dissabte, 6 de desembre del 2025

Crónica de la conferencia «El trilema “Dios, Patria, Rey” y la Modernidad. Ontología en los tiempos modernos», por el Dr. Antonio Peña, en Barcelona

 

Crónica de la conferencia «El trilema “Dios, Patria, Rey” y la Modernidad. Ontología en los tiempos modernos», por el Dr. Antonio Peña, en Barcelona


Celebrada el 22 de noviembre en el Centro Cívico Pere Quart de la Ciudad Condal


 

El pasado 22 de noviembre, en el Centro Cívico Pere Quart de Barcelona, se llevó a cabo la conferencia realizada por el Dr. Antonio R. Peña bajo el título «El trilema “Dios, Patria, Rey” y la Modernidad. Ontología en los tiempos modernos», organizada por el Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau, tal como se había anunciado.

 




En esta conferencia, el Dr. Peña nos habló de qué somos y cuál es nuestro ser. Así, la Modernidad se ha encargado de destruir nuestro ser y, por lo tanto, la cuestión es clara: ¿qué podemos hacer para recuperarlo?

La Cristiandad se configuró entre el siglo I al V y se desarrolló entre el siglo V al XVIII. En la base se situaba la familia, encabezada por el marido-padre junto a la esposa-madre, como consejera.

El conjunto de familias constituían la comunidad política y estaba encabezada por el rey-padre, con su consejo. Las familias se insertaban y se desarrollaban dentro de los órganos naturales: cofradías, parroquia, gremios municipio, región, Iglesia… En el vértice se situaba Dios y su ley divina y moral, desarrolladas por la ley positiva como reflejo de la Divina. Todos debían ajustarse a este diseño.

En consecuencia: porque Dios es padre hay un rey-padre como cabeza de las familias —comunidad política— y un cabeza de familia. Estos encabezamientos se desarrollan a lo largo de la historia, de generación en generación, por legítimo y legal matrimonio sobre un territorio. Todo esto queda sintetizado en los elementos Dios, Patria y Rey.

Esta sociedad familiar estaba impregnada por la fe católica la cual desarrolla diversas expresiones: litúrgica, oracional, costumbre, artes… Por lo tanto, todo el conjunto formaba un Patrimonio constituido por tres elementos: espiritual, carnal, terrenal (que incluye las expresiones culturales y geográficas). Esto se llama Patria.

En nuestro caso concreto, las Españas nacieron de la mano de la Virgen María a orillas del Ebro, dándonos una misión y un sentido en la Historia: la Evangelización y la defensa de la Fe Católica. Y éste es nuestro ser y razón de existir. Por ello, a lo largo de su historia, la Patria Hispana y sus hijos pusieron todo su patrimonio espiritual, material y existencial en la consecución de este cometido allí donde fuere necesario. Y, por eso mismo, cuando España ha renunciado a esta labor y ha abandonado la fe católica sobre ella y su patrimonio se han abalanzado sus ingratos hijos felones y las demás enemigos de Dios, con el deseo de despedazarla.

 

El  Dr. Antonio R. Peña también relató cuáles han sido los enemigos de la Cristiandad y de España, del Patrimonio Hispano: la Secta, la masonería y sus hijos el liberalismo y el socialismo. El ataque y destrucción de la Secta se ha realizado mediante diversas rupturas, especialmente tres:

a) De la mano de Guillermo de Ockham vino la destrucción de los Universales, de los atributos de Dios, lo que supone negar a Dios y eliminar el ético objetivo. Sin Dios ni éticos objetivos todo queda a merced del subjetivismo, esto es, del relativismo.

b) Lutero recogió esta «Navaja de Ockham» y lanzó sus dos máximas: «sola fide» y «sola scriptura». Es decir, cada cual puede leer e interpretar las Escrituras y la vida propia y comunal como le de la gana. La única vía de referencia es su conciencia.

c) La Ilustración fue la eclosión de este pensamiento que posibilitó la imposición violenta (a través de la Revolución y del sistema educativo) de la nueva mentalidad en las gentes antes católicas y, desde entonces, apóstatas y enemigas de Dios, de la Patria y de la familia.

Conclusivamente: sin Dios-Padre, se destruye la fe católica y ya no puede haber patrimonio espiritual. Pero tampoco puede haber rey-padre ni pater-familia, por lo que se destruye el patrimonio carnal. Tampoco puede haber órganos naturales sobre un solar, por lo que tampoco hay patrimonio terrenal ni cultural. El resultado es que ya no hay Patria. Es entonces cuando se instauran las repúblicas y se forman las naciones-pueblo. Y el mecanismo de funcionamiento de esta nueva estructura es la Democracia liberal sustentada en la conciencia individual y colectiva, que se expresa en el sufragio universal.

La sociedad liberal se llena la boca de principios, derechos, deberes y elabora constituciones que aparentemente recogen todo ello. Pero, como la sociedad liberal es en sí misma relativista, todo cabe y en realidad no hay principios porque todo es mutable según las conciencias individuales o colectivas, de grupos, clubs y partidos. Por lo tanto, no pretende la Salvación de todos sino alcanzar fines egoístas mediante la división y enfrentamiento entre la población.

El Dr. Peña también nos explicó que la Democracia, por su propia naturaleza, es  un sistema idolátrico, sacrilegio, destinado a subvertir el orden metafísico, físico y temporal. Corrupto y corruptor, destructor de la recta conciencia, del recto bien común y de la jerarquía de los bien espirituales y materiales. Por lo tanto, destruye la comunidad: comenzando por la familia y siguiendo por el conjunto de las familias que es la comunidad política.

Por todo ello, la Iglesia siempre ha condenado el socialismo, el liberalismo, la democracia y el sufragio universal. Forman toda una estructura de pecado a cuyo frente está La Secta.




Por último, el Dr. Peña dio respuesta a la pregunta: ¿qué podemos hacer para recuperarnos? En indubitable que, si queremos recuperarnos, debemos volver a los consejos que dieron tradicionalmente los Papas:

a) Resistencia, a través del rechazo doctrinal. Ser fieles a la Doctrina Católica.

b) Rechazar la participación en esta estructura de pecado y de maldad. Un católico no puede hacerse partícipe del pecado y de la maldad.

c) Lucha a través de la acción cultural, social y política. Volver a hacer lo que construyeron los primeros cristianos: una red social, cultural y política alternativa que durante cinco siglos se desarrolló en paralelo a la red oficial. Así, formar una red cultural y educativa verdaderamente católica (y no sólo de nombre), una red asistencial —social y médica— verdaderamente católica (y no sólo de nombre), una red económica (financiera, comercial, productiva que funcionen con criterios católicos…). Si vamos componiendo estas redes, sucederá lo mismo que aconteció durante la quiebra del Imperio Romano idolátrico. En aquella época, las gentes —cada vez más— fueron buscando asistencia en la redes de la Iglesia y fueron abandonando las redes oficiales estatales porque funcionaban cada vez peor, hasta que llegaron al colapso. Y hoy vivimos la quiebra del sistema liberal y de sus redes.

d) Resistir abiertamente cuando llegue el momento en que a los católicos no se les deje otra posibilidad. Son muchos los ejemplos que tenemos a lo largo de la historia: de la desobediencia civil no violenta a la resistencia armada como último recurso para poder hacer valer derechos de Dios y de la Iglesia (por ejemplo, los Carlistas en las Españas, los Vendeanos en Francia, etc.). La legítima defensa contra la tiranía se puede desarrollar desde múltiples facetas y diversos campos y acciones conforme ha enseñado la Iglesia y establece la Doctrina Católica.

 



En definitiva, como señala el profesor Antonio Peña, la Modernidad ha lanzado veredicto de condena contra la Cristiandad y contra España, por ser paladín de la Fe Católica. Veredicto de muerte. Y han ejecutado tal veredicto. Pero nosotros decimos que no estamos muertos.

Desde el Tradicionalismo, afirmamos que están vivos todos los principios que conforman nuestro Ser. Afirmamos que es posible la Restauración del Ser Espiritual y Moral si cortamos el nudo gordiano del posibilismo y del colaboracionismo con el Pecado y con el Mal.

Al término de la excelente conferencia del Dr. Peña, se inició un animado turno de preguntas que, una hora después, continuó en un restaurante cercano con un almuerzo de hermandad y su posterior tertulia de sobremesa.

Círculo Tradicionalista de Barcelona Ramón Parés y Vilasau

 

 

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