
La resurrección de Lázaro: un milagro de verdad.
De Babilonia a Roma (XIII): Curso de Milagros
Valga esta jocosa o vergonzosa anécdota para darnos cuenta del patrón, la tomadura de pelo colosal, la fallida salvación.
Una vez el Enemigo pone el pie en la puerta entornada, todo va muy rápido. La entrada ya es libre y expedita. El entendimiento empieza a desvincularse de la fe, la Verdad, Dios y Jesús. El pensamiento se vuelve autónomo, independiente, autosuficiente, en una palabra, soberbio. Se basta y se sobra. Y, mejor dicho, le sobra todo aquello que venga de la religión institucionalizada y carca. En consecuencia, el pensamiento se vuelve irracional. Sin discernimiento ni capacidad de decidir cabalmente.
El Enemigo activa unos resortes del todo emocionales, de un sentimentalismo muy cursi, desequilibrado, al que los adeptos llamamos intuición. En la Nueva Era, uno se mueve impulsado por este tipo de radar estropeado; el Enemigo le hace creer que el Universo manda señales en el camino a seguir. Todo es mágico, sincrónico, maravilloso, magnético y patético. Satánico, las cosas por su nombre.
En el mismo centro donde recibí mis primeras sesiones de reiki, ¡oh, sorpresa! ¡qué casualidad!, el Universo mandó una mágica señal; en breve se iniciaría un «Curso de Milagros», así tal cual. ¿Cómo te quedas? Como si los milagros fueran objeto de cursos de fin de semana. Y allí que fui, con todo el entusiasmo. Porque diría que todavía no te lo he mencionado: la Nueva Era podría concretarse en una elocuente imagen, la del asno con una zanahoria colgando delante de sus morros. Camina con la ilusión de comerse la bendita zanahoria; cada paso parece que le podrá hincar el diente pero, ¡ay!, cuanto más camina, más lejos se encuentra la maldita zanahoria. En la Nueva Era, se pasa de la bendición a la maldición a una velocidad de espanto y, lo más dramático, es que uno no se da cuenta. Imagino que no es necesario que diga que la zanahoria es el Reino de los Cielos. El mesianismo new age.
Más adelante te hablaré de la culpa en que uno se enreda porque algo no funciona. Nunca funciona. La salvación siempre se aleja, a cada torpe paso. Pobre asno y pobre yo y todos los incautos que caen en la trampa. Pues bien, este sugerente curso era la zanahoria definitiva, la que me libraría del sufrimiento, el dolor, el desasosiego y el vacío. La salvación. Sin Cristo, según San Yo. La nueva religión y el nuevo testamento, definitivo, a la medida de cada cual. Un pedacito de aquí, otro de allá y, si no funciona, elaboramos otro.
Como ya te avancé cuando te hablé del reiki, toda disciplina lleva consigo una alucinante historia y, ¿cómo no?, un «Curso de Milagros» tiene la suya propia, como estrategia de marketing. Recuerda: la Verdad no necesita nada para venderse; se impone sola. Las farsas del Enemigo necesitan publicidad, marketing y mucha propaganda. Pues bien, entre los años 1965 y 1972, dos psicólogos de la Universidad de Columbia —ojo con eso, que da una pátina de autoridad y solvencia profesional que vende mucho— se preguntaban cómo hacer para encontrar nuevas formas de relacionarse, para la resolución de conflictos internos y la paz. ¡Pedid y se os dará! Dicen que Jesucristo en persona les dictó el material. ¿Te das cuenta de qué forma tan chapucera y a la vez eficaz se disfraza el Enemigo?
Un libro para el Maestro, encuadernado como una Biblia, y un cuadernillo de ejercicios para los 365 días del año. Cuando te digo que el libro parece una Biblia, créeme, es el mismo formato de tapa dura y página de papel de fumar. Cualquier despistado podría confundirse. Y de esto se trata. El propósito del supuesto curso es el perdón y la expiación; utiliza palabras y frases bíblicas, habla de Jesús y el Espíritu Santo. En definitiva, suplanta la Biblia no solo en su aspecto.
Yo acudía una vez por semana, donde con los demás alumnos comentábamos qué tal iba la cosa. El terapeuta —la reikista, en este caso— dinamizaba los encuentros. Confieso que el curso me parecía una absoluta chorrada. Cada día debía focalizarse en una frase y meditar sobre ella: «Nada, excepto mis pensamientos, me puede hacer daño… Nada de lo que veo significa nada… Eres libre de creer lo que quieras y tus actos dan testimonio de lo que crees… Nada real puede ser amenazado, nada irreal existe; en esto radica la paz de Dios…» Los tres primeros meses consisten en una deconstrucción del Ego para así purificarse y poderse fundir con el Todo y experimentar la Paz. En fin. Lo que vendría a ser una programación mental, ingeniería social monda y lironda.
Pequeños resquicios de sentido común gritaban: «¡Lárgate de aquí, menuda tontería!», pero el Enemigo lo tiene todo previsto: «Vais a experimentar todo tipo de resistencias, motivos para no venir, incluso pueden surgir obstáculos muy reales; no hagáis caso, es el Ego que se resiste a morir». ¿Recuerdas? La vieja confiable, nunca falla. Pues listo, mira tú qué fácil. Hay que dar muerte al ego; si hace falta, me presento al curso con la pata rota, a 40 de fiebre y se cae el mundo, p’allá que voy. En definitiva, el Enemigo te hace creer que la voz del verdadero Dios no es más que el Ego que no quiere desaparecer y, si eres un débil espiritual, abandonarás.
Para no dar más vueltas al «Curso de Milagros», su propaganda funciona. Un montón de gurús, de los que te hablaré, escriben y hablan sobre las glorias y grandezas, de seguir este curso. En definitiva, para hacerlo corto y rápido, si lo sigues obediente te conviertes en un psicópata espiritual. Nada importa, todo te atraviesa; nada que no es real puede tener un impacto, nada te afecta; se anula el deseo, el apego, en definitiva la vida. Nada te importa porque nada es real, ni tan siquiera tú. La nada más absoluta, tú, el Universo, Dios. Nada de Nada. En definitiva, es gnosticismo del duro. Un curso que te vomita al mismísmo infierno.
Recuerdo que, acabada de llegar a este mundillo, apareció la reikista como por arte de magia para comentarme que unos pocos elegidos estaban siguiendo la versión actualizada del «Curso de Milagros». La buena. Lo mezclaban con la kábala, incluso viajaban a Safed, Israel, reputado centro cabalístico. Me comentaba, entusiasta, que este curso transmitía las verdaderas enseñanzas de Jesús, las que permanecían ocultas a los no elegidos. ¿Te das cuenta de qué forma el Enemigo pone todo patas arriba? Las enseñanzas de Jesús son públicas, accesibles, para todos, universales, para los pequeños y sencillos.
En fin. Te voy a regalar la guinda de este episodio. En el centro de reiki y del «Curso de Milagros» se presentó un presunto maestro que movió literalmente masas en el pueblo. Afortunadamente, no caí en eso. Decía que era la reencarnación de San Pedro, o Juan, ya no me acuerdo, porque su mujer era otra reencarnación y su hijo de cinco años, al cual no dejaban pisar el suelo, también era otro santo. Pues bien, hacían sesiones —previo pago, porque a estos santos sí les gustaba el dinero—; se movía energía y la gente se curaba, vete tú a saber de qué. El presunto San Juan y su estrafalaria «sagrada familia» se hicieron con el coche de la reikista y desaparecieron.
Me llamó un día desesperada para que la ayudara como abogada. Abochornada, avergonzada, me pidió que guardara silencio. Como abogada hice lo que tocaba: interceptamos el coche gracias a la Guardia Civil, ¡en Albacete! El día del juicio, acudieron muy dignos y santos. Yo, muy profesional, alucinaba. Éste es el nivel. Así actúa el Enemigo, al punto de llevarte al culmen de la indignidad, el bochorno, la vergüenza, la culpa y el ridículo. Todo, menos hincar rodilla y clamar ayuda a Dios. En su delirio demente, es capaz de conseguir que alguien se crea la mismísima reencarnación de un santo, involucrar a su hijo menor, arrogarse la legitimidad para delinquir sin un pestañeo de culpa. Conseguir que alguien, apelando a su bondad innata, se crea tal esperpento, se deje arrebatar el vehículo para luego, claro está, perdonar a los supuestos santos y retirar cargos. Las carcajadas del Enemigo en situaciones como estas —y espera que tengo algunas más— retumban hasta el mismísimo averno.
Valga esta jocosa o vergonzosa anécdota para darnos cuenta del patrón, la tomadura de pelo colosal, la fallida salvación.
El «Curso de Milagros» estuvo presente en mi vida escasos meses. De vez en cuando, en momentos duros, desafiantes, en los que todo fallaba —¿cómo no?— intentaba acudir al «Curso de Milagros» y sus lecciones, a la espera de un verdadero prodigio que me sacara del hoyo. Nunca pasé de la primera semana. Abandonaba aburrida. A pesar de los entusiastas estudiosos de esta Biblia de oro chapado, el «Curso de Milagros» no es más que un producto más de la nutrida biblioteca neo gnóstica, en la que se habla del Jesús desencarnado, abstracto y falso. Fake.
Eulàlia Casas, Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau
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