dissabte, 22 de novembre del 2025

Las misiones catalanas, peripecias de una profesora de religión (V): Rezar por los alumnos

 

Las misiones catalanas, peripecias de una profesora de religión (V): Rezar por los alumnos



Yo no «pongo al alumno en el centro», como dice la Ley estatal y, últimamente, también el Papa. Yo pongo a Dios para que ponga orden. ¡Estaríamos buenos!

 

Me recordó a mis años de abogada, en los que perpetuamente estaba de guardia recorriendo comisarías y juzgados. Y, si te soy sincera, lo que he encontrado en muchas aulas poco difiere de lo que me encontré en aquellos ambientes policiales

 

Los Institutos en Catalunya son como pequeños reinos de Taifas. Se rigen por lo que llaman la autonomía de centros. Y sí, hay una Ley Orgánica de Educación a la que deben someterse pero, a la vez, existe este sentido de la independencia o soberanía propia de cada instituto. En la materia de religión, eso se nota. No es una cuestión menor. Si el director es creyente, como profesor de religión, estás de enhorabuena. Si no es creyente, ¡buena suerte! Yo he tenido ambas experiencias. Y también te diré que la probabilidad de caer en un instituto antirreligión es más probable que la otra. Los sesudos directores, la cuestión de Dios, la tienen superada. Son la élite intelectual de las mentes preclaras que han superado la «bobada» de tener fe. ¡Mucho mejor creer en la Agenda 2030! Es para partirse de la risa. Y continuar llorando. Mi primer instituto, el del Ramadán, entra dentro de la primera categoría. El director me recibió casi casi con banda y comité de recepción. Me dijo: «Yo estoy por la religión; lo considero un plus». Tampoco sé si eso lo convierte en creyente o no. Pero por lo que al profe de reli atañe, ofrece la garantía de que no va a obstaculizar la materia. Ni tratar al docente como un pringado. Luego me enteré de que esa semana una madre de una alumna de primero estaba a punto de entrar por registro una queja al Departament d'Educació, porque el Instituto llevaba más de un año sin profesor de religión. ¡Ole tú! Madre coraje donde las haya. Sea por la razón que sea, fui muy bien recibida por el director y me puso todas las facilidades para promocionar, en pleno mes de mayo, nuevas inscripciones. Ésta es la parte positiva de la descripción de mi primer día. Me dijo algo que no entendí en el momento: «Vas a estar aquí como de colonias». Luego comprendí a qué se refería. Te lo explico en breve.

Después de mi sonado primer día en el Instituto, vino el segundo, el tercero y así sumando días; en menos de una semana me di cuenta del pronóstico y el diagnóstico de la religión, del estado de la educación pública, los profesores y la devastación en las tiernas almas de esos adolescentes que, con cariño lo digo, de primeras, fáciles no son. Pero, con paciencia, llegas a amarlos y entender que no son más que víctimas de un sistema satánico. No se puede decir otra cosa que la realidad de lo que hay. El horario que me dieron era bastante patético; vine a sustituir a otra profesora, que no dejó buena huella, por cierto, y quizá de esto deberé hablar más adelante. Como decía, el horario era una birria, con un montón de espacios libres que se destinaron a hacer guardias. Cuando un profesor no acude al instituto por la razón que sea, su clase debe ser cubierta por el profesor que está de guardia. Me recordó mis años de abogada en los que perpetuamente estaba de guardia recorriendo comisarías y juzgados. Y si te soy sincera, lo que he encontrado en muchas aulas, poco difiere de lo que me encontré en aquellos ambientes policiales. Me di cuenta, pues, de que a nivel académico, en lo que la religión respecta, la cosa dejaba mucho que desear. Aquí es donde entendí lo que significaba estar de colonias. Todo mi entusiasmo, las grandes cosas de las que les hablaría a los alumnos, se quedó, básicamente, en recordar y recalcar las normas básicas de educación: «levanta la mano antes de hablar, no comas chicle, no interrumpas, no hagas ruidos raros, respeta a tus compañeros, no hagas payasadas, no puedes ir al lavabo por quinta vez en veinte minutos, para de dar golpecitos con el bolígrafo, deja de ensuciar la mesa con el pegamento…» Normas que deberían tener superadas en la primaria, hecho que para nada es así, tal como fui comprobando. Estos chavales, los que abundan en los institutos, son hijos del sistema materialista, hedonista, utilitarista. No tienen ninguna conciencia de que ellos también tienen una dimensión espiritual. Todo lo que relacionan con esta palabra, es la ouija o el Charly Charly. Tristemente, me pasé calentando silla en el aula de profesores, cuando no cubría ninguna guardia. La sensación interna de no ser útil, estar desaprovechada, no poder derramarme generosamente en dar clase, me hundió en la miseria. Sí, tal cual. Pero no retocé por mucho tiempo en el lodo. Entendí que el desánimo es justo lo que quiere el Enemigo, hacernos sentir inútiles, los tontos de religión, los que académicamente son poquita cosa. La irrelevancia más absoluta. Y en ese sentirnos inútiles, a veces nuestra dignidad viene tocada peligrosamente. Nuestro sentido del servicio y la misión menguado y a los ojos de los atareados profesores, el pobre de religión calienta silla mano sobre mano. Ésta es la sensación que experimenté y comprendí que en este desánimo o tristeza, lo que el Enemigo pretende es que abandonemos. Saltemos del barco en busca de otras ocupaciones con más solera, más validación o reconocimiento en el claustro. Al percatarme de ese sutil ataque casi imperceptible con firma del Enemigo, busqué estrategias para mantener mi dignidad, que de todos modos, es intocable. Al Enemigo le encanta confundirnos. Sentir que no valemos nada, que eso de la religión es una chorrada, que Dios nos abandona y le importamos un bledo. Y en realidad, tal tentación, ¿no es la que Jesús combatió en Getsemaní? La sabiduría de la cruz es necedad para el mundo.

Por otro lado, desanimando o perdiendo la esperanza, sentía que era una floja. Vamos a ver, San Pablo no fue siempre recibido con los brazos abiertos y vítores de entusiasmo, o me venía la imagen del apóstol Santiago abatido a orillas del Ebro, o San Bonifacio dudo que transitara un camino de rosas. En fin, ¿quién era yo para hacerme la víctima? Al menos no me matan como a tantos. Me ningunean, sí. Me matan en otro sentido, no incluyéndome en su mundo, pero, ¿realmente encajaba y encajo yo en ese sistema diabólico? No, por supuesto. Me hice pasar la flojera y el victimismo. Lo hago cada vez que asoma en el horizonte. Así como el momento palomitas me ayuda a la santa indiferencia, de la que mi amiga cómplice de llantos y trinchera me explicó.

¿Qué decidí hacer? Rezar. Como si no hubiera un mañana. Mientras conducía, en el coche, rezaba el rosario para mis alumnos, los profesores, el instituto. Cuando entraba por la puerta, volvía a las oraciones. Me visualizaba, y sigo haciéndolo, entrando de la mano del Arcángel Miguel. El ambiente es denso y he llegado a traer un frasco de agua bendita con la que rociaba el aula antes de empezar. Cuando paso por los caóticos pasillos (describir eso me llevaría mucho tiempo), rezo un silencioso Avemaría o Padre Nuestro. Hago lo mismo en las guardias o cuando mis alumnos de reli les da por ser unos maleducados. En bucle, rezo. Una y otra vez. Aunque sea visualizo a Jesús o la Virgen en medio del aula. Yo no «pongo al alumno en el centro», como dice la Ley y, últimamente, también el Papa. Yo pongo a Dios para que ponga orden. ¡Estaríamos buenos! También me encomiendo a las benditas almas del purgatorio, dialogo con ellas «vamos a ver, si por aquí hay alguna alma que puso obstáculo a la fe, contraria a a fe, perseguidora de la fe, hagamos trato, yo rezo por ti y tu me ayudas con estos alumnos y me ayudas para que más alumnos se inscriban».

Una de mis oraciones recurrentes es la del padre del hijo poseído: «¡dame más fe!» Por eso, Dios me ha colocado en tierra de misiones, justo para que mi fe madurara y se depurara. Para no confundirla con efervescencias emocionales, edulcoradas y de una felicidad epidérmica. No soy yo quien tiene que ser feliz, es más, no lo soy. Salgo del instituto cansada y hastiada, frustrada y triste en más de una ocasión. Enferma. No me gusta lo que veo y siento. Pero Dios sabe más que yo, lo que necesito, más allá de lo que deseo. NO es mi felicidad lo que está en juego, es la suya la que vale  Supe, entonces, Dios no mira lo externo, sino el corazón, y lo que a los ojos del mundo pueda parecer absurdo, un cristiano sabe que no es verdad. Pensé «a lo mejor todo lo que se nos pide en estos tiempos tan escatológicos como apocalípticos tiene que ver con rezar por todos ellos. ¿Quién debe rezar por esos críos?” ¡Y por los profesores?»

Más adelante descubría algo que me emocionó, el ejercito de abuelas que rezan por sus nietos. Poco se habla de ese ejercito anónimo de abuelas y abuelos que calladamente pero con ímpetu, fe, esperanza y mucho amor sostienen las generaciones venideras. Sepa el capitán de este glorioso ejercito, que tienen un nuevo soldado. El más bajo en la jerarquía, pero me tienen en sus filas.

Eulàlia Casas, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

 


 


 

diumenge, 16 de novembre del 2025

Película «Los Domingos». La fe como sentimiento sin razón que conduce al vacío: el fracaso del catolicismo liberal

 

Película «Los Domingos». La fe como sentimiento sin razón que conduce al vacío: el fracaso del catolicismo liberal



Película nefasta y nada recomendable, pero alabada por el obispo Munilla y la COPE. La propia directora califica su película como «un retrato feroz de la fe como refugio y de la tradición como disfraz en un mundo sin esperanza»



Estimado lector. Quisiera hablarle de «Los Domingos». Es una película que se supone trata de la fe de una joven de diecisiete años que decide ser monja. ¿Por qué le hablo de esta película? Sencillamente, me la recomendaron y parece ser que algunos sacerdotes también la recomiendan. De hecho, cuando fui al cine a verla, vi a un sacerdote (al cual no conocía). Igualmente la han recomendado personas que se suponen son expertos en cine como Juan Orellana, Director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal y de Pantalla 90. Asimismo, otras personalidades, como el obispo Munilla, la han aconsejado. COPE y 13TV también la han apoyado.

Pero resulta que esta película también la defienden todos los medios de comunicación más militantemente anticatólicos. Es decir, aquellos que están —día sí y día también— contra la Iglesia Católica e incluso pretenden la liquidación del Valle de los Caídos y su comunidad monástica benedictina, por ejemplo.

Todo esto debería hacernos encender todas las alarmas. Porque dos sectores tan dispares [sic], ¿cómo es que están de acuerdo en dar la misma visión y explicación sobre sobre lo mismo y al mismo tiempo?, más aún cuando uno de los dos sectores pretende destruir al otro.

—Señor Autor de este artículo, mire que hay que ser retrógrado para pensar así. Quite, quiete, ¿a quién se le ocurre sospechar? A usted, solamente a usted, que es un retrógrado.

—Pues estimado Lector, a mí me enseñaron de pequeñito que uno de los enemigos del alma era el mundo y sus seducciones y halagos, y ya sabe usted aquello de que cuando el mundo te alaba... mejor tomar «las de villadiego».

Voy a empezar por el final y le voy hacer «spoiler», como se dice ahora. En un tiempo no muy lejano se decía «destripar».


—Bueno, señor Autor retrógrado, éste es otro tema.

—Pues apreciado Lector, imagínense. Va usted a un restaurante de lujo y prestigio, alta cocina. Pide Atún Rojo de Aleta Azul y le sirven una pizza de supermercado con trocitos de caca. Y usted la toma contento, aplaude y recomienda el restaurante. Bien, pues esto es exactamente esta película y la actitud de los comensales antes citados. Y ahora entremos en el filme.

La peli gira alrededor de una chica de 17 años, o sea, una niña por muy diecisieteañera que sea. Dice que siente estar enamorada de Dios y que quiere entrar en un convento. Hasta aquí todo pudiera parecer muy loable. ¡Aplaudamos!… Un momento… No tan deprisa.

—Ya está el Autor retrógrado buscando cinco pies al gato. Con lo bien que comenzaba a sonar la peli.

—Déjeme que le explique queridísimo Lector y, a lo mejor, comprende si pone usted un poquito de memoria, de entendimiento y de voluntad; que por algo son las potencias del alma.

La chica en cuestión se llama Ainara, y se mueve en un ambiente familiar supuestamente católico. Vamos, una familia de típico catolicismo liberal movido por el sentimiento del momento y la apariencia pero, en el fondo, un catolicismo vacío y una familia descompuesta con sus miembros también llenos de vacíos.

El primer vacío es el de la propia Ainara, y reside su origen en una madre fallecida... no se sabe cómo ni por qué. Ainara piensa que su madre fue genial, pero hay una secuencia en la que las arpías de la abuela y de la tía de Ainara hablan brevemente sobre la madre. Bastan «dos palabras» para ver que la madre posiblemente no era tan genial como imagina Ainara. En definitiva, que el fallecimiento de la madre produjo en la niña un vacío afectivo y profundizó su falta de guía moral, que es la función de toda madre para su familia. Pero, al mismo tiempo, parece que se nos está diciendo que los problemas de esta familia venían muy «de atrás». Por cierto, desde pequeñito a mí me decían que no estaba nada bien hablar mal de los muertos.

La madre, aunque les disguste a las feministas actuales, es principal e insustituible transmisora de fe, virtudes, valores y afectos. Bueno, lo siento, es cierto, esto era cuando los católicos de siempre —antes de que el liberalismo se apoderase de la Iglesia— aprendían a ser católicos en el regazo de sus madres. Ellas eran custodias del hogar, de la piedad y transmisoras de la Tradición. Las madres eran modelos de virtudes teologales y cardinales, de abnegación y de entrega incondicional a toda la familia. Pero, repito, eso era cuando en la Iglesia no había más soplos de «espíritus» que el Espíritu Santo, y tampoco había «ventanas» por donde entrasen «vientos» que en realidad fueron destructoras tempestades y humos de Satanás (Pablo VI, homilía 29/06/72) ¡Por favor, obispos y cardenales, cierren las ventanas de una vez, que el «Humo de Satanás» ya es incendio en la Iglesia!

Por tanto, la ausencia de la madre dejó a la joven Ainara vulnerable y buscando desesperadamente un sentido de pertenencia y de verdad.

—Pero, Autor ¿y, entonces, el padre, qué?

—Vayamos al padre, querido Lector.

El padre está ausente. Apenas aparece por casa más que a altas horas de la noche. Su dedicación al restaurante —de su propiedad— lo tiene sumido en la oscuridad del trabajo y en las incertidumbres, las cuales le llevan a la  pasividad por agotamiento ante los reclamos de sus hijos, especialmente los de Ainara. Sin embargo, no está agotado para «tener un lío» y meter ese lío en la familia, y encima pretender que todos acepten ese «lío».

—Pero, retrógrado Autor, ¿no sabe usted que esto ya no se llama «lío»? Es una «situación irregular» o «pareja de hecho». Y ya no es pecado, sino una «herida». ¡Qué no pasa nada, a ver si se entera usted, retrogrado Autor!

—Mi estimado Lector, ¿quiere usted decir que el Moderno padre es un ejemplo maravilloso para sus hijos? Pues que sepa usted que el pecado es pecado ayer, hoy y siempre, por mucho que hoy en la Iglesia esté de moda jugar con las palabras. Y no hace falta tener muchas luminarias para entenderlo. Pero, déjeme continuar, por favor.

La situación personal vivida por el padre le lleva a la permisividad por comodidad ante la situación de descomposición familiar y, especialmente, ante su hija mayor. Le importa más evitar el conflicto que educar. Pero, ¡cómo va a educar rectamente si su propia vida íntima es fornicaria! Ah, que son católicos, no sé si lo había dicho. Católicos liberales, por supuestísimo. ¿Y la Tradición? Sencillamente, no existe.

—Buaj, ya asomó la patita el Autor: «Tradi», es usted un «Tradi». Si es que todos los «Tradis» sois «rígidos», «esclavos de la Ley», «cristianos de museo» que pretendeís «amordazar» con vuestro «fundamentalismo» religioso. Quite, quiete, lo «chupi guai» que es este padre tan Moderno y «al día», ejemplo y modelo para su familia y para la comunidad. ¡Déjele  solazarse y no le fastidie! ¡Corazón endurecido!

—Mire querido Lector. El padre es un fornicario, un timorato y un calzonazos.

Cuando en la Iglesia no había Nouvelles Theologies ni fandangos parecidos, el Padre era la cabeza espiritual de la familia, la autoridad, el orden y el sostén económico para todos. Modelo de rectitud e integridad sin dobleces, y la palabra de un padre era oro. Pero es que, por todo ello, el padre era el primer servidor de la familia para guiarla al Cielo incluso a costa de su propia vida, amando como Cristo ama a su Iglesia (Efesios, 5; Colosenses 3, por ejemplo).

—¡Pero qué dislates me cuenta Autor Tradi!

—Pues aunque no le entre en la cabeza. Hubo un tiempo en que la Iglesia predicaba todo esto y las familias se organizaban y funcionaban tal como enseñaba San Pablo. Y los obispos y sacerdotes lo predicaban públicamente y ayudaban a las familias en este camino. Y es que el padre era la cabeza de la Iglesia doméstica, como el obispo lo es de la Iglesia diocesana y el Papa lo es de la Iglesia Universal. ¿Por qué los obispos —desde mi punto de vista— ya no predican ni defienden a San Pablo cuando habla de la familia?

—Pero retrógrado Autor «tradi», no se da cuenta de que San Pablo era un machista. Y claro, ¿cómo va un obispo a defender públicamente la enseñanza de San Pablo sobre la familia? Quite, quiete. Pero volvamos al asunto.

—Mire, mi apreciado Lector: en la película, la vida personal que lleva este padre no le deja otra opción que ser permisivo con su hija. Y esa permisividad la disfraza de apoyo a las decisiones de la de su hija que pasa por un momento de su vida (adolescencia) donde todo es una explosión de vaivenes de sentimiento. Lo que más desea el padre es evitar el conflicto y, así, deja en manos de otros (la tía de Ainara y el director espiritual) la formación y educación de su hija. Cuando unos y otros impulsan a Ainara a mantener relaciones sexuales, sólo entonces el padre monta en cólera. «Han pillado» a su hijita en la cama con un chico (menos mal, tal como está el patio podría ser con… aún tendremos que agradecerlo).

El estallido colérico del padre ante «la pillada» no es un acto de defensa de principios y moral católicos sino una reacción de impotencia y miedo. La autoridad del padre está basada en el control de las apariencias no en el amor y la guía moral y católica de su hija. Quiere controlar y mantener apariencias para los demás, porque para él no le importa que todos sepan la vida fornicaria que lleva. La exhibe orgulloso. Consecuentemente, ese estallido colérico es la muestra evidente de que es un padre que ha abdicado de su función. Y es que ni en el fondo ni en la superficie ni en las formas: sencillamente, el padre no es católico, y eso que se ha educado y formado en un colegio supuestamente católico.

Hasta aquí, ¿todo esto son los modelos que nos proponen (algunos expertos católicos e incluso algunas autoridades eclesiásticas)?

—A ver, retrógrado Autor «tradi», nadie está proponiendo nada, sólo recomiendan.

—Ya, ya, querido Lector, ya... Continúo...

Otro asunto relacionado con el padre es la cuestión económica. La verdadera prioridad del padre es la economía, pero no familiar sino del negocio. Esto es lo que realmente le importa. Lo viste de defensa del bienestar familiar (en el plano económico) y así aparece en un par de escenas: conversaciones tensas entre el padre, la tía y la abuela de Ainara sobre el préstamo para la reforma del restaurante y sobre el piso de la abuela puesto como aval para dicho préstamo. Pero en otra escena —en el restaurante— el padre se ufana, se enorgullece y va chuleando sobre lo bien y maravilloso que ha quedado el restaurante y lo bien que funciona ahora. La tía de Ainara le pregunta ¿cuánto ha costado? Entonces, el padre parece arrugarse y responde que el préstamo ha sido de... Lo dicho, un calzonazos.

Después de muchos «dires y diretes», el padre finalmente se posiciona con la voluntad de su hija de ser monja, pero ésa es una voluntad volátil —como ya he explicado— aunque en la película aparezca como decisión firme de Ainara con el apoyo de su padre.

—Pero, retrógrado Autor, ¿no ha visto usted cómo reza la chica?

—Precisamente, mi considerado Lector. Una de las palabras que más están en boca de la chica es «siento». Como ejemplo, una escena: en medio de una comida familiar los propios miembros de la familia provocan el desvelamiento de la «pillada» y, sólo entonces, el padre acaba gritando que ayer su hija quería ser monja y hoy se va de forniqueo. Con tal balance la pregunta es obligada: ¿hasta qué punto y durante cuánto tiempo el padre permanecerá apoyando las decisiones volubles de su hija? Si Ainara cambia de opinión o fracasa y sale del convento, el padre ¿volverá a caer en la incomprensión y la cólera o simplemente en la pasividad vestida de comprensión, que es una de las características de su paternidad?

Y en este punto entra Maite, la tía —tomen la palabra como quieran— de Ainara. Vamos por partes. La tía esta casada con un pobre hombre que ni pincha ni corta. Vamos, otro calzonazos. No sabemos si el pobre marido se ha educado en un colegio católico, pero a lo largo de la película su actitud denota desdén por la religión. Tampoco sabemos exactamente cuál es la dedicación del marido. Pudiera ser que estuviese preparando oposiciones, pero tampoco queda claro porque jamás se le ve con un libro en la mano. Desde luego Maite aparenta que es la persona sostén económico de este matrimonio, con un niño pequeño de por medio al que no hace ni caso. Quien realmente se cuida del niño es el marido de Maite.

—Retrógrado Autor: al menos, esto él lo intenta hacer bien.

—Al menos. ¿Tenemos que aplaudir?

Igualmente, podemos decir ante las fluctuaciones de su esposa en un constante «¿le quiero o mejor me largo?» El pobre hombre dice a Maite que él no se va a ningún lado, que siempre está ahí. Reconozco que éste es otro punto a su favor. Entre tanto, ella le insinúa la separación.

Por su parte, Maite sí que se ha educado y formado en un colegio supuestamente católico aunque ella es de un ateísmo militantemente odioso contra la Iglesia Católica. Comentarios, actitudes y temperamento de odio es el signo de identidad de Maite. Este personaje es el típico producto de la educación liberal católica impartida por centros que se denominan católicos, pero que de católicos apenas tienen el nombre. Colegios que no se diferencian en nada de los ateos institutos públicos.

Ella, la tía, es el producto fracasado de una educación burguesa no católica vestida de primera y última comunión (comunión de la hermana de Ainara). El cinismo de Maite y su hedonismo no son actos de liberación, sino la difusión de su propia insatisfacción permanente. Llevada por su liberal concepto de libertad, Maite se va de puterío y se lo restriega por la cara a su marido. La escena es patética. A altas horas de la noche, Maite llega de putear, despierta a su marido y se lo cuenta. El pobre marido aparenta no reaccionar, quiere seguir durmiendo y ya pensará en eso mañana. Pese a ser ateo, el pobre hombre me resulta simpático. Con una víbora como Maite... cualquier hombre cae simpático.

La tía Maite es la ausencia de límites, que se llama libertinaje y que es evasión e irresponsabilidad. Esto, los Modernos lo llaman transgresión (como expresión positiva). La tía encarna la reacción a un ambiente católico sólo de nombre y su ateísmo es el resultado directo de la praxis liberal religiosa y educativa de La Modernidad (tan condenada por los papas y denominada «compendio de todas las herejías», Pascendi 38).

Podemos especular sobre la Fe que le ofrecieron a Maite, la del catolicismo burgués, de apariencias y superficialidades, roto por la confrontación con una realidad a la que también odia. Pero a lo largo de la «cinta» queda expuesto que su ateísmo y su estilo de vida (la promiscuidad) es una revuelta identitariamente consciente. Al rechazar la Fe en forma de odio se define a sí misma en oposición directa a «lo religioso», siendo el odio la energía que la mantiene con vida porque ya no tiene otra cosa. Al igual que su hermano (el padre de Ainara) y al igual que la propia Ainara (como veremos), Maite está vacía.

Maite es el agente que, en la familia, llena el vacío dejado por la madre fallecida y por el padre desentendido bajo la apariencia de comprensión hacia su hija. En esta situación la tía usurpa el papel de guía moral de la familia —alentada por la abuela— y ofrece a sus miembros, especialmente a Ainara, libertinaje como fuente activa de destrucción. Maite, en realidad, utiliza a los miembros de la familia y concretamente a Ainara, para validar su propia vida vacía y carente de sentido. Es así como el vacío y el sinsentido resultan ser el motor de vida para todos los miembros de la familia. De ahí también que el único recurso que les quedan sean los sentimientos.

Por todo esto, la solución que Maite ofrece a Ainara es una solución diametralmente opuesta a la supuesta vocación de la niña: el libertinaje, la fornicación y la irresponsabilidad. Pero también, el padre ofrece a su hija un camino no muy disímil: la universidad y unos estudios superiores tras lo cual pudiera vislumbrarse una vida materialmente grata, burguesa y nominalmente católica sin apegos, sin convicciones, sin fe, sin razones.

Maite no sólo es infeliz, sino que quiere que todos lo sean y en ello intenta arrastrar a todos a su propia miseria moral, y parece decir: «si yo soy infeliz, tú también debes serlo». Maite es tóxica, de ahí su aislamiento de todos y que —incluso— el padre de Ainara intente tomar distancias de la tía. Sólo al final el padre y su hija parecen conseguirlo, pero dadas sus inconsistencias sentimentaloides: ¿hasta cuando?

Ahora veamos dos cuestiones más: por un lado, el escenario en el que se desarrolla este drama de inconsistencias, de vacíos, de sinsentidos; y, por otra parte, Ainara. En esta tragedia se encuentran las profundidades sentimentalistas de los vaivenes y decisiones de la joven.

La familia tiene una estructura patológica intergeneracional de hipocresía, incoherencias, ausencias y vacíos morales. Lo único en común que tiene sus miembros es el sentimentalismo. Todos se mueven y viven según sus sentimientos en cada momento. Y cuando la familia —intergeneracionalmente entendida— falla, sólo queda la escuela pero ¿qué escuela tenemos?

—Retrogrado Autor, de la escuela apenas se dice gran cosa.

—Pero, amigo Lector, lo poco que se dice, basta.

Es una escuela modernista llamada católica pero que de católica bien poco parece tener. Ante nuestros ojos, se despliega una educación católica liberal, además de mal impartida e hipócritamente vivida: mucho coro, mucho uniforme pero los alumnos aparecen brevemente trazados con patrones similares. La pantalla rezuma una educación que sólo deforma creyentes situándolos en una fe entendida como simple sentimiento, lo que impide el surgimiento de aguerridos católicos militantes. Por el contrario, la «producción humana» de estos centros es la generación de ateos ya agresivamente combativos, ya desilusionados o indiferentes. Sea una u otra cosa sólo hay enorme ignorancia en esos personajes, ¿de qué les ha servido tanto colegio supuestamente católico? Para eso mejor un centro púbico o privado ateo.

Y es que éste que surge en la película es el típico colegio nominalmente católico, pero liberal y modernista. Ejemplos hay varios, posiblemente la mejor escena, la catequesis. Las catequesis (quizá son clases de religión, no queda claro) corren a cargo del único sacerdote que sale en la película. Hay una escena que lo dice todo sobre estas clases. El sacerdote pretende explicar qué es la fe y para ello se lleva a un pequeño grupo de alumnos a la capilla/salón de actos. Allí, desde la misma bancada, monta un teatrillo, perdón: dinamización pedagógica cognitiva-emocional mediante el uso didáctico de herramientas y modelos de dramatización en el aula. Total, la supuesta actividad pedagógica consiste en que un alumno —le tocó a Ainara, cómo no— se venda los ojos y todos le dan ordenes.

Lo que en realidad está haciendo el sacerdote es encapsular la vida profano-sentimental de esos adolescentes dejando sin resolver sus miedos, incertidumbres, perplejidad y favoreciendo la falta de conocimientos intelectuales. Para qué si el verdadero conocimiento viene de la experiencia: Constructivismo y Conductivismo, Educación Progresiva y Aprendizaje Experimental (de Piaget a Bruner pasando por Vygotsky y Dewey). O sea, subjetivismo-relativismo, sentimentalismo, ¿acaso no han surgido multitud de grupos-movimientos (de jóvenes y adultos) supuestamente católicos pero basados en estos parámetros? En estos movimientos, se plantean pruebas y actividades de lo más variopintas y todo enmarcado en coaching live bajo el lema: «no pienses, sólo siente». De catecismo, nada de nada. Y es que el catecismo es el compendio de la Doctrina Católica.

—Ohhh, pero ¡qué está usted diciendo! Retrógrado Autor, ¡inmovilista!, ¡fosilizado!, ¡Tradicionalista!

—Pues verá usted mi apreciado Lector. Estamos ante una fe protestantizada expresada desde dentro de la Iglesia Católica, como en cualquier «asamblea reformada» no-denominalista: exaltación constante del sentimientalismo, el pastor arengando, música en vivo, brazos en alto y todos entrelazando las manos y gritando: ¡Aleluya! Otro aspecto que refuerza este enfoque es el que, durante toda la película, los sacramentos están prácticamente ausentes.

—¡No es verdad! La comunión está presente, ¡Retrogrado Autor!

—¡Y nada más! Le pregunto a usted, Lector: ¿dónde están los demás sacramentos, especialmente la confesión?

Y me centro en la confesión porque, ante la crisis de Ainara y de toda su familia, la confesión es lo único que realmente puede dar solución a tantas vidas destruidas. Pero no hay nada de esto: ni examen de conciencia, ni dolor de los pecados, ni arrepentimiento, ni petición de perdón, ni reparación de los daños cometidos, ni penitencia. Y no nos llevemos las manos a la cabeza. Miremos a nuestro alrededor. Los sacerdotes llevando mucha acción pastoral y caritativa pero, ¿dónde están confesando? ¡Si ni siquiera hay ya confesionarios! Preste atención al contenido de las homilías y de las diversas catequesis en cualquier parroquia. En el fondo, todo es lo mismo: «Dios es muy bueno y nos ama, no te preocupes». ¿Y sobre el pecado mortal? Nada ¿Y sobre el infierno? Nada.

—No se me sulfure, estimado Lector. Es cierto que todavía hay excepciones, Laus Deo!

—Retrogrado Autor ¿Se ha enterado que estamos en el siglo XXI? ¿Qué infierno? No quiera asustar usted a los fieles con eternas condenas y sufrimientos sin fin. Dios es Bueno.

—Señor Lector, aquí está el problema. Su visión no es otra cosa que la consecuencia del triunfo y propagación de los teólogos de la Nouvelle Theologie. De hecho, estos son casi los reyes en los seminarios: los Schillebeeckx y Rahner, Balthasar o Chenu y tantos otros. Y mientras, se desdeña todo lo que suene a teología «de siempre»: de San Agustín a Santo Tomás pasando por San Anselmo.

San Agustín decía —en su Sermón 43— aquello de «crede ut intelligas; intellige ut credas», es decir, «cree para que puedas entender; entiende para que puedas creer». Y San Anselmo diría «fides quaerens intellectum» (Proslogion). Es decir, para tener Fe hace falta la Razón (Fides praesupponit rationem) porque la Fe es un acto del entendimiento, de la razón. Vamos, lo que siempre me dijeron desde niño: la Fe es el asentimiento de la razón a la Verdad. Y dicho acto puede ir —o no— acompañado de una profusión sentimental. Qué diferencia con la superficialidad protestante.

Y esto es lo que nos presenta la película a través del colegio y de Ainara. Todo sentimentalismo sin razones. Porque ni el sacerdote ni Ainara dan razón alguna para la fe más que el que el «yo siento». Sí, como el «hoy siento frío, mañana calor». Ya lo dijo el padre de Ainara en la famosa escena comentada sobre «la pillada».

Estamos ante el rechazo a las Verdades Objetivas, por lo que se cae en el subjetivismo relativista típicamente protestante ¿Acaso no son así muchas Misas actuales con músicas totalmente extrañas (incluso para lo que establece el Concilio Vaticano II en Sacrosanctum Concilium, núm. 112 al 121)?

Otro ejemplo del ambiente protestantizado y falto de reverencia a Cristo crucificado en la Sagrada Forma son las breves secuencias de la Comunión: nada de rodillas y en la boca. De pie y en la mano ¿Acaso se reparten galletas? No hace falta ir al cine. Esta escena la podemos ver en cualquier parroquia.

—Pero, la Iglesia lo permite, ¡Retrogrado Autor!

—¿Y qué me quiere dice usted con eso? La Iglesia hoy permite muchas cosas como procesionar una estatua llamada Pachamama (un demonio) en la basílica de San Pedro y ponerla junto al Altar. Y todos, allí, a su alrededor. Vamos, como el pueblo de Israel alrededor del dios becerro ¿Cuántos obispos protestaron? Tuvo que ser un joven seglar el que cogiese al demonio y lo tirase al Tiber.

Y le digo más, Lector. El sacerdote del colegio entra de lleno a participar de todo esto. Me explico. Él es joven y supuestamente activo/dinámico, apoyado en su sonrisa permanente. Me da la impresión de que es la imagen de joven sacerdote que gusta a cualquier obispo modernista. Pero en realidad, si nos fijamos bien, este sacerdote es apático-pasivo. Verá usted. Es el director espiritual de Ainara y el que supuestamente le debe ayudar a discernir su vocación. Pero, ¿con qué nos encontramos? Con un director espiritual que sólo se dedica a escuchar y a acompañar el sentimentalismo de la joven. No le enseña la doctrina y moral católica, ni lo que dice el magisterio infalible de la Santa Madre Iglesia. La niña habla y el sacerdote sonríe y con su actitud empuja a la niña hacia desatinos vivenciales.

Buen ejemplo lo tenemos en una secuencia: el sacerdote y Ainara están conversando y ella le explica que hay un chico que le gusta. Fue de excursión con un grupo —supuestamente católico— y en una casa de campo acabaron todos durmiendo unos junto a otros indistintamente en colchones sobre el suelo. Y ella durmió junto a ese chico. Y el sacerdote en vez de afearle la conducta y advertirle en conformidad con la doctrina y moral católica y la Ley de Dios, «invita» a que indague ese camino. Lógicamente la niña acaba en la cama con el chico, aunque la cosa no llegó muy lejos porque la «pillaron».

Y entre tanto se repite una y otra vez, de forma cansina, el término: discernir, discernir, discernir. Pero vemos que no hay ningún discernimiento verdadero ni acompañamiento moral, ni doctrinal, ni de fe. El sacerdote no busca asentar el discernimiento de Ainara en las razones de su fe y de su idea de ser monja. La pobre chica sólo encuentra en ese sacerdote a alguien a quien «soltar su rollo», lo cual es recibido con una sonrisa y el permiso implícito para que explore ciertos caminos que atentan contra la Ley de Dios ¿Este tipo discernitivo de la peli es del gusto de ciertos expertos y prelados?

Por todo esto planteado la figura del sacerdote es emblema del fracaso «católico» del colegio, de la familia, de la sociedad e incluso de una parte de la Iglesia; porque no guía a la joven hacia la comprensión de la fe como Verdad (fides quaerens intellectum) sino sólo al simple seguimiento de los impulsos Y el resultado lo vemos en la siguiente escena: los dos jóvenes en la cama.

Es cierto que toda esta situación también ha sido impulsada por la tía, la abuela y una amiga (mala amiga, aunque es caracterizada como buena) de Ainara. Entre todas han convencido a la pobre chica a que se vaya de puteo a una discoteca o macrofiesta y, después, a compartir colchón excursionista para, seguidamente, «hacer cama» en casa paterna. Y el padre, como siempre, ni está ni se le espera. Eso sí, éste «monta el pollo» cuando la niña es «pillada». ¿Y el Sacerdote? Sigue con esa estúpida sonrisa.

Por todo esto el personaje del sacerdote es el que más náuseas me causa. No es un Pater, un Padre (más que necesario por cuanto al panorama familiar que tiene Ainara se refiere), sino es sólo un amigo más que da palmaditas en la espalda a la joven y, entre sonrisas, en el fondo la deja abandonada. Sola. Y Ainara acaba estrellándose. Lógico. Pues «Líbera nos, Dómine» de tales sacerdotes y directores espirituales.

Y, en todo esto, el único personaje que parece tener las cosas mínimamente claras es la madre superiora del convento. Hay una escena en la cual la madre superiora y Ainara están sentadas en unas escaleras y la madre superiora sutilmente afea a Ainara su conducta y le dice: esto está reservado para el matrimonio. Parece ser la única que actúa casi católicamente. Digo casi porque ella también tiene sus cosas, como por ejemplo: obliga a la comunidad a abandonar el claustro. Siendo monjas de clausura, la Superiora las obligó a exclaustrarse (y esto lo cuenta la monja más anciana).

Entre unos y otros vemos que Ainara es privada de una auténtica fe para poder desarrollar toda su capacidad de vivir firmemente su vocación en los principios, la moral y las exigencias del seguimiento a los mandatos de la Santa Madre Iglesia y a Dios, ya sea en un convento o casada como Dios manda. Esto nos lleva intuir el posible fracaso de Ainara, porque su decisión de entrar en el convento no está cimentada en principios firmes, sólo en la volatilidad de los sentimientos por los que pasa en esta etapa de su vida.

El resultado de todo es, para Ainara, el caos moral y emocional donde la única respuesta coherente es el convento, porque en realidad le permite huir de todo ese mundo que la rodea. Así como la huida de Maite fue generar odio, la de Ainara es el convento. Y el desencadenante es la muerte de la abuela, como suceso generador de nuevos sentimientos que refuerzan la decisión de apartarse de todo y entrar en el convento. Decisión vestida de entrega a Dios. A este respecto el monólogo final de Ainara es grandilocuente.

El suceso de la muerte de una abuela intrigante actúa como catalizador de la decisión. Obliga al personaje de Ainara a optar por una clausura —que no lo es— como respuesta extrema al vacío, a la soledad y al caos que vive y le rodea. Se trata de un intento de encontrar en el orden divino lo que no tiene en el orden interno y externo. Pero resulta que a un convento no se entra para escapar. Todo ello lleva a considerar que, posiblemente, la joven volverá a fracasar.

Y esto se explica al final de la película. La vocación de Ainara, basada en el sentimentalismo volátil, no puede perdurar. El padre, aunque apoya a su hija, carece de fundamentos para sostener ese apoyo a largo plazo. Y él también fracasa porque no puede devolver el préstamo y tiene que vender la casa de la abuela, cuando había prometido que no la vendería pasase lo que pasase. Y la tía, Maite, también fracasa parada ante un semáforo en rojo. El contraste entre el plano de ella sola queriendo huir y el plano de su marido con su hijo en la acera opuesta de la calle, es impactante. Sugiere que el ateísmo militante de Maite y su búsqueda de la «libertad» a través del libertinaje sólo la han llevado a la soledad, al vacío, al odio y al deseo de abandonar lo poco que le queda de estable, porque ella ya no tiene salida ni solución.

En conclusión. Ésta es una buena película por lo bien que están dibujados los personajes en todo el contexto descrito. Y la interpretación de los actores también es buena. Es una buena película si la tomamos como un retrato del vaciamiento de sentido (Frankl), de la crisis de la Iglesia, de la crisis de fe y de identidad de la sociedad y de las familias españolas caídas no ya en el ateísmo sino, más allá, en la apostasía. Porque los personajes se supone que están bautizados pero han abandonado o renunciado a Cristo. A esto se le llama, apostasía.

Este filme es bueno como retrato de la destrucción de la unidad Fe-Razón, de la fe como sentimentalismo (fe protestantizada) en el cual ha caído muchos católicos y buena parte de la Iglesia (es mi impresión). Es, en definitiva, un buen filme como retrato del desapego e incluso rechazo de los nominalmente católicos a sostener y a defender y a vivir los puntos de fe católicos y los principios morales de ello derivados.

—Autor retrógrado, dígame: ¿Quién piensa ya en la Santa Misa como Sacrificio Expiatorio, Crucifixión de Jesucristo en la Santa Cruz sobre el Altar del Sacrificio? Seguramente usted porque es un retrógrado, un «Tradi», un «pepinillo en vinagre», «neurótico» de la «cátedra de Moisés» con el «corazón endurecido» incapaz de «acoger». Quite, quite esas pesadumbres y aflicciones del pasado. Es mejor y atrae más una Misa donde se cante exóticamente y los jóvenes puedan agarrarse de las manos y moverse a ritmo musical. Y, por supuesto, con sacerdotes sin casulla (aunque el Código de Derecho Canónico ordene llevarla).

—Pues, le insisto, estimado Lector. No es una buena película si lo que queremos es encontrar reflejada la verdadera fe y la verdadera vocación a consagrarse a Cristo. No es una buena película para recomendarla como se ha recomendado por parte de medios eclesiales y comunicativos ligados a la Iglesia, si es que queremos ver en ella virtudes como la Fe, la Esperanza, el Amor; y valores como la educación y formación realmente católica con principios y moral, una red de caridad y solidaridades y de auténtica ayuda y comprensión, de integridad y rectitud.

En esta película no hay «jóvenes de carácter», ni existe «la joven cristiana» como nos describiera Mons. Tihamér Tóth. ¿Cuántos jóvenes han leído alguno de estos maravillosos textos? ¿Qué director espiritual o catequista, profesor de religión o sacerdote recomienda hoy textos como estos? Le delanto la respuesta, Lector: ninguno ¿De qué se quejan, pues, los obispos al ver la crítica situación eclesial?

Apreciado lector. El carácter no es lo que aparece en la película (especialmente referido a Maite), es todo lo contrario. El auténtico carácter permite elegir el Bien y resistir al Mal y sus tentaciones. Esto es lo que lleva a vivir una vida moral, íntegra y recta, sin dobleces ni hipocresías. Permite vivir en la Verdad y proponerla (Ainara nunca propone nada a nadie). Y no, la fe y el carácter no es sólo sentir. La Fe y el carácter son los que nos permiten cumplir con el deber y la responsabilidad de cada momento de la vida, y no optar por la huida sino mirar a los ojos al enemigo (demonio, mundo y carne) y vencerlo.

Y el principio-guía de todo ello es la Fe: asentimiento de la razón a la Verdad. Y ésta también tiene su reflejo en la vida diaria, en el estudio, en el trabajo, en las relaciones personales, en el noviazgo (seriedad, disciplina, prudencia, pureza, castidad, virginidad…). La Fe tiene en la Moral la regla; y, en la Voluntad, la herramienta por la cual —con la ayuda de la Gracia— se forja todo este junto que denominamos «carácter», y que es capaz de alcanzar la plenitud de la plenitud —70 veces 7— en todas las esferas de la vida.

Nada de esto existe en la película. Desde este punto de vista «Los Domingos» es una película nefasta y nada recomendable. Pero ahí están, recomendando este desastre como algo loable. Pues no se quejen cuando se ven los seminarios vacíos, cuando se ven los monasterios y conventos vacíos, cuando se ven las iglesias vacías, o cuando se ven a los miembros del clero secular y regular demandando la secularización. ¿Y las familias? Uno o dos hijos, tres si me apuran pero ¿pensados, concebidos, formados y educados para Dios? Pues que nadie se queje cuando casi no hay alumnos de religión ni niños (jóvenes y adultos) en las catequesis o recibiendo los Sacramentos ¿Que hay excepciones? Sí, las hay, pero son eso, excepciones.

—Quite, quite, qué cosas tiene usted, Retrógrado Autor de este artículo. Mejor, llevémosle a usted y a todos los «Tradis» como usted ¡A la hoguera! ¡Avivemos el fuego! ¡Y que las llamas crezcan!

Dr. Antonio R. Peña, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau 

 

 

dissabte, 15 de novembre del 2025

El pujolismo se moviliza para reconducir Junts ante el riesgo de colapso político

 

El pujolismo se moviliza para reconducir Junts ante el riesgo de colapso político



Pugna entre «inmovilistas» de Puigdemont y «pragmáticos» pujolistas por el control de la derecha nacionalista catalanista



La tensión en el seno de Junts per Catalunya se intensifica. El riesgo de colapso político a causa de la actual estrategia de Puigdemont, impulsa una movilización interna que reivindica el legado de Jordi Pujol.

La situación crítica en el seno de Junts se precipitó el pasado jueves 6 de noviembre, con motivo de la ruptura de Puigdemont con Pedro Sánchez anunciada en Perpiñán por el fugado. Pero el mar de fondo en el seno de Junts ya venía de lejos: al menos, desde agosto de 2024, tras la investidura fallida de Puigdemont como presidente de la Generalitat y su «paradero desconocido» durante la investidura de Salvador Illa. Y todo ello, bien cocinado por la amenaza electoral de Aliança Catalana en las próximas elecciones municipales. Todos estos ingredientes, generan una profunda frustración en un sector significativo de Junts, que considera que la estrategia de máximos de Puigdemont ha llevado al partido nacionalista a un callejón sin salida.


Nos indican fuentes internas, que figuras clave del pujolismo histórico, como Artur Mas, Jordi Trias y Antoni Sànchez, están liderando una movilización discreta pero firme. Su objetivo es celebrar un congreso extraordinario que sirva para «reconducir» la formación. Este sector aboga por un regreso al «pactismo» (rectius, cambalache) que caracterizó a la Convergència de Pujol durante décadas, priorizando la negociación con el Gobierno central para obtener avances tangibles, en contraste con el enfoque más confrontativo de Puigdemont y su actual dirección.

Entre los «pragmáticos», destaca Jaume Giró, hombre de “la Caixa”: graduado en periodismo por la Universidad de Navarra, fue jefe de comunicación de Gas Natural entre 1990-2004 y de Repsol entre 2004-2009, y director general de la Fundación Bancaria "la Caixa” entre 2014-2019. Saltó a la política en 2021 como Consejero de Economía del gobierno de Pere Aragonés. Es el hombre del lobby empresarial dentro de Junts.

La capacidad del pujolismo para reagruparse y desafiar el liderazgo de Puigdemont es una incógnita. Puigdemont conserva un importante respaldo entre la militancia y la base social más soberanista (ahora lo llaman «octubrista», por la fecha tótem del «1 d’octubre»). Sin embargo, la insatisfacción entre los empresarios, los cuadros intermedios y los cargos institucionales está creciendo, alimentada por el fracaso del proyecto secesionista, la amenaza de Aliança Catalana, y el desgaste tras años de máxima tensión política.


Junts se enfrenta a una encrucijada existencial. La movilización de la vieja guardia pujolista refleja una división profunda sobre la estrategia a seguir. El desenlace de este pulso interno, que podría decidirse en un futuro congreso, determinará no sólo el liderazgo de Puigdemont, sino también el papel y la orientación de una de las fuerzas políticas clave en Cataluña y en el equilibrio político nacional.

Como carlistas, observamos que tanto el «inmovilismo» de Puigdemont como el «pragmatismo» de los pujolistas representan dos caras de una misma moneda falsa. Ambos son hijos de la misma Revolución liberal, de la misma soberbia que ha convertido a Cataluña en una Torre de Babel cuando antaño era una piedra angular de la Hispanidad.

Mientras ellos se debaten en su callejón sin salida, los carlistas mantenemos la antorcha de la Tradición y de la Cataluña eterna. La solución para Cataluña y para toda España no está en «más estatutos» o en «más independencia», sino en el regreso a la Tradición: el respeto a los Fueros verdaderos, que son libertades concretas, no soberanías abstractas; el regreso al orden social y político roto por el liberalismo y su efecto, el nacionalismo. Frente al grito vacío de «¡Independencia!» o al murmullo traicionero de «¡Pacto!», nosotros alzamos, hoy como ayer, el grito eterno y combativo de: ¡Dios, Patria, Fueros, Rey Legítimo!

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau


dijous, 13 de novembre del 2025

«Cremem la biblioteca de Montserrat! No hi és tot en català»

 

«Cremem la biblioteca de Montserrat! No hi és tot en català»


Commoció entre els nacionalistes catalans perquè l’Escolania de Montserrat ha cantat en castellà



Recentment, hem llegit, sentit i vist a molts que se sorprenen de l’heretgia a la nació catalana moderna de què a Montserrat es canti en castellà, i s’acusa de tirà o tirana a qui ho promogui, proposi o accepti —alguns encara estan dirimint a cada persona quanta culpa hi escau—.


No obstant això, per aquells que no mesurem la història en termes de memòria històrica, recordem que l’Abadia no només produeix música traïdora a la Catalunya catalanista. Montserrat produeix molts continguts culturals: la música és un, però l’espai en si edificat és el més destacat i la visió que ens facilita del paisatge; també hi ha hagut un treball en artesanies i menjars; i, finalment, per a un bibliòfil com jo, la seva editorial i impremta.


L’any 2005 es publicava, dins la respectadíssima col·lecció «Serra d’or», un assaig que celebrava els «Cinc-cents anys de Publicacions de l’Abadia de Montserrat». Un llibret petitó i breu, però preciós a parer nostre. Sent ganduls a propòsit, mirem només alguns textos que varen editar, publicar o imprimir a Montserrat en passar dels segles.



En destaquen primerament (pp. 11 i 12) l’edició de 1499 del Instrucio novitiorum, de sant Bonaventura. De 1500 es l’Exercitatorio de la vida spirutal, de l’abat García Jiménez de Cisneros (pp. 14 y 15). Però ja, per fi, a la pàgina 24 tenim una il·lustració preciosa de Montserrat i la Verge apareguda en una estampa que porta com títol La cofraria dela cambra angelical, dela gloriosa verge mara de monserrat del segle XVI. Segueixen les publicacions en llatí de 1518 del Diurnale Benedictium (p. 27), la de 1521 del Missale Benedictium (pp. 29 i 30), la de 1524 del Lectionarium Sanctorale (p. 32) i de 1522 la Vita Christi de Sant Bonaventura (pp. 37-9).  Passem ara al castellà amb l’edició de 1564 del Compendio breve de exercicios espirituales (p. 35) —imprès a Barcelona, per al monestir—; una Vida y conversión de Santa Magdalena de 1549 (p.41) i, més tardanament, al 1627, una Historia y milagros hechos a invocacion de nuestra señora de Montserrate (p. 49). Ja al segle XIX segueixen les traïcions a la nació moderna catalana: es publica Las ruinas de Monserrate (1815), així com el Compedio historial o relacion breve y verídica del portentoso santuario y cámara angelical de Nuestra Señora de Monserrate de 1860 (p. 60). També, però, apareix en aquest segle un bella traducció de Las glorias de María d'Alfonso M. de Ligorio: «encara que sian molts los que entenen la llengua Espanyola, emperò que sobrepuja los que la ignoran; majorment aquells sensills devots de Maria, que vihuen en las pagesies, casas foraneas, llogarrets, y pobles petits» (pp.: 60 y 62). Una altra edició catalana d’aquesta mateixa obra seria la que fes l’Editorial Balmes l’any 1950 a Barcelona: sí, en ple franquisme més repressiu de la postguerra.


Així, hem vist com Montserrat no només mereix «ser cremada» per cantar en castellà, i no en català. Veiem que en més d’una feina cultural centenària ha estat «traint» a la moderna nació catalana. Qui sap... quan canten en alemany també ho estan fent, però com el catalanisme no parla d’altra cosa que no sigui la llengua catalana per a defensar Catalunya, i la castellana per atacar a la hispanitat... no s’adonen d’una heretgia més d’aquest monestir mil·lenari. Que no surti d’aquí.





Artur J. Llinares, Círcol Tradicionalista de Barcelona Ramon Parés y Vilasau.

dimecres, 12 de novembre del 2025

De Babilonia a Roma (XI): ¿Para qué se necesita a Jesús?


Pantocrator del Sinaí, Monasterio de Santa Catalina, Egipto
 

 

De Babilonia a Roma (XI): ¿Para qué se necesita a Jesús?


 

«El Dios cristiano es concreto, tanto como un bebé nacido en Belén o un trocito de pan consagrado. Es un Dios visible, público, accesible a todos. Es real».

 

Ésta es la pregunta, que de forma natural debería desprenderse de una mente atenta leyendo la entrega anterior. No solo atenta, sino perpleja. Suspicaz y apunto de desenvainar la espada y entrar en la batalla. Todo católico con formación debería alarmarse ante la lectura de cualquiera de las entregas publicadas hasta el momento. ¿Para qué se necesita Jesús?  Es la clave, el fundamento de la New Age. La piedra angular desechada por el Enemigo. El derrumbe y derribo de toda estructura. La Nueva Era —la religión creada por Satanás— quiere que creas que no necesitas a Jesús: ese personaje trasnochado, blandengue, superado definitivamente por las nuevas propuestas mesiánicas. Pero, por si alguien en un resquicio de conciencia todavía conecta con Él, ¡todo está controlado! El Enemigo también tiene algunos nuevos jesuses que ofrecerte. Además del histórico, está el «Maestro Ascendido», que comparte panteón con Buda, Lao Tse, Kwan Yin, Lady Nada, la Pachamama y hasta la Estrella de Belén. Parece una broma, pero no lo es.


Jesús —el verdadero— no pinta nada en la Nueva Era, porque es el único con poder suficiente para librar la batalla espiritual. Pero claro, la Nueva Era no va de guerra, sino de paz. El colosal engaño: la falacia de la paz. El irenismo, herejía cristiana donde las haya. De hecho, la Nueva Era es la síntesis de todas las herejías, como iremos viendo.  Mientras tanto, la guerra se libra sin que nos demos cuenta. ¿Para qué necesitamos a Jesús? Para nada.  El Enemigo te hace creer que solo tú te bastas, y en esa mentira, él gana la batalla. Pero no la guerra. Ni mucho menos.


¿La Nueva Era es panteísta? ¿O qué es? Hace unos días, un sacerdote me formuló esta pregunta. Tras una pequeña reflexión, le respondí que podía serlo todo: desde el dualismo de Patanjali, hasta la no dualidad advaita, el panteísmo del neopaganismo celta o el politeísmo yóguico hindú. —¿Qué quieres? —te pregunta el Enemigo—. ¿Qué te hace sentir cómodo? ¿Qué te apetece? Tus deseos son órdenes. El Enemigo quiere que creas que tienes razón en todo, estés o no equivocado. De hecho, siempre lo estás, pero llega un momento en que ya no lo notas. Él quiere que confundas todo: que al error lo llames verdad, y a la verdad, mentira. Es tan malo y perverso que te inocula sus deseos, haciéndote creer que son los tuyos. Te hace pensar que eres tú el artífice de tu vida espiritual, el creador de contenido de tu alma. Te jactas de tus «descubrimientos divinos», pero en realidad es él quien da alas a tu soberbia y vanidad, mezclándolas con el dolor de tus heridas, para alimentar el fuego de la sinrazón. Del pecado, simple y llanamente.


¿Qué es la Nueva Era? Todo y nada a la vez. En el fondo late un nihilismo disolvente, el vacío más absoluto. Un interior hueco que te guía al vacío externo. Y el tema es éste: científicamente, el vacío no es posible —no me hagas contarte por qué—, pero es así. Entonces… blanco y en botella. Ese vacío, del que ahora te contaré un par de cuestiones. no es más que el infierno. Tal cual. En la Nueva Era, uno cree fundirse con la naturaleza, el universo, el océano cósmico, Purusha, Brahma, el Nirvana o el Valhalla… pero en realidad es la nada. No la nada de la cual Dios crea, sino un vacío que hiela el espíritu, que lo congela. «¡Pierda toda esperanza!» —el infierno dantesco—. Eso es la Nueva Era: el infierno con palabras bonitas atractivas.  Eufemismos cutres.


Y con toda esta revoltura, ¿qué hacemos? Visto desde mi punto de fuga, me da vergüenza haber sido tan ingenua. La soberbia tiene eso: prefiere tener razón a estar en la verdad. El Enemigo no puede destruir la verdad, pero sí mezclarla, distorsionarla, ocultarla, enmascararla. Cualquier truco de magia con tal de confundir, de hacer caer en el engaño y en la ilusión vacía. Yo buscaba a mi manera… bueno, a la del Enemigo. Encontraba. Probaba. Desechaba cuando no funcionaba (es decir, siempre). Como quien se compra unos zapatos. Todo parece muy profundo, pero es absolutamente frívolo y efímero. En ese llamado «universo» no encontraba ni mi imagen ni mi semejanza. Era difuso.


Por partes:  ¿Por qué en la Nueva Era es innecesario Jesús? Porque el dios que propone no es personal. Y en el summum de la soberbia, te hace creer que para conectar con «Eso», no se necesitan intermediarios. Uno se basta y se sobra. ¿Vas atando cabos? El dios que el Enemigo propone es un foco de Luz, una Energía, un mar Cósmico, la Nada, el Todo, la Fuente, el Universo, Brahma, la Naturaleza… Es el pléroma gnóstico: ese lugar del cual la chispa divina cayó, descendió y se embruteció. El cuerpo, una jaula. El alma, una prisionera. Para salir del encierro del dios malvado, basta recordar y ascender. Por las propias fuerzas, sin más ayuda que la voluntad. Por arte de magia. Y ya sabes —donde hay magia, hay mago—. La respuesta es de perogrullo. Con tal de no usar el nombre de Dios, el Enemigo ha creado un surtido catálogo. Esa palabra —Dios— lo pone de los nervios, por eso inventa imitaciones y nuevos nombres.


Pero dime, ¿con un foco de luz te puedes relacionar? La verdad es que no.


Ahí sigue Satanás con sus estrategias disolventes, convirtiendo poco a poco a Dios en una masa fluida y sin estructura. Porque la Nueva Era va de «fluir». Dicho claro: va de no escoger, no tomar partido, no comprometerse ni responsabilizarse. No hay bien ni mal en ese flujo de energía. Dios es de todo, menos Dios.


Todavía me acuerdo de cuando una amiga, que me concertó una cita para hacerme reiki (más adelante te contaré), me mandó un mensaje: «Ya verás que te van a hablar del Universo. Tú tranquila, es Dios». Y sin más, me lo tragué. Recuerda: el Enemigo trabaja sin ser visto, como las termitas. Va demoliendo estructuras mientras conserva las apariencias.


Y fíjate el grado de confusión que manejaba: en esa época iba a Misa, donde realmente me sentía en casa. Un día, durante la consagración, justo cuando el sacerdote imponía las manos sobre las especies, lo vi claro: Jesús se encarnaba en ese pedacito de pan. Me quedé maravillada y pensaba: «¿Es que nadie se da cuenta de lo que aquí está pasando?» Ese momento fue crucial. Ese conocimiento vívido, real, me salvó de terminar haciéndome evangélica. Como lo oyes: en mi conversión, salí del fuego para caer en las brasas. Pero eso todavía no toca.


Date cuenta hasta qué punto el Enemigo merma la razón, anestesia el entendimiento. Llegué al absurdo de saber que Jesús estaba en la hostia consagrada y, al mismo tiempo, confundir al Universo con Dios. Es decir: confundir creación y Creador. Una locura.

 
Ahora sé que el Dios cristiano es concreto, tanto como un bebé nacido en Belén o un trocito de pan consagrado. Es un Dios visible, público, accesible a todos. No es una interioridad, ni una idea, ni una sensación, ni un sentir. Es real. Nos llama por nuestro nombre, mientras el Enemigo no sabe ni quiénes somos. Sólo conoce nuestra herida, y por ella se cuela para hacernos caer.


Recuerdo una conversación con un sacerdote que conocí en Jerusalén, en los días del derrumbe de todo lo que había significado la Nueva Era para mí. La sospecha era ya demasiado evidente para seguir con la farsa. Le mandé un mensaje: «¿Qué diferencia hay entre orar a Dios o hacerlo en nombre de Jesús?» Entre esa pregunta y lo que aquí relato mediaron quince años. Quince años de deambular, de perderme, de enfangarme creyendo que me estaba iluminando. Pero ese largo paréntesis, lejos de ser lo peor que me pasó, fue lo que Dios usó para mostrarme quién es Él realmente y lo que sigue haciendo por mí. De lo malo, Dios hace lo bueno.


Eulàlia Casas, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

dimarts, 11 de novembre del 2025

Video completo de la presentación de Marcelo Gullo en las Reales Atarazanas de Barcelona, el pasado 18 de octubre

 

Video completo de la presentación de Marcelo Gullo en las Reales Atarazanas de Barcelona, el pasado 18 de octubre



Publicado en el canal de youtube del Círculo Tradicionalista de Barcelona: @CarlismoBarcelona



El video completo de la presentación de D. Marcelo Gullo en las Reales Atarazanas de Barcelona el pasado 18 de octubre, en referencia a su último libro Lepanto: cuando España salvó a Europa, ha sido publicado en el canal de YouTube del Círculo Tradicionalista de Barcelona.

El video completo puede visualizarse en el siguiente enlace: https://youtu.be/5PXSTdIWK90

En su día, ya se publicaron diversas noticias sobre la presentación:
 

Nota informativa de Agencia FARO, publicada en «La Esperanza» el domingo 19 de octubre.

Presentación del Dr. D. Andrés Gambra, reproducida íntegramente en «La Esperanza» el domingo 19 de octubre.

Exposición de D. Marcelo Gullo, cuya crónica completa se ha publicado en «La Esperanza» el viernes 24 de octubre.

Reportaje fotográfico, publicado por el Cuaderno de Bitácora del Círculo de Barcelona el 23 de octubre.

Videos de avance, en formatos horizontal y vertical, publicados en el Canal de Youtube del Círculo de Barcelona el 25 de octubre.

Por otro lado, aprovechamos esta ocasión para invitarles a la próxima sesión formativa del Círculo de Barcelona: el sábado 22 de noviembre, conferencia del Dr. D. Antonio Peña sobre «El trilema “Dios, Patria, Rey” y La Modernidad: Ontología en los tiempos modernos».

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

 


 

diumenge, 9 de novembre del 2025

Conferencia «El trilema “Dios, Patria, Rey” y La Modernidad: Ontología en los tiempos modernos», a cargo del Dr. D. Antonio Peña

  


Conferencia «El trilema “Dios, Patria, Rey” y La Modernidad: Ontología en los tiempos modernos», a cargo del Dr. D. Antonio Peña



El sábado 22 de noviembre, a las 11:30h., en el Centro Cívico Pere Quart, de Barcelona (c/ Comandante Benítez, nº 6)



El Círculo Tradicionalista de Barcelona continúa su calendario de actividades formativas este mes de noviembre con la celebración de la conferencia «El trilema “Dios, Patria, Rey” y La Modernidad: Ontología en los tiempos modernos», a cargo del Dr. D. Antonio Peña.

Tendrá lugar el sábado 22 de noviembre de 2025, a las once y media de la mañana (11:30h.), en el Centro Cívico Pere Quart, de Barcelona (c/ Comandante Benítez, número 6 - 08028 Barcelona).

En esta conferencia, el Dr. D. Antonio Peña nos hablará de qué somos, cuál es nuestro ser y nuestra estructura:

Dios nos ha dado un ser, una forma y una estructura concretas para que transcurramos por la historia con la finalidad de alcanzar la Salvación individual y colectivamente. Todo esto queda sintetizado en el lema tradicionalista «Dios, Patria y Rey», que debe estar enfocado y dirigido hacia el Bien Común, es decir, el fin trascendente del hombre: ir el Cielo.

La Modernidad ha destruido nuestra forma, estructura y propio ser.

¿Qué podemos hacer para reconstituirnos en aquello que Dios nos conformó? ¿Qué podemos hacer para recuperarnos y volver a caminar en la historia hacia la Salvación?

Éstas y otras cuestiones serán planteadas y respondidas a lo largo de la conferencia.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau