dissabte, 15 de febrer del 2025

Juan Manuel De Prada en Barcelona, pronunció la conferencia «De Rocinante a Clavileño: los animales reales y fantásticos que acompañaron a Don Quijote en sus aventuras»

Sancho, tras perder y hallar a Rucio, «le besaba y acariciaba como si fuera persona»

 

Juan Manuel De Prada en Barcelona, pronunció la conferencia «De Rocinante a Clavileño: los animales reales y fantásticos que acompañaron a Don Quijote en sus aventuras»



En la sesión inaugural del curso académico de la Academia de Ciencias Veterinarias de Cataluña, que tuvo lugar el pasado 13 de febrero, y a la que acudió una nutrida representación del Círculo Tradicionalista de Barcelona.



 

El escritor Juan Manuel de Prada visitó Barcelona el pasado jueves 13 de febrero para pronunciar la conferencia «De Rocinante a Clavileño: los animales reales y fantásticos que acompañaron a Don Quijote en sus aventuras», en la sesión inaugural del curso académico de la Academia de Ciencias Veterinarias de Cataluña. Tuvo lugar en el salón de actos del Colegio Oficial de Veterinarios de Barcelona, ante la presencia de la Presidenta de la Academia, Dña. Mª Àngels Calvo Torra, y el Consejero de Justicia de la Generalidad, D. Ramon Espalader.

Una notable representación del Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau acudió a la conferencia del maestro De Prada para saludarle personalmente, y atender y aprender de su magnífica exposición.

Don Quijote, en la playa de la Barceloneta.

 

El escritor comenzó su exposición recordando la vinculación de Don Quijote con Barcelona: «me pasé de claro a Barcelona, archivo de la cortesía, albergue de los extranjeros, hospital de los pobres, patria de los valientes, venganza de los ofendidos y correspondencia grata de firmes amistades, y en sitio y en belleza, única», leemos en la Segunda Parte. En la Ciudad Condal, Don Quijote vivió episodios memorables, como el duelo que se batió contra el Caballero de la Blanca Luna, en la playa de la Barceloneta.

Entrando ya en materia, De Prada destacó que en El Quijote los animales no son tratados como en las fábulas —proyecciones de virtudes o defectos humanos— ni como en los bestiarios medievales. Al contrario, Cervantes en su obra trata a los animales «como lo que son»; además, Rocinante y Rucio comparten tanto la fortuna como la desgracia de sus amos.

 


Numerosos animales transitan por esta novela: rebaños de ovejas, toros, avispas, peces... Y ninguno de ellos endiosan a los héroes, como solía ocurrir en los libros de caballerías, sino que los anonadan y les sumergen en un baño de humildad.

Tras relatar varias de estas aventuras (mejor dicho, desventuras) del bueno de Don Quijote con «ejércitos» de ovejas y otras animaladas, De Prada se centró en el caballo de Don Quijote, Rocinante, y en el asno de Sancho Panza, el Rucio.

Rocinante y Rucio tienen nombre, a diferencia de lo que sucede en los libros de caballerías donde los caballos de los héroes son anónimos. Así, Sancho, tras perder y hallar a Rucio, «le besaba y acariciaba como si fuera persona». Pero persona en el sentido cristiano: como ser específico y concreto, lejos tanto del anonimato caballeresco como de la humanización actual en que algunos caen al tratar a los animales de compañía.

De Prada se centró en la relación de Rocinante y Rucio con sus respectivos amos. Y también de la relación de amistad de Rocinante y Rucio entre ellos. Estos dos ejes formaron el grueso de la intervención de De Prada.

Para ilustrarlos, leyó varios pasajes de El Quijote que, percibidos con la voz, la entonación y la pasión de De Prada, acentuaban aún más la genialidad de Cervantes.

Agencia FARO / Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau








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