dimecres, 17 de juliol del 2024

Aquelarre secesionista en la Parroquia de Arenys de Mar, durante sus fiestas patronales

 

 

Aquelarre secesionista en la Parroquia de Arenys de Mar, durante sus fiestas patronales


Tras el rezo de las Completas, una turba gritó de forma premeditada «i-inde-independència!» en el interior del Templo, mientras el párroco guardaba silencio micrófono en mano

 

El lunes 8 de julio de 2024, tres correligionarios —entre ellos quien escribe— nos encontrábamos en la localidad costera de Arenys de Mar (el Maresme) para disfrutar de la Fiesta Mayor de la localidad, celebrada en honor a San Zenón, militar romano martirizado en el sigo III y Santo Patrono del municipio.

Decidimos asistir al rezo de las Completas que a las diez de la noche tenía lugar en la Iglesia Parroquial de la localidad. Con motivo de la Fiesta Mayor, aquel día la Parroquia se encontraba abarrotada como nunca por una multitud en actitud festiva, irreverente, muchos de ellos vestidos de forma nada conveniente para asistir a un templo, y haciendo un ruido que dificultaba la oración… En definitiva, lo que podía esperarse en unas fiestas populares en esta descristianizada sociedad. No se les puede culpar, pues la formación y conocimientos religiosos de muchos de ellos son prácticamente inexistentes y en muchos de casos sin responsabilidad por su parte.

En ese ambiente febril de festividad mundana, se «rezaron» (es un decir) las Completas. Al no poder hacerlo con el recogimiento debido, al poco salimos por una puerta lateral. Mientras conversábamos a unos escasos metros del lugar, de repente se oyó una turba en el interior de la Iglesia que gritaba: «I - INDE - INDEPENDÈNCIA!!!!... I - INDE - INDEPENDÈNCIA!....»

Pensé: «no puede ser; no, otra vez no». Se agitaron en mi memoria los recuerdos de los años 2017 a 2019, cuando esos disturbios eran el pan de cada día. Les pregunté a los correligionarios: «¿Lo escucháis?» Entramos de nuevo en el Templo y, en efecto, se estaba produciendo un aquelarre secesionista en su interior. El párroco, bien por no esperarse algo así o bien por verse superado y amedrentado, guardó silencio a pesar de portar el micrófono en su mano. O, tal vez calló por no escuchar los disturbios, pues alguien de total confianza que se encontraba cerca suyo en aquel momento nos comentó, posteriormente, que desde el altar no se oía nada de eso y lo atribuía a unos jóvenes incontrolables que todos los años le dan quebraderos de cabeza.

Sin embargo, más tarde supimos por otra fuente que —tal como intuíamos— el alboroto fue premeditado. En efecto, entre los secesionistas ya circulaba antes del evento la voz de que al final de las Completas habría «una sorpresa».

Mientras se estaban produciendo aquellos disturbios en el interior de la Iglesia, a viva voz les recriminamos a sus autores que hicieran algo tan ignominioso en un lugar santo. Les grité dos veces «VISCA ESPANYA!!!» (junto con otro epíteto que, sin ser inmoral, no era adecuado decir en el Templo, como dije, y pido a Dios me perdone por ello; ni tampoco es adecuado repetir aquí). Otro miembro de nuestro grupo, una margarita, les gritó «Això és una vergonya! Això és la casa de Déu!». Pero nuestros gritos quedaron ensordecidos por los ruidos secesionistas de la multitud. Solamente nos escucharon las personas que nos rodeaban, quienes —sorprendidas— nos miraban en silencio.

Salimos indignados por la misma puerta lateral de la Iglesia, y comentamos el hecho a pocos metros el lugar. Casi al instante, abandonó también el Templo un personaje con una actitud chulesca y matona, observándome de arriba a abajo, con desdén. Pasó por nuestro lado mirándonos de reojo, se alejó unos pocos metros, y siguió mirándonos y murmurando con otros cómplices suyos —como si de Al Capone o de un proxeneta se tratase—. Al final, gracias a Dios, la cosa no llegó a mayores. Pude haber callado para «no buscarme (más) problemas», pero no. En 2017 y en 2019 (igual que en 2020) ya callé en ocasiones cosas que no debí callar y, esta vez, no me dio la gana callarme de nuevo. Hay límites que son sagrados y que no se puede tolerar que se traspasen, ni podemos ser perros mudos, sino que es necesario combatir sin tibiezas, porque claudicar significa regalar terreno al enemigo.

El laicismo —la máxima liberal repetida hoy hasta la saciedad por tantos eclesiásticos del «no hay que mezclar religión con política» (y que compran las llamadas derechas, tanto las «cobardes» como las autopercibidas «valientes»)— sólo ha servido para que el vacío dejado por los católicos en la política sea monopolizado por el anticristianismo, en sus distintas formas.

Han moldeado un «catolicismo» domesticado, débil y emasculado; inofensivo para dicho poder político anticristiano; y han regalado a los enemigos de Cristo el atrevimiento de ir a los templos a hacer apología de su ideologías infectas. Y, lo que es peor, de creerse con el derecho de hacerlo: creer que los templos les pertenecen y que pueden poner la religión verdadera al servicio de sus mezquinos intereses.

Me hace gracia que quienes afirman que hoy la Iglesia se beneficia de una «sana» separación con el poder político, y «transparencia» respecto de otras épocas según ellos «oscuras», y de que no hay que mezclar religión y política, son los mismos que suelen consentir de modo cómplice (quiero pensar que por simple cobardía y debilidad humana) con estos fenómenos, que son un ejemplo de manual de Césaro-papismo.

Igual de curioso me resulta que se acuse a los católicos que siguen la doctrina y liturgia tradicionales de ser elementos subversivos y creadores de «división», cuando los Obispos han consentido en incontables ocasiones la usurpación de los templos para aquelarres de una ideología que reparte carnés de buenos y malos catalanes, y ha convertido a la antaño proverbialmente católica Cataluña en el desierto espiritual que es a día de hoy, donde muchos, muchísimos, autóctonos tienen un conocimiento del Evangelio no superior al que pueda tener un pigmeo o un mongol.

Pidamos a San Zenón, que sufrió el martirio por seguir a Cristo en vez de la idolatría pagana de su tiempo, que no tenga en cuenta esta afrenta e interceda por Cataluña, la Hispanidad y toda la Iglesia Universal.

Lo requetè Francesch Antòniu, Círcol Tradicionalista Ramon Parés y Vilasau (Barcelona)

 

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada

Nota: Només un membre d'aquest blog pot publicar entrades.