dimecres, 30 de juliol del 2025

Hablemos en serio de inmigración e Iglesia postconciliar

 

Hablemos en serio de inmigración e Iglesia postconciliar



La defección de la Iglesia postconciliar, en aras del falso ecumenismo, ha renunciado a misionar en tierras paganas africanas para fundamentar una buena moral, lo cual ha perjudicado el desarrollo económico en los países emigrantes




El pasado 19 de julio, Juan Manuel de Prada publicó en el diario ABC su excelente artículo Hablemos en serio de inmigración, que puede consultarse en este enlace.

En él, el autor da en la diana cuando constata que tanto la izquierda como la derecha fingen antagonismo pero en realidad sirven al mismo amo, el cual fomenta un orden económico ávido de mano de obra barata, para lo cual promueve la política de fronteras abiertas.

Desearíamos añadir al excelente artículo de De Prada una cuestión aparte, aunque relacionada: la defección de la Iglesia postconciliar que, en aras del falso ecumenismo, ha renunciado a misionar en tierras paganas africanas para fundamentar una buena moral, al tiempo que podría allí promover el desarrollo económico. Esto evitaría o minimizaría desastres de crueldad moral y pobreza física como la que sucede en tantos países de África. Y minimizaría, por tanto, la necesidad de emigración de sus habitantes.

En efecto, después del desastre del Concilio Vaticano II, obra de unos ideólogos, que nunca fueron misioneros y a veces ni párrocos, la Iglesia en África está sumergida por las sectas y el Islam. 

 



En 1987, Monseñor Lefebvre, que fue misionero en África durante 30 años (desde 1932 hasta 1962), dijo: «Si las naciones occidentales que tenían el cargo de levantar esas poblaciones africanas no hubieran traicionado su misión y si la misma Iglesia no se hubiera negado a sí misma, en lugar de ver la inquietante progresión del islamismo, la mayor parte de África sería hoy católica» (Biografía, por Tissier de Mallerais, p. 257).

Monseñor Lefebvre fue testigo de cómo la evangelización de la Iglesia en África (antes del Concilio Vaticano II) transformaba no sólo a las almas sino también a las sociedades.

Así, Lefebvre vio personalmente que «donde llegaba la misión, las chozas se ordenaban alrededor de la iglesia, el trabajo adquiría dignidad, y las tribus abandonaban prácticas bárbaras. La Cruz hacía florecer la civilización» (Conferencia en Écône, 1976).

Esto era así porque «la fe católica no es sólo una religión individual; construye reinos, inspira leyes, santifica las costumbres y eleva la familia y la sociedad» (Le destronaron, 1988).

La clave, para Monseñor Lefebvre, era que «el misionero no viene a imponer una cultura extranjera, sino a purificar lo que está oscurecido por el pecado y elevar lo noble con la gracia de Cristo» (Conferencia en Dakar, 1948). Así, no sólo se bautizaban almas, sino que se «bautizaban culturas» —sin destruir lo bueno en ellas— para construir un orden social cristiano. 

 



Monseñor destacaba de su labor misionera preconciliar en África, entre otras cosas:


La significación del trabajo y la familia: Introducción del matrimonio indisoluble, defensa de la propiedad tradicional (comunal, gremial e individual), y la promoción de oficios artesanales.

El abandono de prácticas contrarias a la ley natural: Como la poligamia, los sacrificios humanos o el infanticidio.

El ordenamiento comunitario de las aldeas: Éstas se reorganizaban en torno a la iglesia, la escuela y el dispensario médico, creando así un núcleo de caridad y autoridad legítima.

Todo esto se perdió tras el Concilio, en aras del ecumenismo y del indiferentismo religioso promovido por la propia jerarquía postconciliar —ahora dicen que «todas las religiones llevan a Dios» (sic) o que «no existe un Dios católico» (sic)—, y de una labor meramente material y asistencial ajena al mandato evangélico de «id y predicad».

Por tanto, podríamos considerar que la actual inmigración africana en Europa responde, entre otras causas, a la de la defección de la Iglesia postconciliar en África: «Sin la Cruz, las clínicas y escuelas son sólo parches temporales. La verdadera caridad exige darles a los pueblos la luz de la fe». (Carta a los Bienhechores, n° 29, 1985).

A pesar de esta defección, algunos mantienen aún las misiones y la Tradición, transmitiendo lo que recibieron:


https://youtu.be/e783ljJ49Lo?si=noJuH3ixB_zTTcwJ


Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

 

 


 

divendres, 25 de juliol del 2025

Puigdemont exige a Pedro Sánchez el Ayuntamiento de Barcelona a cambio de su apoyo en el Gobierno de España

 

Puigdemont exige a Pedro Sánchez el Ayuntamiento de Barcelona a cambio de su apoyo en el Gobierno de España


La sombra del separatismo vuelve sobre Barcelona, de la mano de un Pedro Sánchez en crisis y decadencia por numerosos casos de corrupción.



Barcelona, (Agencia FARO).– El fugado expresidente catalán, Carles Puigdemont, negociará con Pedro Sánchez el control de la alcaldía de Barcelona a cambio de su apoyo en el Gobierno de España. Según una exclusiva de El Confidencial, socialistas y puigdemonistas mantendrán una reunión secreta (hasta ahora) en el sur de Francia, para negociar (rectius, repartirse) el poder político en tiempos de crisis para ambos.

El trueque político: Barcelona por Madrid

Puigdemont, refugiado en Bélgica por su actuación «artística» durante el golpe separatista de 2017, se podría convertir así en una pieza clave para la supervivencia del Gobierno de Sánchez, que se encuentra en crisis y debilidad por múltiples casos de corrupción.

A cambio de asegurar los votos de Junts en el Congreso, el líder separatista exigiría el desplazamiento del actual alcalde barcelonés, el socialista Jaume Collboni, y la entrega de la ciudad a un gobierno afín a sus intereses.

El objetivo de Puigdemont sería recuperar el control institucional en Cataluña, empezando por su capital, con un doble propósito: relanzar el procés secesionista y cortar el vuelo a Aliança Catalana de Silvia Orriols.

Mientras, Pedro Sánchez, en su afán por mantenerse en el poder a cualquier precio, estaría dispuesto a ceder una de las ciudades más importantes de España.

¿Hasta dónde llegará Sánchez?

Pedro Sánchez, maestro en el arte de la supervivencia política, parece dispuesto a pagar cualquier precio por mantenerse en La Moncloa, incluso si eso significa entregar Barcelona a los separatistas.

La cuestión por dilucidar es dónde se encuentran los límites de Pedro Sánchez, si es que los tuviere.

Mientras tanto, los españoles asistimos, una vez más, al cambalache democrático perpetrado por una casta política liberal que antepone sus intereses particulares al Bien Común.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau.

dimecres, 23 de juliol del 2025

De Babilonia a Roma (III): Católica y aun así…

Jerónimo Bosch: EL CARRO DE HENO, hacia 1515, óleo sobre tabla, 147 cm x 212 cm, Museo de El Prado (Madrid).
 

 

 De Babilonia a Roma (III): Católica y aun así…



Soy la típica niña barcelonesa que vivió una religión católica postconciliar: un producto más del mundo, un poco más solemne quizá, pero uno más. Tristemente. Con este panorama, en este contexto, Cristo no pasaba de ser un protohippy bueno y buenista, preocupado más por los pobres, el amor en minúscula que por la salvación de las almas.



Te dije que iba a contar mi historia, y lo voy a hacer. Pero en realidad no tiene ninguna importancia, no nos centremos en esto. Sólo es el dedo que señala la Luna y lo que importa aquí es precisamente la Luna y no el dedo. Todo esto va de mostrar cómo el Enemigo actúa y cómo Dios salva. Lo que quiero es mostrarte el patrón con el que el Enemigo obra, para que puedas identificar el tufillo a azufre en cada sugerente propuesta espiritual que aparezca en tu vida. Dios es el verdadero; el Enemigo, su burdo imitador. Dios es una joya de oro; el Enemigo, oro chapado. Puede que al principio seduzca, como hizo con Eva, conmigo, con tantos ingenuos, que no inocentes caen en su juego. Pero una vez conoces su motivación, formas, estrategias, patrón, lo calas al instante y lo destruyes. Sí, ése es nuestro poder, aniquilar el poder del Enemigo. Pero todo eso, no lo sabía. Vayamos por partes.

Primero, deja que te ubique un poco, ¿de dónde venía yo? ¿De dónde vengo? Soy la típica niña barcelonesa nacida en una familia católica, de padres católicos y practicantes. Educada en los setenta donde ciertos valores tradicionales todavía seguían en pie.  Fui bautizada con todo honor en la Catedral de Barcelona un 12 de octubre de 1967, una semana después de mi nacimiento. Hice religión en el colegio, catequesis en el convento franciscano de Sarrià, la primera comunión en la parroquia de Arenys de Mar y la confirmación en el Monestir de Pedralbes. Íbamos cada sábado por la tarde a misa. Entonces, con esta base, ¿por qué se torció todo? No quiero con lo que voy a contar tirar pelotas fuera o eludir responsabilidad de mis malas decisiones o caminos errados, para nada, pero es importante el contexto, no como pretexto, sino como marco de la historia. Soy la típica niña barcelonesa que vivió una religión católica postconciliar, ¿y eso qué significa? La misa a la que acudía, en Arenys de Mar, la «missa de joves», era un espectáculo digno de vivir: una batería, guitarras, coros, música «pop», entretenida, que nos conectaba con el mundo y no con el misterio. La iglesia era un lugar de encuentro, nos lo pasábamos bien, la verdad. El párroco, poeta con carisma, orgulloso del clima creado, de la música y las buenas vibras. Y me pregunto, ¿qué estaba en juego ahí? El sacrificio de Cristo y el misterio brillaban, pero por su ausencia; en todo caso, aquellas performances eran una reproducción de lo que podías encontrar en el mundo, pero en una iglesia le daba el toque cristiano, piadoso, amoroso, kumbayá. Mundano, vamos, sin eufemismos. Nadie se arrodillaba en la consagración y éramos de comunión en la mano. Recuerdo el día que nos enseñaron en religión y catequesis cómo hay que poner las manos para comulgar, con lo cual el sentido de la sacralidad de esa hostia era inexistente; estaba al nivel de una galleta maría. Ir a Misa era un evento social, como ir luego a hacer el vermut o al club de tenis. Tenía la misma categoría tradicional, como ir a comprar el tortell del domingo o comer un pollo a l’ast. Y así me nutrí desde bien pequeña, en una religiosidad catalana moderna, kumbayá, que se jacta de mantenerse en pie, sin hincar la rodilla, no como los rancios de la meseta. Esa fue una puerta entornada, muy fácil de abrir por el enemigo cuando llegó el momento preciso. Recuerdo mi boda, por la iglesia, como era tradición, sin que nadie, ni laico ni sacerdote, me enseñara en qué consistía este sacramento. La confesión ni tan siquiera se nombraba; junto a mi primera comunión hice mi primera y última confesión.

Ésta era la religiosidad postconciliar que yo viví, un producto más del mundo, un poco más solemne quizá, pero uno más. Tristemente. Con este panorama, en este contexto, Cristo no pasaba de ser un protohippy bueno y buenista, preocupado más por los pobres, el amor en minúscula que por la salvación de las almas.  Ése fue el caldo de cultivo en el que se empezaba a gestar el error, la desviación, las encrucijadas y el laberinto. A eso le sumamos una sed espiritual insaciable, una voracidad por encontrar la Verdad, la de verdad. En la distancia, puedo entender que viajara a lugares espirituales más exóticos, y todo hay que decir, fieles a sus enseñanzas y tradiciones. Si bien equivocados, se respiraba una absoluta fidelidad a lo suyo, sin los complejos que abochornan a tantos católicos, dentro y fuera de la Iglesia. Afortunadamente, Dios sabe todo, y no sólo nos mira, sino que nos ve, y como el padre del hijo pródigo, nos espera en el camino, nos abraza antes que nosotros a Él, porque nos ha amado primero. Pero eso, todavía no lo sabía.

Eulàlia Casas, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

 

 

dilluns, 21 de juliol del 2025

21 de julio de 1936: encuentro providencial entre el carlista Antoni Tort y el Obispo Irurita

Calle Montjuïch del Bisbe, de Barcelona. Abajo a la derecha, la puerta (hoy tapiada) del Palacio Episcopal por donde huyó el Obispo Irurita tal día como hoy. A espaldas de la cámara, el número 3 de esa misma calle, el lugar del encuentro providencial con nuestro correligionario Antoni Tort Reixach.
 

 

21 de julio de 1936: encuentro providencial entre el carlista Antoni Tort  y el Obispo Irurita



El Obispo de Barcelona, Monseñor Irurita, deambulaba sin rumbo por las calles de Barcelona para huir de la milicia rojo-separatista




Tal día como hoy, 21 de julio, pero de 1936, tuvo lugar el encuentro providencial entre el carlista Antoni Tort Reixach, joyero y padre de trece hijos, y el Sr. Obispo de Barcelona, Monseñor Manuel Irurita Almándoz, que deambulaba sin rumbo por la calle Montjuïch del Bisbe, a la altura del número 3, junto a su primo y sacerdote, D. Marcos Goñi Almándoz, para huir de la milicia rojo-separatista.

Antoni Tort ocultó al Sr. Obispo y a su primo sacerdote en la casa familiar de los Tort, en la calle del Call, número 17, donde residía junto a su hermano Francisco —soltero y también carlista— su esposa María, sus numerosos hijos, sus padres Jaime y Anita. Y donde ocultaba, además, a cinco hermanas Carmelitas de la Caridad (fundadas por la también carlista Santa Joaquina de Vedruna).

Todos ellos permanecerían allí escondidos durante más de cuatro meses: hasta el 1 de diciembre de 1936, cuando serían descubiertos y martirizados por los milicianos de Lluís Companys.

El martirio fue ejemplar: Antoni Tort se despidió serenamente de su familia asegurándoles que iba al Cielo y que no les faltaría nunca la Providencia Divina, como así sucedió sensiblemente. El Obispo Irurita, su primo Goñi, y los dos hermanos Tort, ambos carlistas, fueron fusilados en el Cementerio de Montcada, en la madrugada del viernes 4 de diciembre de 1936: era primer viernes de mes, día dedicado a desagraviar y a honrar al Sagrado Corazón de Jesús, del que era gran devoto Antonio Tort.

Ya publicamos una breve semblanza de Antoni Tort y una nota sobre la ocultación y martirio del Obispo Irurita, que pueden consultarse en los siguientes enlaces:

 

En el cuaderno de bitácora del Círculo carlista:

https://circolcarlistabcn.blogspot.com/2024/11/el-carlista-catalan-antonio-tort-joyero.html

 

En el periódico La Esperanza, en dos entregas:

https://periodicolaesperanza.com/archivos/25998

https://periodicolaesperanza.com/archivos/26004


 

Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

diumenge, 20 de juliol del 2025

¿Es sorprendente el caso de Torre Pacheco? El Ejido responde 25 años después


 

¿Es sorprendente el caso de Torre Pacheco? El Ejido responde 25 años después



Se aniquila día a día el espíritu de un pueblo tan plural como el hispano para poder acomodarlo a las necesidades de lo que sea la UE, auspiciada por la verdadera Babel



La modernidad se ha preguntado mucho por la caldeada de «integrar» a grupos «minoritarios» en sus sistemas políticos y económicos liberales. Claro ejemplo de ello ha sido el indigenismo americano, y en no pocos casos americanista (Testem Benevolentiae Nostrae, 1899). Pasadas ya las pasiones algunos etnólogos han reflexionado al amparo del caso mexicano de Aguirre Beltrán:


El predominio de la visión del indio como «integrante» de una «región de refugio» fue tal que quedó poco espacio para considerar otras situaciones donde la población indígena se desarrolla sin la orientación peculiar de las políticas indigenistas como los casos de colonos suburbanos, de migrantes y chicanos en Estado Unidos, de comerciantes indígenas ambulantes, de albañiles transmigrantes o, en especial, nuevas identidades que buscan en el pasado indio la fundamentación de sus actuales reivindicaciones.


Nos explicaba Pedro Arrieta (1997: 93), como ya se hace notar en el artículo, esta integración política por vía del socialismo —en el sentido de fundamentalistamente o monomaniacamente sociológica—, ha seguido hasta el presente en los debates sobre derecho sea en el ámbito hispanohablante (Krotz, 2014) así como el lusoparlante (De Soua Santos, 2009). No puede negarse que el «desarrollismo» ha recibido sus críticas, más solo para conducir a un «postdesarrollismo» tan vacuo o más, inclusive, que el anterior —pues ahora, de lo vacuo se da lugar a estructuras, instituciones, categorías endebles y pútridas—. Arturo Escobar era preguntado por Andreu Viola de forma inteligente y pese que era capaz de afirmar que «el desarrollo ha sido, más que todo, promovido y pensado desde la razón instrumental anglosajona», la postmodernidad —incluso al ecologista que se ha pretendido así misma más «realista» y menos conductivista— solo permite desear «nuevas formas de entroncarse con el desarrollo, donde se nutren, lo cultural, en formas que tiendan más hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente dentro de su propia perspectiva y autonomía cultural y política» (Viola, 1999: 150 y 148). En España no poco de esto llegó al amparo de antropólogos exiliados como Claudi Esteva Fabregat, quienes además se dedicaron a negar el trabajo de tantos otros como Francisco Elías de Tejada y sus trabajos etnológico-jurídicos, Julio Caro Baroja (1) y su multidisciplinariedad etnográfica sin parangón o el trabajo silencioso pero de altísima calidad de Valdés del Toro —cuya demencia en sus últimos años, intuimos, facilitó una excusa eugenésica—.
 

No obstante esto, Claudi Esteva Fabregat es un ejemplo insigne de un antropólogo liberal —kantiano en realidad— que desarrolla su teoría al amparo del «mito marxista» (de Tejada, 1969), y analiza el desarrollo de las «sociedades industriales» —al amparo las más de las veces de autores anglosajones que analizaron el fenómeno industrial a principios de siglo XIX como Maine, Smith o Spencer—. Sumidos como están en una «dialéctica sintética» entre tesis y antítesis de calces —en una reproducción que no pocos han acusado de maniqueísmo— se exige un perpetuo «biculturalismo» (Esteva Fabregat, 1984): civil e indio, hombre y mujer, adolescentes y adultos, dueños y no dueños de los medios de producción, etc. etc., y así mismo entre nacionales y extranjeros, o si se quiere entre «oriundos» y «arribados» o «inmigrados». Y así debe aspirarse a una «dialéctica sintética» entre ambos grupos que genere una «novedad». Es la definición de «utopía» desde Owen y tantos otros previos en realidad… la misma torre de Babel.
 

Así, lo que vemos ahora en Torre Pacheco (Murcia) me ha recordado a algo que leí hace ya casi una década en un manual de antropología económica: El Ejido, un experimento del capitalismo moderno, de Ubaldo Martínez Veiga, catedrático de antropología en la UAM española.
 

Ambas regiones viven de una economía agrícola asfixiada por los mercados internacionales; así mismo, las bolsas de mano de obra distribuidas en núcleos urbanos llevan a contratar mano de obra inmigrada de África, dada la precariedad por la que se hace este «trasplante de poblaciones» o «colonización interior», no se integran de modo alguno —no se bautizan, no aprenden el idioma, no se sienten implicados en al vida comunitaria negando la religión—, una explotación descarada de esta mano de obra por falta de protección legal y social en general —recordemos que el Estado no es el principio y fin de toda forma de derecho—.
 

En el año 2000, dos marroquíes apuñalaron a dos personas en El Ejido, matando a una de ellas. En las horas presentes, estamos «solamente« ante una paliza. Mientras que en al año 2000 no existían los medios de comunicación digitales que existen a día de hoy, se organizaron movilizaciones masivas. Resurgía así la Ley del Talión, que exigía sangre sin negar una parte que sencillamente se hubiera conformado con el viejo y demasiado infravalorado destierro.
 

Los dos son pasajes auspiciados por el liberalismo político y económico. Aquello que empezó por acusar «la sopa de los conventos» de miserable, ha llenado de miseria las calles, convirtiendo a las personas-humanas en miserables que buscan la violencia, el caos… donde ese consenso garantizado en la Villa y Corte —y por extensión en todas las capitanías autonómicas: Barcelona, Vizcaya, Sevilla, Zaragoza, Santiago (2), etc. etc.— cuesta ya no la «paz social», ya no el «estado de bienestar», ya no la «seguridad/opinión pública»… nada de eso. Lo que se pone en juego es la existencia misma de los pueblos que han habitado y habitan un territorio concreto. Se aniquila día a día el espíritu de un pueblo tan plural como el hispano para poder acomodarlo a las necesidades de lo que sea la UE, auspiciada por la verdadera Babel.


¿AUTHORITAS, NON VERITAS, FACIT LEGEM?

 

Artur J. Llinares, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau




Bibliografía:
 

ARRIETA, P. (1998). “Dinámica étnica, modernización y ritual e el medio rural de México”. En: Quaderns de l’isntitut Català d’Antropologia. Nº 10. Pp.: 93-120.
 

CARO BAROJA, Julio (1974). “El hombre de campo y el campesino como objetos de especulación política”. En: De la superstición al ateísmo. Meditaciones antropológicas. Madrid: Taurus. Pp.: 123-148.
 

DE SOUSA SANTOS, B. (2009). Sociología jurídica crítica. Para un nuevo sentido común en el derecho. Madrid: Trotta, Bogotá: Lisa.
 

ELÍAS DE TEJADA (1969). “El mito del marxismo”. En: AA.VV. Los mitos actuales. Actas de la VIII Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, celebrada en Barcelona en el Instituto Filosófico La Balmesiana, los días 1, 2 y 3 de noviembre de 1968. Pp.: 175-.194. Madrid: Speiro.
 

ESTEVA FABREGAT, C. (1984). Estado, etnicidad y biculturalismo. Barcelona: ediciones península.
(2018). Formas expresivas en antropología. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones antropológicas y El colegio de Jalisco.
 

KROTZ, Esteban (2014) (Ed.). Antropología jurídica: perspectivas socioculturales en el estudio del derecho. Barcelona: editorial Anthropos.
 

MARTINEZ VEIGA, U. (2011). “El Ejido, un experimento del capitalismo moderno”. En: Paz Moreno Feliu (ed.). Entre las gracias y el molino satánico. Antropología económica. Madrid: UNED. Pp.: 339-343.

 

 

Notas:

(1)  Quien puede olvidar a Claudi Esteva afirmando que “surgió la etnohistoria como un resultado de la dinámica propia de la formación de antropólogos mexicanos” (2010: 13) arrumbando, porque no tiene otro nombre, primero de todo la producción de cientos de misioneros y eruditos de las Américas hispanas; pero ya depuse autores como Caro Baroja. Yo mismo, he de reconocer que me acerqué al carlismo pro este descendiente de la ilustre y anticlerical familia… este decía en sus años de vejez: “Sin duda, pensaba yo al conocer la base de esta discusión violenta, los carlistas de mi infancia eran unos terribles revolucionarios. Las tensiones son fuertes en cada pueblo que está dentro de un área de éstas llamadas de «desarrollo»” (véase todo el artículo, porque no tiene desperdicio: Caro Baroja, 1974: 145): Los carlistas no cedemos ¿Lo harán las Españas?

(2)  Véase el artículo de La Razón -desprendido de un informe general- sobre las aguas residuales de la ciudad que indican que “El análisis de aguas residuales establece que la cocaína y el cannabis son las más usadas en la capital gallega, apareciendo por primera vez la ketamina”. Véase en: << https://www.larazon.es/galicia/secretos-ocultos-aguas-santiago-drogas-consumo-nuevas-sustancias-p7m_2025032067dbfb23b425ef0001e4dbc5.html >>.

dissabte, 19 de juliol del 2025

El carlista que volvió de la muerte: José María Cunill y el 19 de julio de 1936 en Barcelona

José María Cunill Postius. Foto: Wikipedia, archivo familia Cunill Rodríguez.

 

El carlista que volvió de la muerte: José María Cunill y el 19 de julio de 1936 en Barcelona


Fusilado el día siguiente, milagrosamente no murió. Se escapó a Navarra y allí fue uno de los organizadores del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat


 

Barcelona, madrugada del 19 de julio de 1936, domingo. Mientras la ciudad dormía un sueño inquieto, entre rumores de cuarteles agitados y grupos armados en las calles, un hombre de porte recto, boina roja y mirada firme daba la orden: «¡Ahora!».

A su alrededor, un grupo de 200 jóvenes tradicionalistas asintió en silencio. Eran requetés catalanes. El hombre, José María Cunill Postius, jefe del Requeté en Cataluña, los guiaba hacia el cuartel de San Andrés, al norte de la ciudad.

Sabían que tenían pocas probabilidades. Sabían que no serían muchos. Pero creían en algo más fuerte que los números: Dios, Patria y Rey.



Un carlista en la ciudad roja


Cunill había nacido en Berga (diócesis de Solsona), en 1896, en una familia profundamente católica: uno de sus tíos fue un destacado misionero claretiano.

Se trasladó a Tarrasa donde echó raíces, militó en la Comunión Tradicionalista, fue miembro de la Adoración Nocturna, y montó un negocio agrícola.

Formado en el carlismo desde joven, remodeló el Requeté y fue designado jefe regional del Requeté catalán por el delegado nacional de esta milicia, José Luis Zamanillo.

Durante los años de la Segunda República, se dedicó a fortalecer las filas carlistas, organizando Aplechs que encubrían el adiestramiento militar del Requeté.

Cuando tuvo noticia de los preparativos del alzamiento militar, Cunill movilizó discretamente a sus hombres durante los días previos al 18 de julio. Al llegar el momento, logró reunir cerca de 200 requetés en distintos puntos del área metropolitana. El objetivo era claro: apoyar el levantamiento militar en Barcelona, una ciudad dominada por fuerzas republicanas, anarquistas y comunistas. Una misión suicida.

 

Sublevación anarquista en el Cuartel de San Andrés, Barcelona, julio de 1936.

 

Camino al cuartel


La madrugada del domingo 19 de julio, Cunill y sus requetés se dirigieron al cuartel de San Andrés, al norte de la ciudad. Pensaban encontrar allí respaldo y armas, y sumarse al levantamiento. Pero el jefe del cuartel era republicano y les despidió con malos modos. Los requetés no fueron recibidos ni armados. En cambio, las milicias anarquistas de la CNT-FAI sí que fueron armadas por el mismo gobierno de Lluís Companys.

El levantamiento militar en Barcelona, a diferencia de otras capitales, se deshacía a plena luz del día.

 

La trampa

 

Cunill y sus hombres intentaron reagruparse. Algunos se dispersaron. Otros fueron capturados. Él y su ayudante, José María Rosell Calbó, fueron detenidos el 20 de julio. La suerte de los vencidos en esa Barcelona era conocida: ni juicio, ni prisión. Fueron llevados al cementerio de Montcada —en las afueras de la ciudad— y fusilados sumariamente.

Pero Cunill no murió. Milagrosamente, logró sobrevivir al pelotón de fusilamiento. Se arrojó al suelo en el momento del fusilamiento, sin recibir ningún balazo, y fingió su muerte. El oficial que mandaba el pelotón le dio el tiro de gracia, pero solo le hirió ligeramente el cuello. Llegada la noche, volvió en sí. Pudo entrar en una casa, donde le curaron las heridas, y huyó a Navarra.

 

El requeté renace

 

Lejos de abandonar la lucha, Cunill retomó su puesto con renovado fervor. Se reincorporó a la dirección nacional del Requeté y fue uno de los organizadores del Tercio de Nuestra Señora de Montserrat, la unidad compuesta principalmente por requetés catalanes exiliados. Bajo su impulso, centenares de tradicionalistas que habían huido de la represión republicana se alistaron para combatir en el frente.

El Tercio de Montserrat se convertiría en una de las unidades más emblemáticas del carlismo catalán durante la Guerra Civil, combatiendo en los frentes de Aragón y del Ebro. Cunill, el hombre que había salido vivo del paredón, fue su principal alma organizadora.


Silencio y sombra


Se opuso al Decreto de Unificación entre el tradicionalismo y Falange, del 20 de abril de 1937.

Durante el franquismo, participó en actividades carlistas clandestinas y colaboró con Sivatte, Luis Ortiz, y otros en un intento de reorganizar el Requeté contra las autoridades franquistas.

Pese a su vida heroica, José María Cunill Postius ha quedado casi en el olvido.

Tal vez porque la Cataluña carlista fue siempre una anomalía incómoda para todos.

Pero aquel 19 de julio, mientras la mayoría de la ciudad se sumía en el caos, él caminó hacia el cuartel sin saber si volvería. Y volvió, pero de la muerte.

No todos los héroes hacen ruido. Algunos simplemente se levantan después de haber caído, como Cunill cuando se levantó milagrosamente el día que fue fusilado.

Josep de Losports, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau.

 

Alzamiento militar de julio de 1936 en Barcelona. Detención. 19-20 de julio de
1936. Autoría: Josep Maria Sagarra i Plana. Arxiu Nacional de Catalunya.

 

dijous, 17 de juliol del 2025

Se disuelve el Seminario diocesano de Barcelona

Imagen aérea del edificio del ex Seminario Conciliar de Barcelona
 

 

Se disuelve el Seminario diocesano de Barcelona



Sus seminaristas se integrarán en el Seminario Interdiocesano de Cataluña, que hasta ahora acogía a los seminaristas que aún quedaban de las diócesis de Tarragona, Tortosa, Lérida, Solsona, Urgel, Vich y Gerona



Barcelona (Agencia FARO).— A partir del próximo curso 2025-2026 —es decir, a partir del próximo mes de septiembre—, los seminaristas de la archidiócesis de Barcelona y de la diócesis de San Feliu del Llobregat se unirán al Seminario Interdiocesano de Cataluña, según informa la Conferencia Episcopal Tarraconense (CET) en una nota de prensa de fecha 14 de julio de 2025.

El Seminario Interdiocesano de Cataluña fue fundado en 1988 por el doctor Torrella para unir en comunidad a los pocos seminaristas que aún quedaban de las diócesis de Tarragona, Gerona, Lérida, Solsona, Urgel y Vich. Posteriormente, se les unieron los seminaristas de Tortosa. Y, a partir del próximo septiembre 2025, como ya se ha informado, también se les unirán los de Barcelona y los de Sant Feliu. Por tanto, la diócesis de Terrassa será la única catalana que mantendrá (¡de momento!) su propio Seminario, según lo indicado por el Concilio de Trento.

La decisión se ha tomado formalmente en la 259ª reunión de la Conferencia Episcopal Tarraconense celebrada los días 9, 10 y 11 de julio de 2025 en la Residencia la Inmaculada (Prats de Cerdanya). En dicha reunión, el arzobispo de Barcelona y cardenal, Mons. Juan José Omella Omella, y el obispo de Sant Feliu de Llobregat, P. Xabier Gómez García OP, hicieron la petición de incorporar a sus seminaristas al Seminario Mayor Interdiocesano de Cataluña. Y los obispos de las diócesis que forman parte actualmente del mismo, han dado su aprobación unánime a la propuesta.

No obstante, la decisión responde en realidad a la voluntad del Papa Francisco cuando, en una reunión con los obispos catalanes celebrada en Roma el 28 de noviembre de 2023, les «señaló la conveniencia» de fomentar seminarios interdiocesanos en el ámbito de una o más provincias eclesiásticas.

Conveniencia que vendría determinada:

En primer lugar, por la grave crisis de vocaciones sacerdotales que sufre la Iglesia Católica desde la primavera del Concilio Vaticano II, y que obliga a «fusionar» varios Seminarios bajo la apariencia o excusa de «Interdiocesanolidad». Recordemos que a finales del siglo XIX (antes de la crisis modernista) solamente el seminario de Vich contaba con 1.000 seminaristas.

Y, en segundo lugar, por la necesidad de unificar y controlar la formación sacerdotal en un único mando —que no tiene por qué ser episcopal, en la práctica— a fin de detectar y desactivar a los candidatos no modernistas al sacerdocio.


Fotografía de grupo de la peregrinación a Roma, el 17 de octubre de 1946, de seminaristas y profesores del Seminario Conciliar de Barcelona.


Así, a partir del próximo curso, el Seminario Interdiocesano acogerá tres comunidades distribuidas en dos sedes ubicadas en la ciudad de Barcelona. La etapa propedéutica (o introductoria) y la etapa discipular (el bienio filosófico) se realizarán en el edificio de la calle Diputación. Y la etapa configurativa (el trienio teológico) se desarrollará en el edificio de la calle Caspe.

El obispo de Vich, Mons. Romà Casanova, será formalmente el nuevo Obispo Delegado del Seminario Interdiocesano. El Rector continuará siendo Mn. Pere Oliva i March, quien lleva desempeñando el cargo desde 2023, cuando tomó el relevo a Mn. Armand Puig. El Seminario tendrá tres vicerrectores, uno por cada una de las etapas formativas: Jordi Domènech para la propedéutica, Ignasi Fuster para la discipular (filosófica) y Gabriel Casanovas para la configurativa (teológica). Igualmente, habrá tres directores espirituales: Josep Vives para la propedéutica, Xavier Rodríguez para la discipular, y Jordi Oribitg para la configurativa. También, habrá dos confesores: Jordi Latorre OSB para la propedéutica y Enric Puig SJ para las etapas discipular y configurativa al mismo tiempo. Finalmente, un tutor de estudios: Jordi Font.

En la actualidad, unos 70 seminaristas estudian en Cataluña: 20 en Terrassa y 50 en el Interdiocesano (incluyendo Barcelona). A ellos, hay que añadir a los numerosos seminaristas catalanes que estudian fuera de Cataluña, en otros Seminarios.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

dimecres, 16 de juliol del 2025

La juventud, periodo de gracia o de desgracia


 

La juventud, periodo de gracia o de desgracia


La enseñanza de Cristo es la única guía firme para orientar a los jóvenes



La juventud actual vive inmersa en un mundo marcado por la inmediatez, la sobreinformación y la búsqueda constante de reconocimiento en redes sociales.

Esto ha generado, en muchos casos, una falta de madurez emocional y espiritual. Se observa una creciente dificultad para asumir responsabilidades, tomar decisiones firmes o mantener compromisos duraderos. Sin embargo, esta situación no debe verse únicamente como una crisis, sino también como una oportunidad de formación y crecimiento.

La juventud es pues, un tiempo de gracia, un periodo en el que Dios llama a cada persona a descubrir su vocación y a caminar hacia la plenitud. La inmadurez que muchos jóvenes experimentan hoy puede combatirse mediante el fortalecimiento de las virtudes, como la caridad, el amor al prójimo, la humildad y la fe.

La enseñanza de Cristo, el modelo perfecto de madurez y entrega, es la única guía firme para orientar a las nuevas generaciones.

Cristo nos exhorta a no tener miedo: «No se turbe vuestro corazón ni tengáis miedo» (Juan XIV, 27). Esta invitación resuena con fuerza hoy. La Iglesia tiene la misión de acompañar a los jóvenes, no sólo con reglas, sino con testimonio, cercanía y verdad. A través de la oración, los sacramentos y el encuentro personal con Cristo, los jóvenes pueden crecer en madurez interior, reconociendo que su vida tiene un propósito más grande que ellos mismos.

La juventud necesita ser desafiada a amar de verdad, a servir sin esperar recompensa, y a construir su vida sobre roca firme. Sólo así podrán superar la superficialidad de la cultura actual y convertirse en auténticos protagonistas de un mundo mejor, según el corazón de Dios.


Lina C., Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

divendres, 11 de juliol del 2025

La película «Una quinta portuguesa»: sobre las raíces y la identidad

 

La película «Una quinta portuguesa»: sobre las raíces y la identidad


La Modernidad ha hecho estragos, y la finca llamada «Los Almendros Blancos» se encuentra sin almendros: sin familia, con individuos aislados y desenraizados como hiedras de raíces aéreas.



«Una quinta portuguesa» es una deliciosa película escrita y dirigida por la cineasta valenciana Avelina Prat y recién estrenada este 2025 en el festival de Málaga. Está protagonizada por Manolo Solo, Maria de Medeiros y Branka Katić.

La trama principal no guarda relación alguna con el tradicionalismo, pero sí el conjunto de subtramas, lo cual merece que le dediquemos unas humildes líneas a los lectores de La Esperanza.

En Portugal, «quinta» sería el equivalente a «masía» en Cataluña, o «caserío», «granja», «finca», «cortijo», «hacienda» o «chacra» en otros lugares de la Hispanidad. En definitiva, la heredera de la antigua Villa Romana, donde una familia extensa vivía del campo y en el campo, sin renunciar a las comodidades de la urbe. El lugar, de por sí, ya es significativo.

Una primera subtrama interesante para nosotros consiste en la guerra y secesión de Angola en 1975, en la que nuestro príncipe Don Sixto luchó como soldado. Varios personajes de la película, incluido uno de los principales (Amalia), pertenecen a la generación de africanos blancos nacidos en Angola, expulsados de su lugar de nacimiento y de su hogar, y refugiados en un Portugal que les rechazó y les repudió. Caso similar al de los pieds noirs franco-argelinos.

Amalia hereda de su abuela la quinta en Portugal y a ese lugar «trasplanta», por decirlo de alguna manera, sus raíces desde Angola, pero como un injerto en jardinería. La Modernidad ha hecho estragos en ellas (tanto en la quinta como en Amalia) y la finca llamada «Los Almendros Blancos» se encuentra sin almendros: sin familia, con individuos aislados y desenraizados como hiedras de raíces aéreas.

Recordemos que Don Sixto también se refugió en Portugal cuando fue expulsado de España por Franco en 1965.

Otra subtrama digna de destacar es la vida campestre en la quinta. Entre huertos, árboles frutales, gallinas y otros animales domésticos —lejos del mundanal ruïdo— el personaje principal masculino (Manuel) encuentra su auténtico hogar. Y su auténtica identidad. El genial arquitecto catalán Antonio Gaudí expresó que él no «creaba» arte sino que se limitaba a copiar a la naturaleza, creación de Dios e insuperable por el hombre. Esta insuperable Creación se revela de forma espléndida en la fotografía del filme.

Igualmente, la película muestra la diversidad lingüística de Las Españas y de la Hispanidad. Los personajes cambian del portugués al castellano, y viceversa, con toda naturalidad. La película es bilingüe y nos recordó a este artículo recientemente republicado en La Esperanza.

 



También el alcohol está presente de forma espontánea y sencilla durante todo el filme: vino tinto, oporto, moscatel, cerveza, digestivos varios... acompañan en todo momento a los protagonistas principales y también a los secundarios, con una elegancia que resulta «políticamente incorrecta» en la sociedad postmoderna woke. Nos recordó a los gintonics de nuestro añorado Luis Infante. Quien los probó, lo sabe.

En conclusión, una película mucho más interesante de lo que pueda expresar esta breve y sencilla crónica.

Josep de Losports
, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau.

 


 

 

dimecres, 9 de juliol del 2025

De Babilonia a Roma (II): La Babilonia post moderna y la Nueva Era

«María Magdalena», mosaico, Iglesia del Salvador, San Petersburgo, Rusia, s. XIX.


 

De Babilonia a Roma (II): La Babilonia post moderna y la Nueva Era


Cuando he vuelto a casa, a la Iglesia Católica, la he encontrado llena de okupas



En el clímax de mi delirio espiritual nuevaerístico, quería mimetizarme con María Magdalena, ser Ella, faro de mis anhelos más profundos (aunque desordenados). Un día, si Dios quiere, querido lector, te lo contaré. Sí, sin falta te debo explicar la devastación que el Enemigo ha hecho y hace en la mujer, mezclando una indigesta pócima: un poco de espiritualidad, feminidad y sexualidad, un veneno muy sofisticado que tiene intoxicadas no pocas mujeres. Es letal, sin que ellas sean conscientes, tampoco yo lo sabía. Pero eso ya vendrá, tengo tantas cosas que contar que las vomitaría de golpe. Pero debo templar mis ánimos y ser paciente, poco a poco.

Lo que importa aquí, es que ciertamente Dios atendió mis plegarias mal hechas, arrogantes, absurdas y de lo malo hizo lo bueno. Escuchó el grito sordo del fondo de mi alma y no la verborrea que mi mente impresionable e intoxicada por todo tipo de sincretismo ridículo elaboraba.  Y como a María Magdalena, la de verdad y no la de mis fantasías, me sacó no siete, sino múltiples y variados demonios a cuál más malvado y cínico, disfrazados todos ellos de benditos ángeles de luz. Dios siempre escucha nuestras oraciones, las que pronunciamos con nuestros labios y las que silenciosamente gritan desde los pliegues de nuestra alma, esas precisamente son las que Dios escucha y con su infinita misericordia y amor atiende. Qué propósito tienen estas palabras desordenadas que estás leyendo, te preguntarás. ¿Quién soy yo, una perfecta y anónima desconocida para contarte algo relevante? Me llamo Eulàlia, y como la Magdalena, fui salvada por Jesús mismo, soy la hija pródiga, la moneda perdida y encontrada, la oveja extraviada a hombros de Jesús. Sí, soy ésa a la que Dios salvó cuando ni siquiera sabía que necesitaba ser salvada, tan entretenida como estaba en salvarme a mí misma de las formas más delirantes e irracionales. Y ridículas, todo sea dicho de paso.

Quiero contar mi historia, por eso he decidido enfrentare al miedo del folio en blanco, quiero que quede escrito, para que no se olvide. Mi periplo y deambulación por territorios inhóspitos, no son tan relevantes, sino sus peligros. Quiero recordar siempre de dónde vengo y qué ha hecho Dios conmigo. Quiero señalarte los atajos, desvíos, encrucijadas que me llevaron lejos, muy lejos de Casa. Como aviso a navegantes. A lo mejor, ya estás en tu camino de santidad, pero puede que tengas un amigo, sobrina, vecina que un día te dicen entusiasmados: «He comenzado con el yoga…meditación….mindfullnes…» (los puntos se prolongan al infinito, desgraciadamente). Pues si un día ocurre eso, aquí estoy yo, con autoridad suficiente para gritar, «¡Ojo!»

Si no eres amigo de spoilers, me sabe mal, porque ya te he hecho uno, he empezado la historia por el final feliz, aunque… no del todo. Ya te contaré, pero no ahora. ¿Cuál es el final feliz? Jesús me salvó. ¿Cuál es el matiz agridulce? Cuando he vuelto a casa, la Iglesia Católica, la he encontrado llena de okupas.

Paso a paso, ¿cómo concentrar toda una vida en cuatro torpes letras juntadas de forma muy poco académica?

En la primera frase que abre este humilde escrito, aparece una palabra bien rara, nueva erístico. ¿Qué es eso? Viene de Nueva Era, que de nueva no tiene nada, es tan antigua, vieja como el fruto que Eva vio colgado de ese árbol, el prohibido, al cual no debía ni tan siquiera acercarse. Eso que pretende ser nuevo es tan viejo como el diablo mismo y bajo la apariencia de bondad, asoma la patita el viejo Lucifer, Satanás, Enemigo, Acusador, Y cuando se disipa el aroma a incienso de la India o Palo Santo de Ecuador, apesta a azufre. Bajo la suculenta apariencia del fruto prohibido, al morderlo, te lo tragas todo, la mentira, la maldad, la ignorancia y sobretodo, la soberbia. Pues de ahí vengo, del error y el horror, no me he dejado nada, lo he probado todo, y gracias a Dios, como quien es consumidor de un bufet libre, tal como cogía, desechaba. En esta telaraña me enredé, y en mi defensa diré, que todo fue por una razón: buscar a Dios y pensar que a Él se llegaba a través de infinitos e indiferentes caminos. ¿Espera, te suena? No hace tanto, nuestro Papa sacando pecho, en un alarde de infinita misericordia, tolerancia, amor del bueno, ¿o buenísimo?, lo afirmó. Ése pues es el aspecto agridulce de mi retorno, comprobar el estado paupérrimo en el que se encuentra la casa a la que he vuelto. No y mil veces no, a Dios no se llega por cualquier camino, quizá todos los caminos nos lleven a Roma, pero no a Dios. Lo sé, lo he sufrido, padecido, llorado como para que ahora me diga, ni que sea el mismísimo Papa que cundo Jesús bajó a por mí y me dijo «Yo soy el camino, la Verdad y la Vida» fue una alucinación, como también lo es el evangelio de San Juan. En fin… no sigo de momento, porque me enciendo y entristezco a partes iguales.

Voy a hacer pequeñas entregas, en realidad va a ser como un exorcismo, pero no quiero aburrirte, quiero informarte, enseñarte cosas que a lo mejor no sabes sobre el mal y el error, sobre la pretendida inocencia de ciertas propuestas que de buenas solo tienen la apariencia. De momento, ya sabes por dónde van a ir los tiros en estas palabras mal escritas y doy gracias infinitas a Dios, que no me abandonó en ningún momento, incluso cuando parecía que yo sí lo hacía. Gracias a mi deambular, he aprendido ciertas estrategias de Satanás, porque sí, hay que llamar a las cosas por su nombre. El diablo, el demonio, el enemigo, el mentiroso y asesino. Cuantas almas se salvarían si usáramos el lenguaje como toca y no con tanto eufemismo. Pero aquí paro, por un rato, para volver y seguir contando mi historia, tu historia que puede ayudar a otros a evitar lo que yo viví.

Eulàlia Casas, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés

dilluns, 7 de juliol del 2025

La regió tradicional i el nacionalisme (i II): Una lliçó del mestre Francesc Canals Vidal

La Cataluña tradicional contrapuesta al moderno nacionalismo liberal.

 

La regió tradicional i el nacionalisme (i II): Una lliçó del mestre Francesc Canals Vidal


El veritable afecte per la pàtria neix, tal com diu el mestre Torras i Bages, consagrat per la religió —aquella mateixa Santa Fe que els nacionalistes amaguen sinó destrueixen— en el país nadiu.



En l’anterior article vàrem esbossar la definició de nació en termes de doctrina tradicional i tractàrem de descriure l’essència de la pàtria catalana. L’objectiu d’aquestes notes a continuació és confrontar aquesta primera exposició amb l’estrafeta doctrina nacionalista, sigui en la seva forma desintegradora o en la seva contraposada forma unitària.

La doctrina nacionalista —propagada ja sibil·linament per la primitiva empresa catalanista— és filla de l’abominable doctrina liberal; d’aquí que actualment s’hagi confós, en l’ideari de tants partits secessionistes, l’anomenada aspiració nacional amb el projecte revolucionari, i aquests no volen saber-ne res de l’una sense l’altre. Ensems que el liberalisme proclama l’absoluta sobirania de l’individu, excusat de la seva naturalesa i fins de la seva pròpia consciència, omnipotent per a la lliure determinació i la plena satisfacció de la seva voluntat; així mateix, el nacionalisme estableix que les nacions poden autodeterminar-se mal que sigui a costa de la perversió de l’esperit nacional.

Aquesta operació perversa i absurda de descompartimentar el ser de l’essència, de pretendre preservar i potenciar el ser tot reformant l’esperit essencial del subjecte —que ens pot, i ens ha de semblar, ja a priori absurda, encara més en el context de la reivindicació nacional— fou exposada, desvergonyidament, per un dels pares del nacionalisme català, Enric Prat de la Riba, en la seva obra La Nacionalitat Catalana:

«Una Catalunya lliure podria ser uniformista, centralitzadora, democràtica, absolutista, catòlica, lliurepensadora, unitària, federal, individualista, estatista, autonomista, imperialista, sense deixar de ser catalana. Són problemes interiors que es resolen en la consciència i en la voluntat del poble (Prat de la Riba, 2007a).»


«El nacionalismo —afegeix Canals—, como filosofía política y como corriente cultural, no sólo no se originó del modo de ser tradicional de Cataluña, sino que, según afirmó Rovira i Virgili con acierto, supone la penetración en Cataluña [...] de los ideales de la Revolución francesa injertados por el vehículo ambiental de la cultura romántica (Canals Vidal, 2018).»


La nació, el poble, el país, reiterem, són termes estrictament socials que fan referència —el naixement— al nostre origen, a la comunitat que ens ha engendrat. El terme pàtria —la terra dels pares— fa referència al patrimoni de què som fills, la terra amb tot allò que s’hi mou. El patriotisme és la virtut d’afecció filial, la pietat que hem de sentir pel nostre origen. Com l’amor a la família no es pot separar de l’amor de Déu, ni aquests poden entrar en contradicció puix els engendra un mateix principi, la nació no es pot escindir de la tradició, perquè aquesta constitueix la seva sang; és l’estreta i imprescindible relació entre el cos i el seu flux vital.

Trobem, en l’esmentada obra de Prat de la Riba, una definició de nació que ens resulta prou agradable per la seva semblança:

«La societat que dóna als homes tots aquests elements de cultura, que els lliga i forma de tots una unitat superior, un ésser col·lectiu informat per un mateix esperit, aquesta societat natural és la NACIONALITAT (Prat de la Riba, 2007b).»

La definició de nació podria ser en bona part compartida amb l’exposada pels primers catalanistes —i també podria ser sostinguda la seva reivindicació confront la concepció uniforme i monolítica de l’Estat que promou el centralisme— mes la discrepància és clara en desplegar la definició: els nacionalistes menyspreen l’esperit nacional i el prostitueixen; s’entretenen a exalçar —com si fossin arqueòlegs en el jaciment d’una civilització morta— allò que cadascú imagina com el pal de paller de la nacionalitat. I, arborant el principi de nacionalitats, és a dir, de l’autodeterminació, parlen de l’existència d’una voluntat col·lectiva que s’interroga sobre la seva naturalesa i pot modular i deformar el seu ésser segons els dictats de la seva voluntat sobirana. Per a ells, no som fills de la pàtria sinó llurs autors.

«Sent la nacionalitat una unitat de cultura, una ànima col·lectiva, amb un sentir, un pensar, i un voler propis, cada nacionalitat ha de tenir la facultat d’acomodar la seva conducta col·lectiva, això és, la seva política, al seu sentiment de les coses, al seu seny, al seu franc voler. Cada nacionalitat ha de tenir el seu Estat (Prat de la Riba, 2007c).»


La perspectiva de Canals, en termes tradicionals, és de rebuig total al principi de les nacionalitats; no accepta el concepte romàntic de la nació que necessita un Estat per a la seva existència ni tampoc admet el principi rígid de l’unitarisme. El tradicionalisme rebutja aquest argument fonamental per a les unificacions nacionals de l’Itàlia i l’Alemanya, concebuts en bona part, per a la desintegració revolucionària dels regnes i imperis de la Cristiandat.

L’Estat modern, usurpador de la comunitat política constituïda per a la consecució del bé comú, no és indispensable per a la pàtria. La concepció moderna de l’Estat, principi d’existència, absolut i ple sobirà de la societat humana, fa semblar que sí; però tantíssims exemples històrics ens ho poden discutir: la monarquia hispànica i el seu vast imperi, la corona britànica i les seves diverses nacions, els Estats Units d’una única nació americana, les nacions nòmades, sense terra pròpia.

L’Espanya —unitat de pobles diversos amb una tradició i finalitats comunes— és un organisme regional. La unitat exigeix i pressuposa la diversitat; les nacions espanyoles, amb llurs idees i sentiments, caràcter i costums, institucions i lleis, són totes agermanades per una mateixa causa final, que és el fonament d’una acció, d’una política comuna, d’una gesta que ens reclama. Però aquesta acció, que emana de diverses fonts, no pot ometre ni descuidar la seva constitució regional —l’essència de cada poble—, puix és l’origen mateix de la força i de la seva robusta vitalitat.
 

En cloure aquesta petita exposició, voldríem recordar que ningú no pot sentir veritable afecció pels conceptes artificials d’una Espanya nacional ni tampoc d’un Estat català —com ho demostra l’escassa productivitat i la magritud dels grupuscles nacionalistes, ja desproveïts del joc d’il·lusions amb què havien inflamat les masses—. El veritable afecte per la pàtria neix, tal com diu el mestre Torras i Bages, consagrat per la religió —aquella mateixa Santa Fe que els nacionalistes amaguen sinó destrueixen— en el país nadiu:

«La parròquia en què fou batejat, el cementiri en què reposen els ossos de sos pares, la veu amiga de la primera campana que oí en la vida, la creu que fita l'entrada del terme, els honrats costums de tendra pietat, les pures afeccions de família, en una paraula, un món espiritual (Torras i Bages, 1985)».


Dr. Pere Pau, Círcol Tradicionalista de Barcelona Ramon Parés y Vilasau



BIBLIOGRAFIA:

Canals Vidal, Francesc. (2018). Escritos políticos (II) - Obras Completas Francisco Canals Vidal. Editorial Balmes; Primera edició, Vol. 12, p.388.

Prat de la Riba, E. (2007a). La Nacionalitat Catalana. Escola d’Administració Pública de Catalunya; Edició facsímil, p. 44.

Íbid., p. 69.

Íbid., p. 101.

Torras i Bages, J. (1985). L’Església i el regionalisme i altres textos (1887-1899). Edicions de la magrana/Diputació de Barcelona; Primera edició, p. 54.





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La región tradicional y el nacionalismo (y II): Una lección del maestro Francisco Canals Vidal



El verdadero afecto por la patria nace, tal como enseña el maestro Torras y Bages, consagrado por la religión —aquella misma Santa Fe que los nacionalistas no sólo esconden sino que destruyen— en el país nativo.



En el anterior artículo esbozamos la definición de nación en términos de doctrina tradicional y tratamos de describir la esencia de la patria catalana. El objetivo de estas notas a continuación es confrontar esta primera exposición con la remedada doctrina nacionalista, sea en su forma desintegradora o en su contrapuesta forma unitaria.

La doctrina nacionalista —propagada ya sibilinamente por el primitivo catalanismo— es hija de la abominable doctrina liberal; eso explica que actualmente se haya confundido, en el ideario de tantos partidos secesionistas, la llamada aspiración nacional con el proyecto revolucionario, y estos no quieren saber nada de la primera sin el segundo. Al mismo tiempo, el liberalismo proclama la absoluta soberanía del individuo, excusado de su naturaleza y hasta de su propia conciencia, omnipotente para la libre determinación y la plena satisfacción de su voluntad; asimismo, el nacionalismo establece que las naciones pueden autodeterminarse aunque sea a expensas de la perversión del espíritu nacional.

Esta operación perversa y absurda de dividir el ser de la esencia, de pretender preservar y potenciar el ser reformando el espíritu esencial del sujeto —que nos puede, y nos tiene que parecer, ya a priori absurda, todavía más en el contexto de la reivindicación nacional— fue expuesta, desvergonzadamente, por uno de los padres del nacionalismo catalán, Enric Prat de la Riba, en su obra La Nacionalitat Catalana:

«Una Cataluña libre podría ser uniformizadora, centralizadora, democrática, absolutista, católica, librepensadora, unitaria, federal, individualista, estatista, autonomista, imperialista, sin dejar de ser catalana. Son problemas interiores que se resuelven en la conciencia y en la voluntad del pueblo (Prat de la Riba, 2007.ª).»

 

«El nacionalismo —añade Canals—, como filosofía política y como corriente cultural, no sólo no se originó del modo de ser tradicional de Cataluña, sino que, según afirmó Rovira i Virgili con acierto, supone la penetración en Cataluña [...] de los ideales de la Revolución francesa injertados por el vehículo ambiental de la cultura romántica (Canals Vidal, 2018).»


La nación, el pueblo, el país, reiteramos, son termas estrictamente sociales que hacen referencia —el nacimiento— a nuestro origen, en la comunidad que nos ha engendrado. El término patria —la tierra de los padres— hace referencia al patrimonio del que somos hijos, la tierra con todo aquello que se mueve. El patriotismo es la virtud de afección filial, la piedad que hemos que sentir por nuestro origen. Como el amor a la familia no se puede separar del amor de Dios, ni estos pueden entrar en contradicción pues los engendra un mismo principio, la nación no se puede escindir de la tradición, porque ésta constituye su sangre; es la estrecha e imprescindible relación entre el cuerpo y su flujo vital.

Encontramos, en la mencionada obra de Prat de la Riba, una definición de nación que nos resulta suficiente agradable por su parecido:

«La sociedad que da a los hombres todos estos elementos de cultura, que los liga y forma de todos una unidad superior, un ser colectivo informado por un mismo espíritu, esta sociedad natural es la NACIONALIDAD (Prat de la Riba, 2007b).»

La definición de nación podría ser en buena parte compartida con la expuesta por los primeros catalanistas —y también podría ser sostenida su reivindicación frente a la concepción uniforme y monolítica del Estado que promueve el centralismo— mas la discrepancia es clara al desplegar la definición: los nacionalistas desprecian el espíritu nacional y lo prostituyen; se entretienen en exaltar —como si fueran arqueólogos en el yacimiento de una civilización muerta— aquello que cada cual imagina como la piedra angular de la nacionalidad. Y, enarbolando el principio de nacionalidades, es decir, de la autodeterminación, hablan de la existencia de una voluntad colectiva que se interroga sobre su naturaleza y puede modular y deformar su ser según los dictados de su voluntad soberana. Para ellos, no somos hijos de la patria sino sus autores.

«Siendo la nacionalidad una unidad de cultura, una alma colectiva, con un sentir, un pensar, y un querer propios, cada nacionalidad ha que tener la facultad de acomodar su conducta colectiva, esto es, su política, a su sentimiento de las cosas, a su cordura, a su franco querer. Cada nacionalidad tiene que tener su Estado (Prat de la Riba, 2007c).»

La perspectiva de Canals, en términos tradicionales, es de rechazo total al principio de las nacionalidades; no acepta el concepto romántico de la nación que necesita un Estado para su existencia ni tampoco admite el principio rígido del unitarismo. El tradicionalismo rechaza este argumento fundamental para las unificaciones nacionales de la Italia y la Alemania, concebidos en buena parte para la desintegración revolucionaria de la Cristiandad.

El Estado moderno, usurpador de la comunidad política constituida para la consecución del bien común, no es indispensable para la patria. La concepción moderna del Estado, principio de existencia, absoluto y pleno soberano de la sociedad humana, podría parecer que sí; pero tantísimos ejemplos históricos nos lo pueden discutir: la monarquía hispánica y su vasto imperio, la corona británica y sus diversas naciones, los Estados Unidos de una única nación americana, las naciones nómadas sin tierra propia.

España —unidad de pueblos diversos con una tradición y finalidades comunes— es un organismo regional. La unidad exige y presupone la diversidad; los pueblos españoles, con sus ideas y sentimientos, carácter y costumbres, instituciones y leyes, son todos hermanados por una misma causa final, que es el cimiento de una acción, de una política común, de una gesta que nos reclama. Pero esta acción, que emana de varias fuentes, no puede omitir ni descuidar su constitución regional —la esencia de cada pueblo—, pues es el origen mismo de la fuerza y de su robusta vitalidad.

Al cerrar esta pequeña exposición, querríamos recordar que nadie puede sentir verdadera afección por los conceptos artificiales de una España nacional ni tampoco de un Estado catalán —como lo demuestra la escasa productividad y la poca entidad de los grupúsculos nacionalistas, desproveídos del juego de ilusiones con que habían inflamado a las masas—. El verdadero afecto por la patria nace, tal como enseña el maestro Torras y Bages, consagrado por la religión —aquella misma Santa Fe que los nacionalistas no sólo esconden sino que destruyen— en el país nativo:

«La parroquia en que fue bautizado, el cementerio donde reposan los huesos de sus padres, la voz amiga de la primera campana que escuchó en la vida, la cruz que señala la entrada del municipio, las honradas costumbres de tierna piedad, las puras afecciones de familia, en una palabra, un mundo espiritual (Torras y Bages, 1985)».

Dr. Pere Pau, Círcol Tradicionalista de Barcelona Ramon Parés y Vilasau



BIBLIOGRAFIA:

Canals Vidal, Francesc. (2018). Escritos políticos (II) - Obras Completas Francisco Canals Vidal. Editorial Balmes; Primera edició, Vol. 12, p.388.

Prat de la Riba, E. (2007a). La Nacionalitat Catalana. Escola d’Administració Pública de Catalunya; Edició facsímil, p. 44.

Íbid., p. 69.

Íbid., p. 101.

Torras i Bages, J. (1985). L’Església i el regionalisme i altres textos (1887-1899). Edicions de la magrana/Diputació de Barcelona; Primera edició, p. 54.

diumenge, 6 de juliol del 2025

Cataluña resiste y canta: por aclamación popular y contra las órdenes del Ayuntamiento, «El meu avi» se canta en Palafrugell

Por aclamación popular, y gracias al empeño del nieto del compositor, el «El meu avi» se canta contraviniendo la prohibición de la organización de la Cantada.

 

Cataluña resiste y canta: por aclamación popular y contra las órdenes del Ayuntamiento, «El meu avi» se canta en Palafrugell



Derrota de la dictadura woke y de su política de cancelación



Tal como anunciaba Agencia FARO esta semana, el Ayuntamiento socialista de Palafrugell había prohibido, por primera vez en medio siglo, el canto de la habanera «El Meu Avi» en la Cantada de Habaneras de Palafrugell de este año 2025.

Las acusaciones (no probadas) contra su autor eran la excusa perfecta para prohibir una canción que, ni por su autor ni por su temática, caben en la pequeña ideología moderna.

Pero esa emblemática habanera es más que una canción: es como un himno oficioso de Cataluña y de la catalanidad.

El pasado sábado 5 de julio, durante la Cantada de Habaneras anual, la presentadora de TV3 anunció el programa oficial: la Cantada se cerraría con otras tres habaneras, según el programa oficial, y tal como vemos en este video.

Pero Cataluña resiste. Y la aclamación popular y el empeño del nieto del compositor, fiel a su sangre carlista, lograron lo contrario.

Disfruten de esta victoria popular y derrota de la dictadura woke:

https://youtu.be/Vlx7cTorCfQ

Cataluña resistió y cantó.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau





 



dimecres, 2 de juliol del 2025

Prohiben el canto de la tradicional habanera «El meu avi» en Palafrugell, por primera vez en casi medio siglo


Cantada de habaneras en la playa de Calella de Palafrugell.

 

Prohiben el canto de la tradicional habanera «El meu avi» en Palafrugell, por primera vez en casi medio siglo


Los progres-nacionalistas censuran al abuelo que fue a Cuba, en 1898, a bordo de «El Catalán», el mejor barco de guerra de la flota de ultramar de la Armada Española, y que murió por culpa de los norteamericanos.



Gerona (Agencia FARO).— Cataluña está que trina (pero en tono menor) tras la inesperada decisión del comité desorganizador de la Cantada de Habaneras de Palafrugell de retirar del repertorio de este 2025 la emblemática canción «El Meu Avui», una habanera que ha sido trending topic durante las 48 ediciones anuales del Festival, cantada con más emoción que sentido del ritmo.

La emotiva canción homenajea a unos marineros catalanes de Calella de Palafrugell (Ampurdán, diócesis de Gerona) que se alistaron a la Armada para defender, en 1898, la Cuba española contra el Imperialismo yanqui.

Más que una canción, es un himno oficioso de Cataluña y la catalanidad.

La canción fue compuesta en 1968 por José Luis Ortega Monasterio, nacido en Santoña (entonces Castilla La Vieja, hoy «Cantabria»), en 1918, e hijo de militares. Al quedar huérfano de padre y madre, fue a vivir a Palol d’Onyar (cerca de Gerona). Desde niño, en la escuela, ya componía canciones, como Estrellita marinera; además, cantaba en el coro de la Catedral de Gerona.

Desde entonces, entró en contacto con la lengua y la cultura catalanas, que siempre defendió.

De familia carlista, al producirse el Alzamiento de 1936 huyó a Francia, volvió a España a través de Hendaya, y se alistó en el Ejército Nacional durante toda la Cruzada. A su término, fue nombrado oficial de complemento y compaginó su carrera militar con la musical en lengua catalana.

Así, al mismo tiempo que estaba destinado en el Cuerpo de Regulares del Ejército en el Norte de África, fundó el grupo de habaneras Los Gringos (1942). En los años 50, ascendió a Capitán y fue destinado a Jaca y luego a Puigcerdà, como Jefe de Fronteras, mientras continuaba componiendo canciones en catalán. En los 60, como Comandante de Infantería en Menorca, compuso canciones para el grupo Los Parranderos y colaboró en el Festival de Canción Menorquina de Alaior.

En 1964, trasladado al cuartel de Palamós, fue uno de los primeros organizadores de la Cantada de Habaneras de Calella de Palafrugell (fundada en 1967), el mismo Festival que ahora censura sus canciones.

En los años 70, se opuso al régimen franquista y participó en la fundación de la Unión Militar Democrática. Por ese motivo, fue expulsado del ejército, pero su honor y rango de Coronel le fueron restituidos en 1984. Sin embargo, Ortega no volvió al Ejército, sino que se centró en su carrera musical: había fundado el grupo de habaneras Cavall Bernat en 1975 y se dedicaba plenamente a la música, cantando y componiendo.

 

Cantada de habaneras en la playa de Calella de Palafrugell.

Ni la vida del autor (un militar español que compone canciones emblemáticas en  lengua catalana, que luchó con Franco durante el Alzamiento y que luego se opuso a su Régimen) ni la emblemática canción (un homenaje a soldados catalanes enrolados en la Armada española para luchar contra Estados Unidos) encajan en el discurso woke, progresista y nacionalista, que aspira a reducir y encasillar la compleja realidad en las falacias de su ideología.

Así, en 2024, la televisión pública catalana, TV3%, emitió el documental «Murs de Silenci» en el que acusaba a Ortega Monasterio de proxenetismo en los años 90. Sus herederos interpusieron una demanda contra la televisión pública, procedimiento que se encuentra pendiente de resolución. Reclaman el restablecimiento del honor de Ortega Monasterio, la retirada del documental, la emisión de una rectificación, así como una indemnización de un millón de euros que la familia destinará al fomento de la cultura y la canción catalanas, especialmente de las habaneras.

Las acusaciones (aún por demostrar en sede judicial) de ese documental televisivo han servido de excusa a los socialistas de Palafrugell para censurar la habanera emblemática y, hoy, políticamente incorrecta. Aunque el pago de prostitutas y cocaína con dinero público, por parte de sus compañeros del PSOE, poco les importa.

Como respuesta a la prohibición y censura de estos hipócritas, nosotros vamos a cantar El meu avi, con un ron cremat y al pie del cañón:

https://youtu.be/g1_FXLhZLf0?si=FO5RUwL9ejLb5dhY

Cataluña resiste. Y canta.

Agencia FARO
/ Lo Mestre Titas / Circulo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés

 

Cantada de habaneras en la playa de Calella de Palafrugell.