diumenge, 20 de juliol del 2025

¿Es sorprendente el caso de Torre Pacheco? El Ejido responde 25 años después


 

¿Es sorprendente el caso de Torre Pacheco? El Ejido responde 25 años después



Se aniquila día a día el espíritu de un pueblo tan plural como el hispano para poder acomodarlo a las necesidades de lo que sea la UE, auspiciada por la verdadera Babel



La modernidad se ha preguntado mucho por la caldeada de «integrar» a grupos «minoritarios» en sus sistemas políticos y económicos liberales. Claro ejemplo de ello ha sido el indigenismo americano, y en no pocos casos americanista (Testem Benevolentiae Nostrae, 1899). Pasadas ya las pasiones algunos etnólogos han reflexionado al amparo del caso mexicano de Aguirre Beltrán:


El predominio de la visión del indio como «integrante» de una «región de refugio» fue tal que quedó poco espacio para considerar otras situaciones donde la población indígena se desarrolla sin la orientación peculiar de las políticas indigenistas como los casos de colonos suburbanos, de migrantes y chicanos en Estado Unidos, de comerciantes indígenas ambulantes, de albañiles transmigrantes o, en especial, nuevas identidades que buscan en el pasado indio la fundamentación de sus actuales reivindicaciones.


Nos explicaba Pedro Arrieta (1997: 93), como ya se hace notar en el artículo, esta integración política por vía del socialismo —en el sentido de fundamentalistamente o monomaniacamente sociológica—, ha seguido hasta el presente en los debates sobre derecho sea en el ámbito hispanohablante (Krotz, 2014) así como el lusoparlante (De Soua Santos, 2009). No puede negarse que el «desarrollismo» ha recibido sus críticas, más solo para conducir a un «postdesarrollismo» tan vacuo o más, inclusive, que el anterior —pues ahora, de lo vacuo se da lugar a estructuras, instituciones, categorías endebles y pútridas—. Arturo Escobar era preguntado por Andreu Viola de forma inteligente y pese que era capaz de afirmar que «el desarrollo ha sido, más que todo, promovido y pensado desde la razón instrumental anglosajona», la postmodernidad —incluso al ecologista que se ha pretendido así misma más «realista» y menos conductivista— solo permite desear «nuevas formas de entroncarse con el desarrollo, donde se nutren, lo cultural, en formas que tiendan más hacia el mejoramiento de las condiciones de vida de la gente dentro de su propia perspectiva y autonomía cultural y política» (Viola, 1999: 150 y 148). En España no poco de esto llegó al amparo de antropólogos exiliados como Claudi Esteva Fabregat, quienes además se dedicaron a negar el trabajo de tantos otros como Francisco Elías de Tejada y sus trabajos etnológico-jurídicos, Julio Caro Baroja (1) y su multidisciplinariedad etnográfica sin parangón o el trabajo silencioso pero de altísima calidad de Valdés del Toro —cuya demencia en sus últimos años, intuimos, facilitó una excusa eugenésica—.
 

No obstante esto, Claudi Esteva Fabregat es un ejemplo insigne de un antropólogo liberal —kantiano en realidad— que desarrolla su teoría al amparo del «mito marxista» (de Tejada, 1969), y analiza el desarrollo de las «sociedades industriales» —al amparo las más de las veces de autores anglosajones que analizaron el fenómeno industrial a principios de siglo XIX como Maine, Smith o Spencer—. Sumidos como están en una «dialéctica sintética» entre tesis y antítesis de calces —en una reproducción que no pocos han acusado de maniqueísmo— se exige un perpetuo «biculturalismo» (Esteva Fabregat, 1984): civil e indio, hombre y mujer, adolescentes y adultos, dueños y no dueños de los medios de producción, etc. etc., y así mismo entre nacionales y extranjeros, o si se quiere entre «oriundos» y «arribados» o «inmigrados». Y así debe aspirarse a una «dialéctica sintética» entre ambos grupos que genere una «novedad». Es la definición de «utopía» desde Owen y tantos otros previos en realidad… la misma torre de Babel.
 

Así, lo que vemos ahora en Torre Pacheco (Murcia) me ha recordado a algo que leí hace ya casi una década en un manual de antropología económica: El Ejido, un experimento del capitalismo moderno, de Ubaldo Martínez Veiga, catedrático de antropología en la UAM española.
 

Ambas regiones viven de una economía agrícola asfixiada por los mercados internacionales; así mismo, las bolsas de mano de obra distribuidas en núcleos urbanos llevan a contratar mano de obra inmigrada de África, dada la precariedad por la que se hace este «trasplante de poblaciones» o «colonización interior», no se integran de modo alguno —no se bautizan, no aprenden el idioma, no se sienten implicados en al vida comunitaria negando la religión—, una explotación descarada de esta mano de obra por falta de protección legal y social en general —recordemos que el Estado no es el principio y fin de toda forma de derecho—.
 

En el año 2000, dos marroquíes apuñalaron a dos personas en El Ejido, matando a una de ellas. En las horas presentes, estamos «solamente« ante una paliza. Mientras que en al año 2000 no existían los medios de comunicación digitales que existen a día de hoy, se organizaron movilizaciones masivas. Resurgía así la Ley del Talión, que exigía sangre sin negar una parte que sencillamente se hubiera conformado con el viejo y demasiado infravalorado destierro.
 

Los dos son pasajes auspiciados por el liberalismo político y económico. Aquello que empezó por acusar «la sopa de los conventos» de miserable, ha llenado de miseria las calles, convirtiendo a las personas-humanas en miserables que buscan la violencia, el caos… donde ese consenso garantizado en la Villa y Corte —y por extensión en todas las capitanías autonómicas: Barcelona, Vizcaya, Sevilla, Zaragoza, Santiago (2), etc. etc.— cuesta ya no la «paz social», ya no el «estado de bienestar», ya no la «seguridad/opinión pública»… nada de eso. Lo que se pone en juego es la existencia misma de los pueblos que han habitado y habitan un territorio concreto. Se aniquila día a día el espíritu de un pueblo tan plural como el hispano para poder acomodarlo a las necesidades de lo que sea la UE, auspiciada por la verdadera Babel.


¿AUTHORITAS, NON VERITAS, FACIT LEGEM?

 

Artur J. Llinares, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau




Bibliografía:
 

ARRIETA, P. (1998). “Dinámica étnica, modernización y ritual e el medio rural de México”. En: Quaderns de l’isntitut Català d’Antropologia. Nº 10. Pp.: 93-120.
 

CARO BAROJA, Julio (1974). “El hombre de campo y el campesino como objetos de especulación política”. En: De la superstición al ateísmo. Meditaciones antropológicas. Madrid: Taurus. Pp.: 123-148.
 

DE SOUSA SANTOS, B. (2009). Sociología jurídica crítica. Para un nuevo sentido común en el derecho. Madrid: Trotta, Bogotá: Lisa.
 

ELÍAS DE TEJADA (1969). “El mito del marxismo”. En: AA.VV. Los mitos actuales. Actas de la VIII Reunión de Amigos de la Ciudad Católica, celebrada en Barcelona en el Instituto Filosófico La Balmesiana, los días 1, 2 y 3 de noviembre de 1968. Pp.: 175-.194. Madrid: Speiro.
 

ESTEVA FABREGAT, C. (1984). Estado, etnicidad y biculturalismo. Barcelona: ediciones península.
(2018). Formas expresivas en antropología. México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones antropológicas y El colegio de Jalisco.
 

KROTZ, Esteban (2014) (Ed.). Antropología jurídica: perspectivas socioculturales en el estudio del derecho. Barcelona: editorial Anthropos.
 

MARTINEZ VEIGA, U. (2011). “El Ejido, un experimento del capitalismo moderno”. En: Paz Moreno Feliu (ed.). Entre las gracias y el molino satánico. Antropología económica. Madrid: UNED. Pp.: 339-343.

 

 

Notas:

(1)  Quien puede olvidar a Claudi Esteva afirmando que “surgió la etnohistoria como un resultado de la dinámica propia de la formación de antropólogos mexicanos” (2010: 13) arrumbando, porque no tiene otro nombre, primero de todo la producción de cientos de misioneros y eruditos de las Américas hispanas; pero ya depuse autores como Caro Baroja. Yo mismo, he de reconocer que me acerqué al carlismo pro este descendiente de la ilustre y anticlerical familia… este decía en sus años de vejez: “Sin duda, pensaba yo al conocer la base de esta discusión violenta, los carlistas de mi infancia eran unos terribles revolucionarios. Las tensiones son fuertes en cada pueblo que está dentro de un área de éstas llamadas de «desarrollo»” (véase todo el artículo, porque no tiene desperdicio: Caro Baroja, 1974: 145): Los carlistas no cedemos ¿Lo harán las Españas?

(2)  Véase el artículo de La Razón -desprendido de un informe general- sobre las aguas residuales de la ciudad que indican que “El análisis de aguas residuales establece que la cocaína y el cannabis son las más usadas en la capital gallega, apareciendo por primera vez la ketamina”. Véase en: << https://www.larazon.es/galicia/secretos-ocultos-aguas-santiago-drogas-consumo-nuevas-sustancias-p7m_2025032067dbfb23b425ef0001e4dbc5.html >>.

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