado 23 de noviembre de 2024, a las 11 de la mañana, en la Basílica de la Sagrada Familia de Barcelona, junto al sacerdote de Sabadell mossèn Gaietà Clausellas Ballvé (1863-1936), conocido como «el padre de los pobres» por la ingente y sacrificada labor que hacía por ellos.
Ambos fueron mártires en la persecución religiosa desatada por las hordas revolucionarias contra los católicos en 1936, en lo que ahora la Iglesia conciliar denomina impropiamente con el eufemismo progresista de «mártires españoles del siglo XX» [sic].
Esta denominación políticamente correcta no ha evitado que ambas beatificaciones sean silenciadas por la prensa nacionalista y socialista catalana, pues la vida y muerte de estos mártires representan una memoria histórica —auténtica, esta vez— contra el falso relato oficial impuesto por el poder actual, tanto civil como religioso. Éste pretende ocultar, o incluso justificar, la salvaje persecución religiosa perpetrada contra los católicos catalanes por parte del presidente de la (mal llamada) Generalitat, el masón Lluís Companys, de ERC. Éste creó, el 21 de julio de 1936, el «Comité Central de Milicias Antifascistas»: formado por milicianos comunistas, anarquistas y de ERC, que fueron armados y facultados con licencia para detener y, en la práctica, asesinar a los detenidos.
Esta persecución religiosa se ensañó especialmente contra aquellos católicos que más servían y ayudaban a los pobres y necesitados, como es el caso de estos dos mártires que serán beatificados el próximo 23 de noviembre.
Las virtudes heroicas de Antonio Tort
Por los informes de Mons. Francisco Muñoz Alarcón (q.e.p.d.), canónigo y Vicepostulador de la causa de beatificación de Antonio Tort, conocemos los detalles siguientes.
Don Antonio Tort Reixach nació en Monistrol de Montserrat, entonces diócesis de Barcelona (hoy, de Sant Feliu), el 29 de marzo de 1895. Hijo de Jaime y Ana. Contrajo matrimonio con Doña María Gavín Sagardía el 12 de agosto de 1917, de cuyo matrimonio nacieron 13 hijos.
Vivía con sus padres, esposa e hijos, y su hermano Francisco de Paula (soltero y también afiliado a la Comunión Tradicionalista), en la calle del Call, número 17, de Barcelona, junto a la Plaza de Sant Jaume, en el Barrio de la Catedral, lo que ahora se conoce, impropiamente, como «Barrio Gótico». Allí se encontraba la vivienda familiar y también el taller de joyería con el que Antonio daba sustento material a su familia.
Su virtud característica fue la caridad, tanto corporal como espiritual. Así, todos los domingos y fiestas de guardar oía Misa y comulgaba muy temprano, tras lo cual acudía al Sanatorio Antituberculoso del Espíritu Santo en Sant Adrià del Besós para asistir a los enfermos, hasta el mediodía. De regreso a su hogar, y después de comer, se dirigía a la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced, donde enseñaba catecismo a los niños y les entretenía durante toda la tarde, hasta la hora de cenar.
Sus devociones predilectas eran: al Sagrado Corazón de Jesús mediante el culto eucarístico (comulgaba todos los días y mensualmente asistía a su turno de Vela Nocturna) y a la Santísima Virgen (en sus advocaciones de la Merced, Montserrat y Rosario). La devoción al Rosario la practicaba en familia y también solo de paseo por la calle.
Era benefactor principal de la Pía Unión de San Miguel Arcángel y uno de los portantes del Santo Cristo de más relieve en Barcelona. Cada mes distribuía, por medio de su confesor, limosnas a varios pobres vergonzantes, y de este modo sostenía, también, a un maestro católico que enseñaba a los niños pobres en una barriada obrera de Barcelona.
Revolución de 1936 y ocultación del Obispo de Barcelona en su hogar
En la década de 1930, el carlismo en Cataluña era un importante movimiento popular. Sus Aplechs, o reuniones festivas, convocaban a miles de correligionarios, que estaban organizados en numerosos Círculos, Ateneos, Sindicatos de trabajadores (el fundador de estos últimos, Ramón Sales Amenós, también era barcelonés y coetáneo de Antonio Tort), milicia como el requeté, y su ideario y actividades se difundían por numerosa prensa escrita diaria y semanal.
Cuando se produjo el Alzamiento cívico-militar del 18 de julio de 1936, Antonio Tort se hallaba en Monistrol de Montserrat, en su casa de veraneo, por lo que no pudo participar en la acción del día 19 de julio de 1936 en la defensa de los cuarteles del 7º Ligero y Parque de Artillería de San Andrés, en Barcelona.
Desde Monistrol de Montserrat, Antonio hizo a pie el viaje a Barcelona para poder ayudar a la Iglesia, blanco predilecto de la Revolución.
«¿Los católicos hemos de ver que arden los templos y las casas religiosas sin hacer nada para impedirlo?», le dijo a su preocupada madre nada más llegar a la Ciudad Condal.
Providencialmente, halló el martes 21 de julio de 1936, por la mañana, al Sr. Obispo Dr. Irurita cuando salía de Palacio por la puerta excusada que daba a San Felipe Neri, sin saber a dónde dirigir sus pasos, acompañado de su familiar Marcos Goñi. A pesar de su familia numerosa, Antonio se llevó al Obispo y a su familiar a su casa, en la ya citada calle del Call, número 17. No eran los primeros refugiados que albergaba en su casa: allí ya había recogido también a cinco hermanas Carmelitas de la Caridad —una de ellas anciana y enferma—, religiosas que habían sido fundadas por Santa Joaquina de Vedruna, también carlista y de estirpe carlista.
Pero Antonio estaba tranquilo. «Un motivo, el principal, de su inalterable paz en aquellos días, era el de que no podía pasar nada en su casa porque él era indigno del martirio, de esta gracia tan singular que, según él, nada había hecho para merecerla», indica Mons. Francisco Muñoz en sus informes.
Más de cuatro meses permanecieron ocultos y recluidos en el hogar de los Tort, en la más absoluta discreción: desde el martes 21 de julio hasta el martes 1 de diciembre de 1936. Durante ese tiempo —y según describe la religiosa María Torres—, se respiraba en la casa un ambiente de piedad y recogimiento espiritual, compartido por toda la familia y por los demás refugiados en la casa. Cada día, el Obispo celebraba Misa a las seis y cuarto de la mañana, en la que los refugiados en la casa comulgaban y daban gracias durante la siguiente Misa, celebrada por mossèn Goñi. Por la tarde, rezaban juntos el Rosario y, tras la cena, las religiosas se retiraban a su cuarto y la familia conversaba un rato con el Obispo. Cada noche, desde una ventana, el Obispo Irurita bendecía la ciudad, sometida al terror de los milicianos.
Durante aquella reclusión, nació el último de los trece hijos de Antonio Tort, que fue bautizado por el reverendo Marcos Goñi y apadrinado por el Obispo Irurita, el 3 de septiembre de 1936.
Detención y martirio
Mercedes Tort, una de las hija de Antonio —y que posteriormente sería religiosa de las Hermanitas de la Asunción—, evoca el momento de la detención de su padre, de su tío, y del Obispo Dr. Manuel Irurita.
Era el martes, 1 de diciembre de 1936, festividad de San Eloy, patrón de los joyeros, profesión de Antonio Tort.
«Fue poco después de comer, sobre las tres de la tarde, sonó el timbre y fui a abrir, entraron rápidamente, eran siete, registraron y nos reunieron a todos en el comedor. Sí, Marcos Goñi Almandoz y el obispo eran primos. La patrulla [la legalizada Patrulla de Control núm. 11 de Pueblo Nuevo], tenía su cuartel en el [número] 360 de [la calle] Pedro IV, habían encontrado la lista de una peregrinación a Montserrat con mi nombre, yo tenía 18 años».
Antonio se despidió de su esposa María, de sus padres Jaime y Anita y de sus hijos, asegurándoles que iba al Cielo y que no les faltaría nunca la Providencia Divina, como así sucedió sensiblemente hasta la fecha. «Digueu: Sagrat Cor de Jesús, en Vós confio».
Y continuó Antonio diciendo:
«Adeusiau, fins al Cel... No en tocaran un cabell del cap que Déu no ho vulgui. No tingueu por, la Providencia no us abandonarà».
Su hija Mercedes, también detenida, le dijo «Papá, ens porten a matar». Pero Antonio le replicó: «Ens porten al Cel». Uno de los revolucionarios intervino: «¿Nosotros os llevamos al cielo?».
Y Antonio le respondió:
«Sí, nos lleváis al cielo si nos matáis; por ello nos os guardamos ningún rencor. Os perdonamos y rogamos a Dios por vosotros y por vuestras familias».
Mientras tanto, los demás milicianos de Companys aprovecharon para robar piezas de joyería de la familia y para destrozar las imágenes religiosas que encontraron.
Continúa Mercedes Tort:
«Era un coche muy grande, recuerdo cómo íbamos distribuidos, en el asiento de atrás el obispo, su familiar y yo; en los asientos intermedios mi padre [Antonio Tort] y su hermano Francisco, y delante el chofer y un miliciano. Además, en los estribos laterales iban un miliciano a cada lado cogidos de la ventana y fusil al hombro».
A Mercedes Tort la pusieron en libertad a las pocas horas y al resto les trasladaron, desde el cuartel de c/ Pedro IV, número 360, hasta la checa de San Elías (actual parroquia de Santa Inés, en el Barrio de Sant Gervasi). Durante la comida del día 3 de diciembre, en la checa, Antonio hablaba contento y alegre de su propia muerte: no era obstáculo para su alegría el dejar los suyos, pues los dejaba seguros en manos de Dios.
La noche del jueves 3 de diciembre de 1936, festividad de San Francisco Javier, patrón de Navarra, fue conducido al cementerio de Montcada (conocido como «el Paracuellos catalán»), junto al Obispo Irurita, mossèn Goñi, y su hermano Francisco de Paula.
Los cuatro fueron fusilados en la madrugada —en un «noche oscura y fría»— del viernes 4 de diciembre de 1936, según testigos de la prisión de San Elías cuyos testimonios fueron recogidos en el informe del Vicepostulador Muñoz.
Era primer viernes de mes, día dedicado a desagraviar y a honrar al Sagrado Corazón de Jesús, del que era gran devoto Antonio Tort.
Sus cadáveres fueron sepultados en la clandestina fosa común del Cementerio de Montcada, entre más de un millar largo de asesinados.
Identificación del cadáver de Antonio Tort
Los detalles de la identificación del cadáver de Antonio Tort los encontramos en el informe Mons. José Morera, Vicario General de la diócesis de Barcelona e instructor del expediente relativo a la identificación de los restos encontrados en Montcada, de fecha 15 de noviembre de 1943.
Así, el cadáver de Antonio fue identificado por su esposa María Gavín y por sus hijos José María y Victoria Tort Gavín en el cementerio de Montcada en 1940 (ficha 803). También identificaron los restos de su cuñado y tío Francisco de Paula (ficha 823), del Obispo Dr. Manuel Irurita (ficha 814) y de mossèn Marcos Goñi (ficha 788).
Tras esta identificación, los restos de Antonio Tort y de su hermano Francisco fueron trasladados a las iglesias del Pino y la Merced, de Barcelona, y posteriormente al nicho familiar en el cementerio de Les Corts, también de Barcelona, donde reposan en la actualidad.
Antonio Tort: ejemplo carlista en tiempos de persecución revolucionaria
Ser carlista en la Barcelona revolucionaria de 1936 significaba correr un gran riesgo: las iglesias estaban siendo saqueadas y la persecución contra aquellos que se mantenían firmes en la Fe se hizo más feroz. A ese riesgo, se sumó el de la ocultación en su propia casa del Obispo de Barcelona, de su familiar también sacerdote, y de varias religiosas religiosas Carmelitas de la Caridad.
La Fe y la valentía de Antonio Tort no se quebró en aquellos aciagos días, sino que —todo lo contrario— aumentó con la adversidad.
Antonio Tort nos presenta un ejemplo de coraje para nuestro tiempo, en el que la persecución aumenta de grado al ser moral o espiritual; y en el que los enemigos de la Fe y de la Causa se encuentran también, esta vez, entre quienes deberían defenderla.
Josep de Losports, Círculo Tradicionalista Ramón Parés y Vilasau (Barcelona)
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El Obispo Irurita durante su ocultación en casa de los Tort |